El 18 de octubre de 2017, el presidente de China Xi Jinping, se paró frente a sus dos mil 300 colaboradores, y de viva voz el mandatario Chino expuso sus planes para el futuro, precisando que la Inteligencia Artificial, el Big Data y el Internet son las tecnologías centrales para transformar a China en una economía industrial avanzada, dejando en claro que es una visión de futuro que vendría rápido, comprometiéndose a construir una industria de Inteligencia Artificial de alta competitividad para el 2020.
Después de que Trump desdeñara los planes de Inteligencia Artificial de Obama, y del debate que se suscitó entorno al artículo que publicara Henry Kissinger, advirtiendo que la Inteligencia Artificial se estaba desarrollando a tal velocidad que podría subvertir a la inteligencia y creatividad humana, Trump cambio de postura, al grado que Michael Kratsios, asesor de Trump en materia de tecnología, organizó una cumbre sobre Inteligencia Artificial, después de la cual declaró, que la Casa Blanca estaba comprometida con la investigación en la Inteligencia Artificial.
La Inteligencia Artificial representa el nuevo campo de batalla de las naciones, una carrera tecnológica de grandes alcances, porque no sustituye la carrera armamentista nuclear, sino por el contrario abre otro espacio de enfrentamiento económico y bélico, al tocar espacios tecnológicos como la nanotecnología, la biotecnología referente al desarrollo de la genómica, la cognotecnología que investiga las neuronas y la infotecnología contemplando todo lo relacionado a la generación y aplicación de los grandes volúmenes de información.
Hablamos de la Industria 4.0, de las fabricas inteligentes, el aprendizaje automático y el aprendizaje profundo, el mimetismo en la agricultura, el desarrollo de aplicaciones informáticas y desarrollos tecnológicos para intervenciones quirúrgicas, vehículos auto-dirigidos, por aire y tierra, la robótica tanto humanoide, como industrial, los chabots, y cobots, el Cloud Computing, la realidad aumentada, y el Internet de las cosas, donde los smartphone se ubican como interfaz a través de sus aplicaciones, sin faltar las redes sociales, las ciudades del conocimiento y las ciudades inteligentes.
Esto ya existe, pero no para todos, por la discriminación económica, millones personas no tienen acceso, como el caso de los 55 millones de mexicanos, que carecen de un trabajo decente y un salario digno, dada la precarización de sus condiciones laborales.
Esta situación atañe a todas las naciones y a todos los ciudadanos, claro también a nuestro México, surgen las preguntas obligadas ¿dónde está la educación? tanto la básica, como la de nivel superior y de posgrado; ¿donde está la Investigación y el Desarrollo tecnológico en México?
El gobierno que está por entrar en funciones de manera formal, ha dibujado un régimen que recuperará los rubros estratégicos para el desarrollo de la nación, como los energéticos y la autosuficiencia alimentaria, con una política de sentido social y rescate de los derechos humanos y laborales, orientado a disminuir la gran desigualdad económica y social que se ha venido agudizando.
El instrumento idóneo para enfrentar esos desafíos es una educación de excelencia, no de calidad porque no es un producto comercial, sino el alma creativa de un pueblo; en el nivel básico debe estar presente la ciencia y no la tecnología comercial, como es la industria del juguete con su marketing como las películas de héroes inexistentes, ¿acaso conoce usted a un niño que tenga como héroe a un personaje intelectual, científico o tecnólogo?
En la reciente consulta sobre educación, realizada en la UAEH, las ponencias leídas, si bien válidas, carecieron de una visión del cambio científico y tecnológico que estamos viviendo; lo valioso fue que hoy se presenta un nuevo fenómeno sociopolítico, mismo que tendrá que madurar para que sea efectivo y objetivo, la consulta abre la participación a la ciudadanía, ya no más tomar decisiones por un grupo de notables, que solo buscan oportunidades de negocio personal.
La educación superior debe ser cauce a la necesaria condición de los jóvenes universitarios hacia el cambio científico y tecnológico, ganar el espacio perdido en los desarrollos actuales, que investiguen y patenten desde que están estudiando, para fortalecer las condiciones de libertad, de igualdad social y económica. ¿no lo cree usted?