En la Declaración de los Derechos Humanos, aprobada en la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) del 10 de diciembre de 1948, se incluyó la igualdad de género, como un derecho humano, por lo que todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos, sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, lugar de nacimiento o cualquier otra condición.
La misma Asamblea General de la ONU declaró al año 1975, como el año internacional de la mujer, celebrándose la primera Conferencia Mundial sobre la mujer, en la ciudad de México; siendo Copenhague la sede de la segunda Conferencia Mundial realizada en 1980; en 1985 tuvo verificativo la tercera Conferencia Mundial sobre la mujer en Nairobi, para evaluar los avances en materia de igualdad, desarrollo y paz.
Pero fue en Beijing en 1995, que en la cuarta Conferencia Mundial sobre la mujer, cuando se reivindicaron los derechos de la mujer como humanos, creándose la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la mujer, estableciéndose cuatro prioridades para el periodo 2021-2024, dentro las cuales está la que se refiere a la innovación, cambio tecnológico y educación en la era digital, para lograr igualdad de género y el empoderamiento de todas las mujeres y niñas (Unidas, 2024).
La mujer por siglos ha estado relegada, en todos los ámbitos de la sociedad, considerada un ser inferior al hombre, siempre violentada y criminalizada, el sector tecnológico y científico, no ha sido la excepción; se han realizado numerosos estudios sobre ciencia, tecnología y género, que convergen en una oposición al sexismo y androcentrismo; ya que durante millones de años, se ha ignorado e invisibilizado el trabajo y el talento de la mujer (Gonzalez & Perez, Sedeño, Eulalia, 2002) en lo científico-tecnológico.
La persistencia de una sociedad discriminatoria, en contra de las mujeres, se materializa en los sectores machistas, al imponer barreras, limitando el acceso de las mujeres a los procesos de científico-tecnológicos, por lo que al abordar este tema debe ser con un sentido de denuncia, superando la misoginia sociopolítica, que ha prevalecido en los diversos estadios históricos, para contrarrestar esta degradante cultura política discriminatoria, es necesario redoblar los esfuerzos pedagógicos, motivando a todas las niñas y mujeres a insertarse en los procesos de aprendizaje científico-tecnológico (Rose, 1994).
Por ello es urgente la incorporación, en igualdad de género, a las mujeres, en los procesos de creación y desarrollo científico-tecnológico, tanto en las actividades académicas, desde las básicas, como en la I+D+i, destacándose la sensibilidad femenina, para que las aplicaciones tecnológicas, sean más a favor de la salud, del medio ambiente y de la preservación de la naturaleza, antes que a las guerras y las letales armas autónomas (Merchant, 1990), como las aplicaciones de IA para la vigilancia y el control político de la sociedad, en detrimento de su privacidad.
Según el informe de Brecha Digital publicado por el Observatorio Nacional de Tecnología y Sociedad (ontsi, 2025), a identificado que el 95.3% de las mujeres usan semanalmente el internet, superando a los hombres que registran el 94.6% pero solo el 17.5% de las mujeres se han formado en áreas de Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas (STEM).
Si bien es cierto que el uso de la IA (Inteligencia Artificial), se ha venido intensificando a través de: GPT de OpenAI, Grok de xAI de Musk, Gemini de Google y DeepSeek1, 45.9% de hombres y 38.6% de las mujeres.
Como se observa, la brecha de género, sigue estando presente, pese a los esfuerzos de grupos y sectores, que ponen al ser humano, en el centro de sus reflexiones, con igualdad y sin ningún tipo de discriminación, también es cierto que hay avances sustantivos, sobre todo en sectores y actividades estratégicas, como fue la creación del primer algoritmo, por parte de la primera mujer programadora, llamada Ada Lovelace (Contreras, 2025), alumna del matemático Charles Babbage, Ada, introdujo la programación algorítmica, a través del sistema de tarjetas perforadas, que fueron esenciales para los primeros ordenadores (AQUAE, Fundacion, 2021), evidencia que fue la mujer la que detonó la revolución tecnológica de la IA de hoy, sentando las bases del futuro tecnológico.
El mundo necesita tecnología y la tecnología necesita mujeres
Bibliografía
Contreras, V. (7 de marzo de 2025). 8M-Mujeres de vanguard-IA. dpl news(versión digital), https://dplnews.com/8m-mujeres-de-vanguard-ia-2/.
AQUAE, Fundacion. (9 de diciembre de 2021). AQUAE Fundación. Recuperado el marzo de 2025, de fundacionaquae.org: https://www.fundacionaquae.org/wiki/ada-lovelace-madre-de-la-programacion/#:~:text=Ada%20Lovelace%20cre%C3%B3%20el%20primer%20algoritmo%20inform%C3%A1tico&text=En%201845%2C%20Ada%20tradujo%20al,publicada%20en%20una%20revista%20francesa.
Gonzalez, G. M., & Perez, Sedeño, Eulalia. (enero-abril de 2002). Ciencia, Tecnología y Genero. Ciencia, Tecnología, Sociedad e Innovación(2), 1-19.
Merchant, C. (1990). The Death of Nature: women, ecology, and the scientific revolution. San Francisco, California, EEUU: HarperONE.
ontsi. (2025). Brecha Digital de género datos 2024. Madrid: Secretaria de Estado de Digitalización e Inteligencia Artificial.
Rose, H. (1994). Love, Power and Knowledge: Towards a Feminist Transformation of the Sciences (Race, Gender, and Science). Indiana: Indiana University Press.
Unidas, N. (18 de octubre de 2024). Paz, dignidad e igualdad en un planeta sano. Recuperado el marzo de 2025, de un.org: https://www.un.org/es/global-issues/gender-equality