Tal vez no lo sabías, pero diversos especialistas coinciden en definir nuestra época como la cuarta Revolución Industrial. Si bien, el avance tecnológico es lo que marca la transición entre un periodo y otro, un grupo de académicos y pedagogos de diversos países se dio a la tarea de profundizar en la investigación de los requerimientos del momento en términos educativos. El resultado es el libro La enseñanza en la cuarta Revolución Industrial (Pearson).
Elisa Guerra es la única mexicana participante en el proyecto y ha sido también la única latinoamericana en ser finalista del Global Teacher Prize -2015 y 2016-, reconocimiento considerado el Nobel de la educación. A través de más de 25 publicaciones, la especialista se ha dedicado en revisar alternativa para hacer más eficaz la enseñanza a nivel básico.
En entrevista, la especialista advierte que en los próximos años el 45% de los empleos actuales desaparecerán y por tanto es preciso preparar a los niños para sumarse a las nuevas necesidades laborales.
¿A qué llaman cuarta Revolución Industrial?
La primera Revolución Industrial inició en siglo XVIII con la mecanización del trabajo y la migración a las grandes urbes. La segunda tuvo lugar antes de la Primera Guerra Mundial, con la llegada de la electricidad, la producción en serie y el acero. La tercera fue la revolución digital que trajo consigo la aparición de internet y las computadoras portátiles. La cuarta y actual, incluye lo que llamamos el internet de las cosas, la impresión 3D, los vehículos autónomos y la nanotecnología. El término lo acuñó en 2016, Klaus Schwab fundador del Foro Económico Mundial.
¿La cuarta Revolución Industrial y la tercera no son lo mismo?
Es posible verlo de esa forma, pero precisamente el periodo entre la tercera y la cuarta nos da una idea de la velocidad con la que avanza la tecnología. Antes pasaban décadas entre cambio y cambio. Ahora los dispositivos se conectan entre sí sin intervención humana directa. Los estudios advierten que en los próximos años el 45% de los empleos actuales desaparecerán. Por supuesto se crearán otros nuevos, pero el reto será preparar a nuestros niños y jóvenes para enfrentarlos.
Hay países que ni siquiera han llegado a la tercera Revolución Industrial, ¿cómo se traduce esta brecha digital en términos de desigualdad?
Mientras elaborábamos el libro continuamente nos hicimos esta pregunta. Si bien es verdad que la tecnología tiene el potencial de impactar positivamente en las vidas de muchas personas tampoco podemos dejar de lado el riesgo de que la inequidad crezca. Quienes no tienen acceso a la tecnología sin duda están en desventaja y uno de los retos de las sociedades globales es conseguir que la tecnología alcance a las comunidades marginales.
¿Qué se está haciendo en sentido?
Hay países que implementan programas, pero también hay personas con proyectos que buscan reducir la brecha. Uno de nuestros coautores, Koen Timmers, organizó a más de cien docentes alrededor del mundo para que impartieran clases vía Skype a los niños refugiados en el campo Kakuma, en Kenia. Otro de nuestros coautores organizó a sus alumnos de quinto grado para que consiguieran recursos y donativos para la construcción de un puente en una localidad de África a fin de que los niños puedan llegar a la escuela en temporada de lluvias. Más allá de lo que los gobiernos y las organizaciones internacionales pueden hacer, todos podemos aportar algo desde nuestra trinchera.
¿Qué tipo de adaptaciones necesitan los sistemas educativos para incorporarse a esta nueva revolución industrial?
La gran paradoja es que mientras la tecnología avanza a pasos agigantados, la educación mantiene un sistema muy similar al que teníamos hace siglos. Los cambios tardan mucho en llegar a los sistemas educativos, de modo que vamos rezagados. En el libro nos preguntamos qué otras cosas además de las tradicionales necesitan aprender los niños para hacer frente a su época. Convocamos a maestros reconocidos por su manejo de la tecnología, pero también por su pedagogía innovadora. La mayoría concluye que debemos ir más allá de la lectura, las matemáticas y la ciencia. Proponen incorporar arte, música, relaciones humanas, emprendimiento, ciudadanía global, medio ambiente, incluso algunos hablan de meditación. Hace falta una transformación de la educación a nivel global para abatir lo que el Banco Mundial llama la crisis educativa.
Me parece curioso que el Banco Mundial hable de asignaturas vinculadas al humanismo.
Es muy difícil llegar a la mente de un niño si no tocamos su corazón. La colaboración e incluso la globalización están relacionadas con nuestra capacidad para relacionarnos. Justo ahora que la tecnología ha fragmentado las relaciones humanas es importante rescatar esta parte. Necesitamos que nuestros niños sean altamente capaces y también profundamente humanos.
¿Cómo se incorporan en este sentido teorías como la educación imaginativa?
Hay pedagogías emergentes en todas partes del mundo. Algunas se centran en la creatividad otras en el contacto con el medio ambiente. Todas resaltan y proponen reconstruir las habilidades inherentes al ser humano. De todas se puede rescatar algo a fin de hacer una propuesta educativa ecléctica. Hay muchas ideas que conviene explorar.
¿La Cuarta Transformación mexicana va en esta dirección?
En México persiste la tentación de hacer reformas educativas instantáneas y en cambiar el modelo en cada administración. Todo es perfectible, el problema es que a veces no se da tiempo a que los maestros interioricen los cambios. A pesar del estigma negativo, en México hay maestros extraordinarios y apasionados por su labor. Si bien la tecnología avanza a pasos agigantados la educación necesita su tiempo para madurar y una nueva reforma no se puede implementar de la noche a la mañana. Los cambios deben hacerse con una visión a largo plazo. Necesitamos aprender a construir sobre lo que ya tenemos. Antes de la agenda política se necesita un interés real por los niños y los maestros.
¿Cuál es el riesgo de no subirse al tren de la cuarta Revolución Industrial?
A estas alturas ya estamos en este tren, el tema es el lugar que ocuparemos. De no tomar las acciones necesarias, la brecha de nuestro sistema educativo respecto al de otros países se hará más grande y esto nos hará menos competitivos a nivel mundial. Hace unos años países como Corea del Sur estaban en una situación muy similar a la de México, sin embargo, ya despegaron gracias en parte al valor que dan a la educación. Si bien un cambio de cultura se antoja casi imposible sí podemos sentar las bases de un nuevo pensamiento que ubique la educación en su verdadero papel.
¿Qué tan lejos estamos del umbral ideal?
Estamos lejos, pero eso no quiere decir que no se puedan hacer conseguir avances importantes. Mucho depende del papel que jueguen los maestros independientemente de las políticas educativas. Durante mi investigación descubrí que la mayoría de los maestros que usan la tecnología en sus clases lo hacen por iniciativa propia, no porque la escuela se los imponga o pida. En Colombia entrevisté a maestras que usaban sus propios celulares y datos para hacer conversaciones por Skype con niños en otros países a fin de enriquecer la experiencia cultural de los alumnos. Ejemplos como este abundan, por eso creo que independientemente del modelo educativo, está en el compromiso de los maestros guiar a los alumnos en el tren de la cuarta Revolución Industrial.
Fuente: Aristegui Noticias