Roberto Morales Estrella
Economía e Innovación
El pasado miércoles 6 de abril se publicó en la Gaceta Oficial del Gobierno de la Ciudad de México el Programa para las Contingencias Ambientales Atmosféricas (PCAA); cuyo objeto es “el definir el mecanismo a través del cual se activan las fases de Contingencia Ambiental Atmosférica, así como las acciones a implementar por las autoridades, propietarios de industrias, comercios y servicios, y ciudadanos en general, con el fin de prevenir y controlar las emisiones contaminantes del aire y disminuir los efectos a la salud de la población”
Disposición que establece en su apartado V lo referente a las definiciones, que la Comisión Ambiental de la Megalópolis (CAMe) es el órgano de coordinación para llevar a cabo entre otras acciones la planeación y ejecución de acciones en materia de protección al ambiente, de preservación y restauración del equilibrio ecológico en la zona conocida como Valle de México, considerando municipios de las entidades colindantes.
Este ordenamiento considera por Contingencia Ambiental Atmosférica, las situaciones eventuales y transitorias, declaradas por las autoridades, eliminándose la llamada etapa de pre contingencia, para dar paso a dos fases, y el PM10, para indicar que se activarán las medidas que se tienen establecidas en dos Fases, a partir de las 10 de la mañana.
Cuando el Índice de la calidad del aire supere los 150 puntos entrará la Fase I, y cuando supere los 200 puntos entrará la Fase II, implicando la aplicación de medidas especificadas en la sección VII, donde se describen las medidas aplicables, que abarcan los rubros de Salud, Transporte, Servicios y Fuentes fijas de la Industria.
Hay que señalarlo, este programa de contingencias, no es la solución de un problema tan complejo, que se ha venido agudizando; es una política pública reactiva, que no obedece a un modelo de desarrollo sustentable.
Por lo que es ya impostergable diseñar planes de desarrollo desde una perspectiva de los tres niveles de gobierno, previendo articulaciones sinérgicas, ya que los problemas de contaminación y de cambio climático interactúan, como procesos cada vez mas complejos.
Desde el llamado informe del Club de Roma en 1972, se hizo referencia a los limites de crecimiento, señalando lo ilógico de la dinámica económica y el comportamiento cada vez mas complejo de los mercados.
En 1987 se publicó el Informe Brundtland, haciendo referencia a la incompatibilidad entre crecimiento económico y equilibrio ecológico en el sistema económico neoliberal; por ello la sustentabilidad se fundamenta en satisfacer las necesidades presentes, sin poner en riesgo la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer sus propias necesidades.
En el 2006 el informe Stern, analizó los costos económicos resultado de los efectos del cambio climático, considerando la generación y aplicación de tecnologías desagregadas, como la aplicación de modelos económicos que calculen los impactos económicos, propiciando la transición hacia sistemas energéticos bajos en carbono y su monitoreo actual y futuro, finalmente el costo social de la huella del carbono.
En la 21ª Cumbre de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, (COP21) celebrada en Francia a fines del 2015, 187 naciones, entre ellas México, acordaron compromisos nacionales de lucha contra el cambio climático, que entrarán en vigor en el 2020, con el propósito de reducir sus emisiones contaminantes, para que la temperatura media anual del planeta no rebase el 1.5 grados, y evitar impactos catastróficos. Es importante tomar en cuenta otras métricas como el Índice de Riesgo Climático Global (IRC) de Germanwatch el cual mide los impactos climatológicos, considerando también los datos socioeconómicos asociados, lo cual no hace el PCAA.
En México no lograremos mejorar nuestro medio ambiente, si continuamos con el modelo económico neoliberal, identificado como altamente contaminante por la falta de tecnologías verdes y el uso de combustibles fósiles.
Al no estar articulado a un modelo de desarrollo el PCAA queda como una medida cosmética, ante una problemática cuya complejidad lo rebaza; sería conveniente evaluar la posibilidad de instrumentar un modelo de economía circular, el cual se basa en mejorar la calidad de vida de las personas optimizando el aprovechamiento de los recursos, potenciando el desarrollo sostenible. Mientras tanto las contingencias ambientales son nuestra nueva realidad. ¿No lo cree usted así?