Los cambios que estamos viviendo son vertiginosos, de gran alcance y profundos, los rezagos y los problemas, se están transformando críticos, con tendencia a ser incontrolables, en este contexto de crisis sanitaria, la tecnología no solo parece detenerse, si no por el contrario su desarrollo registra avances exponenciales.
En lo económico la desigualdad marca tendencias crecientes a la par de un capitalismo, en tránsito hacia lo digital, reajustando la función de los gobiernos para lograr la gestión privada de lo público, a conveniencia de su proceso concentrador de riqueza; el restablecimiento de este modelo es el propósito de la ultraderecha en México, que pretende revocar el mandato a López Obrador y terminar con sus programas sociales, que marcan la diferencia con los neoliberales.
La Brecha tecnológica entre las naciones desarrolladas y las economías emergentes, en lugar de disminuir se están profundizando. La biotecnología, la robotización, la inteligencia artificial, el big data, la industria 4.0, la biométría, el proceso digital, como la sustitución del dinero en efectivo, por el dinero plástico, implican un mayor control social y poder de la banca, la inclusión se traduce en exclusión, entre los que tienen o no, tarjetas bancarias, este cambio tecnológico, está generando una modificación antropo-biológica del ser humano
En tanto que las economías emergentes, como la mexicana, enfrentan una desigualdad que tiende a profundizarse, dado el desempleo galopante que ya se está registrando. Pobreza es injusticia social, pero también ineficacia económica, sobre todo porque mas del 70% de la estructura productiva del país es de baja productividad cuando no de subsistencia.
Hay evidencias de que a mayor desigualdad el crecimiento económico es menos efectivo para reducir la pobreza, por ejemplo, en el periodo 1988-2008 el ingreso del 40% de la población se contrajo en un 25%, mientras que el ingreso promedio de los mexicanos más ricos, se incrementó en 125%. Esta desigualdad es también en oportunidades como en educación, la investigación, el desarrollo tecnológico, lo cultural y social.
Con la pandemia, tanto la desigualdad como lo tecnológico, se están acelerando de manera exponencial, presentando un panorama desolador, sobre todo para las nuevas generaciones, luego entonces ¿cual es el papel de la Educación Superior, particularmente de las universidades publicas?
El futuro es eminentemente tecnológico, donde el 40% de los empleos, según la OCDE, que los estudiantes de hoy quisieran tener, pueden desaparecer en los próximos años; la nueva realidad exige modelos educativos que tengan como parte fundamental el pensamiento crítico, que implica la permanente confrontación objetiva y sustentada, con otras formas de pensar.
Modelos educativos donde el Docente deje de ser un repetidor de conceptos y teorías, para convertirse en el impulsor de la creación de nuevos conocimientos, a partir de identificar la realidad, explicarla, proyectarla y transformar las dificultades y contingencias, en soluciones al servicio de la sociedad. Convertir lo inesperado en una ventaja y la incertidumbre en una oportunidad.
Modelos educativos que se distingan por la flexibilidad, académica, hibrida y digital, a la par de la reflexión analítica y la innovación, para adecuar los contenidos académicos a la realidad cambiante, formando bases sólidas de resiliencia en los nuevos profesionistas, lo cuales en su proceso de formación desarrollen el autoaprendizaje, la disciplina y la constancia.
El acercamiento humano, debe ser en paralelo al uso de herramientas tecnológicas, no solo en las clases a distancia, sino también la web 3.0 y la realidad virtual como interfaz, dando paso a la Educación Continua de por vida, insertándose al paradigma de la Reeducación Profesional.
Así mismo fortalecer las actividades académicas y los procesos de investigación con la aplicación del computo en la nube y Big Data, para tener acceso a información confiable y oportuna.
Para que la educación superior, sobre todo las universidades públicas, enfrenten con éxito los desafíos pos pandémicos, se requiere una política que de cause, certeza y seguridad en la disponibilidad oportuna, de recursos presupuestales, además de impulsar la investigación, articulando sus procesos a la transferencia tecnológica y de conocimientos a los sectores productivos, a fin de que las pymes incrementen su productividad y por ende sean competitivas.