Por: Roberto Morales Estrella
Economía e Innovación
Nuestra economía creció 3.9% en 2011 y 2012, para caer en 2013, año en el que el PIB creció 1.44%; si bien es cierto que en el 2014 y 2015 nuestro PIB creció 2.25% y 2.47% respectivamente, también es cierto que estos crecimientos fueron menores a las expectativas planteadas tanto por el Banco de México como por la Secretaría de Hacienda.
El pasado 3 de marzo, se publicaron las declaraciones de Agustín Carstens del Banco de México, ajustando a la baja las expectativas de crecimiento de nuestra economía, por la debilidad de nuestras exportaciones, ubicando su pronóstico para 2016 entre 2% y 3%, cuando en el 2015 había previsto un crecimiento entre 2.5% y 3.5%; estos ajustes ya no son novedad, sobre todo cuando vemos que el precio, tanto del petróleo como de las materias primas que exportamos, se han desplomado; ni la devaluación del peso ha podido reactivar nuestras ventas al exterior. La teoría neoliberal quedo rebasada por la realidad.
La mejoría no se hace realidad, a pesar de que la política monetaria establecida por el banco de México, diseñada con el propósito de lograr la estabilidad del peso, ¿por eso también subió las tasas de interés y se aplicaron los recortes presupuestales?
Cuando es bien sabido que la base de la estabilidad de una moneda proviene de una economía sana y la nuestra no está en óptimas condiciones. ¿cuál es la eficiencia económica del sector publico? Debiera expresarse en impulsar el bienestar social y crear las condiciones económicas para que las empresas mexicanas sean generadoras de productos con un valor agregado cada vez mayor, para competir en los mercados globales, pero no es así, acaso ¿con las medidas de política económica de ajustes y recortes, se logrará sanear nuestra economía? Lo dudo.
Para lograr la democratización de la productividad, la cual debe ser incluyente, dando cabida a los jóvenes principalmente, para ello necesita crear las condiciones institucionales suficientes, que propicien la aplicación del desarrollo científico y tecnológico a los procesos productivos, generando productos innovadores, los cuales con una aplicación estratégica de la propiedad intelectual, logren desarrollar y consolidar su fortalezas competitivas, para insertarse a los mercados globales con un alto impacto.
De no ser así, ¿qué es lo que están aplicando las autoridades económicas? Bien, Como no tenemos exportaciones que nos generen ingresos; son las grandes empresas globales quienes los generan, como la industria automotriz, cuyas capacidades tecnológicas y organizacionales, además del dominio de su propiedad intelectual, les permiten participar competitivamente en los mercados. Pero los beneficios que generan no permean hacia el bienestar de la mexicanos empobrecidos.
La otra alternativa es que el crecimiento de la economía mexicana se sustente en la dinámica del mercado interno, cuando los rezagos que padecemos ha restringido la capacidad adquisitiva de la mayoría de los mexicanos; según el Centro de Análisis Multidisciplinario de la UNAM el incremento del salario mínimo en 2013 fue a 64.76 pesos diarios, mientras que el precio ponderado acumulado de los bienes se incrementó a 171.86 pesos, en 2016 el incremento del salario mínimo fue de 4.3% para llegar a 73 pesos, pero el incremento ponderado acumulado de los precios ascendió a 210.25 pesos. La diferencia es abismal.
Si bien es cierto que las cifras de desempleo bajaron de 4.3% en 2011 a 4.2% en 2015, con 2.2 millones de personas sin empleo, las subempleadas suman 4 millones, a pesar de que la tasa descendió de 8.9% en 2011 a 8.1% en 2015; habrá que considerar a la informalidad que da ocupación a 29.1 millones de personas; estos dos últimos indicadores son un desempleo disfrazado, evidenciando su precariedad, por la insuficiencia de prestaciones y salarios dignos, en suma son 35 millones de mexicanos, cuya falta de capacidad adquisitiva, reduce la opción de reactivar internamente la economía, pero sí manifiesta una tendencia recesiva.
A esto, agréguele usted el efecto de transnacionalización que se está aplicando en nuestro país, que se evidencia con la llegada de empresas trasnacionales creando empleos, pero no para los mexicanos, pues traen trabajadores de sus naciones de origen, ahí está León Guanajuato que hasta tienen un consulado japonés.