Con la presentación de proyectos enfocados en el diseño de escenarios en caso de derrames de hidrocarburos, el análisis de variables oceanográficas, biogeoquímicas, biológicas y ecológicas, así como propuestas para evaluar los impactos en los ecosistemas ante posibles contingencias petroleras de gran escala, se llevó a cabo en Querétaro la Tercera Reunión Anual del Consorcio de Investigación del Golfo de México (Cigom), apoyado por el Fondo Sectorial Conacyt-Sener-Hidrocarburos, del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología y la Secretaría de Energía.
El responsable técnico del Cigom, Juan Carlos Herguera García, aseguró que este consorcio se integró con la finalidad de desarrollar el proyecto Implementación de redes de observaciones oceanográficas físicas, geoquímicas y ecológicas para la generación de escenarios ante posibles contingencias relacionadas con la exploración y producción de hidrocarburos en aguas profundas del golfo de México.
“Hasta el momento, ha generado resultados importantes en áreas como investigación y desarrollo tecnológico en plataformas de observación utilizando boyas oceanográficas, planeadores submarinos y sensores remotos, así como modelos numéricos de circulación y biogeoquímica para examinar la evolución, destino y posibles efectos por derrames significativos de hidrocarburos, además de la generación de mapas de riesgo y tiempos de arribo, entre otros”.
Desarrollos tecnológicos exitosos
El ingeniero del proyecto del Centro de Ingeniería y Desarrollo Industrial (Cidesi), que es parte del Cigom, Alan Gustavo López Segovia, explicó que este centro creó, hace dos años, el Laboratorio SeaGlider, especializado en el mantenimiento y optimización de desempeño de los vehículos autónomos submarinos (AUV, por sus siglas en inglés), que son utilizados para la observación de variables físicas y biogeoquímicas en el golfo de México.
“El Cidesi, a través de la Dirección de Energía y del Laboratorio de Robótica Submarina, creó este laboratorio de mantenimiento. Un glider es un vehículo que no tiene propulsión, se desplaza en el agua a través de un cambio de densidad, además de una masa móvil, que se mueve adelante y hacia atrás; estos vehículos cuando llegan a una determinada profundidad, emergen y a través de trayectorias de zigzag van tomando muestras de diferentes parámetros, como oxígeno disuelto, temperatura, salinidad, entre otros. Una vez en la superficie se comunican vía satelital al piloto que hace correcciones a la trayectoria”.
Indicó que el Centro de Investigación Científica y de Educación Superior de Ensenada (CICESE), que encabeza este consorcio, tiene una flotilla de siete gliders, por lo que la tarea del Cidesi, desde el punto de vista tecnológico, es el mantenimiento de estos vehículos al término de cada una de las misiones. “Cuando recibimos un glider hacemos una inspección, realizamos el desensamble, sacamos la información, hacemos la inspección de mecanismos mecánicos y electrónicos para luego, en una alberca especial que tenemos en Cidesi, realizar el balanceo simulando las condiciones en las que se encuentran estos vehículos a mil metros de profundidad. También hacemos pruebas de comunicación satelital. Una vez terminado el mantenimiento, los enviamos a Altamira, Tamaulipas, para que puedan ser utilizados en otras misiones. Nuestro taller está certificado por la empresa que diseña estos gliders” El especialista del Instituto de Investigaciones Oceanográficas (IIO) de la Universidad Autónoma de Baja California (UABC), Xavier Flores Vidal, dio a conocer los avances tecnológicos respecto al uso de vehículos no tripulados para el lanzamiento de sondas oceanográficas, o derivadores tipo DORIS, con telemetría inteligente, plataforma web para visualización y descarga de datos. “Estamos haciendo una aplicación utilizando un vehículo aéreo no tripulado para liberar sondas oceanográficas. Hemos reducido mucho su tamaño, de tal forma de que sean lo suficientemente ligeras para que puedan ser transportadas por estos drones que en 20 minutos pueden recorrer hasta 15 kilómetros, dejando entre cuatro o cinco sondas multiparamétricas y regresar. Esto nos permite reducir costos en lo que son los traslados en barco y los tiempos de desplazamiento mar adentro” Puntualizó que estas sondas tienen la capacidad de medir diversos parámetros, como son posición, corrientes y movimiento del agua, temperatura, pH y oxígeno para su interpretación oceanográfica, además de que cuentan con un sistema de telemetría vía satélite que envía la información a través de una interfaz web que le da cobertura global.
“Estas sondas cuentan con paracaídas que reducen el impacto con el agua cuando son soltadas por el dron; están elaborados de materiales biodegradables de bambú y algodón que se disuelven en el mar. Si algún mamífero marino se lo llega a comer, puede digerirlo y no le resulta tóxico. Por otra parte, los cuerpos de las boyas están elaborados de ácido poliláctico —que es básicamente fécula de maíz— que también se disuelve en el agua después de un año. Eso es algo a lo que hemos puesto mucha atención, que estos desarrollos tecnológicos sean amigables con el medio ambiente”.
En ese sentido, el investigador de la UABC, César Alberto Liera Grijalva, indicó que las sondas presentadas en la Tercera Reunión Anual del Cigom cuentan con DORIS.
“Cuando presentamos la primera versión de estas sondas eran de nueve pulgadas de diámetro, ahora, en la nueva versión miden cuatro. Cuentan con una autonomía de una semana a un mes, dependiendo la batería o la energía solar, además de la utilización de materiales biodegradables. Hemos obtenido resultados importantes en el golfo de México, realizamos unos cruceros junto con el CICESE, donde se obtuvieron datos sobre temperatura y ciclones. También tenemos algunas en el golfo de California que terminan en San Quintín, y empiezan a dar vueltas por los remolinos que existen. Hasta el momento hemos lanzado alrededor de 100 boyas en los años que llevamos con el proyecto y estamos desarrollando el proceso de patente para esta tecnología desarrollada en la UABC”.
El consorcio Cigom está encabezado por el CICESE, con la participación del Cidesi, el Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (Cinvestav) —del Instituto Politécnico Nacional (IPN), unidad Mérida—, la Universidad Autónoma de Baja California, la empresa BajaInnova, el Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático (INECC), así como los institutos de Ciencias del Mar y Limnología, Biotecnología, Geofísica y el Centro de Ciencias de la Atmósfera de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Fuente: Agencia Informativa Conacyt