En la medida que la pandemia presenta desaceleraciones y rebrotes, vemos que los desafíos se multiplican, no solo sanitarios, sino económicos, geopolíticos, y de seguridad pública, la criminalidad internacionalizada, física y virtualmente por los ciber ataques, las crisis por el confinamiento, que derivan en el incremento de feminicidios, la pobreza, la desigualdad, la carencia y encarecimiento de alimentos, las migraciones masivas; todos ellos flagelos que están agudizándose a la par de la persistencia de la pandemia, a cuyo contagio estamos expuestos, teniendo como defensa, tan solo nuestra capacidad inmunológica; pareciera que estamos viviendo la selección natural Darwiniana.
En cualquier respuesta que se plantee ante los mil rostros de esta crisis, están o debieran estar presentes, la ciencia y la tecnología, por su transversalidad en las transformaciones históricas de la humanidad, ésta crisis no es la excepción.
Lo peor de la pandemia está por venir y el mundo ha llegado a un punto decisivo, dicen Klaus Schwab y Thierry Malleret en su libro “El Gran reinicio”, no abrá país, ni sector económico que no sean impactados. Sin embargo las naciones menos desarrolladas con rezagos tecnológicos, serán las más afectadas a mediano y largo plazo, por la profunda y prolongada recesión, acampañada por el gran desempleo, que ya se registra y se pronfundizará, dado que el comercio global se estima que caerá el 32% y la inversión extranjera decrecerá entre 30% y 40%. Pero el motor del cambio seguirá siendo la tecnología.
El cambio que ya se inició, promete ser ilimitado y profundo, los escenarios son contrastantes, las economías emergentes podrían ser más equitativas y solidarias con tecnologías incluyentes y sustentables, trabajos decentes y salarios dignos, o tal vez profundicen sus rezagos tecnológicos, su desigualdad y pobreza, con una sociedad más individualista, sectores priviligiados, en delirante búsqueda de alta rentabilidad y cero interés por el bienestar social de los marginados.
Esta complejidad exige el diseño y aplicación de políticas públicas que se orienten a la superación de los problemas heredados, se atienda la urgencia sanitaria y se establezcan las bases para una economía sustentada en la generación de conocimientos y una investigación, que atiendan las necesidades de productividad de las mipymes; los microcréditos que se están otorgando, si no van acompañados de asistencia técnica y desarrollo tecnológico, anularán su pretendido efecto de fortalecer a la economía desde sus bases sociales.
Las políticas públicas federales de Investigacion y desarrollo tecnológico no han generado los resultados esperados, los Centros Públicos de Investigación, (CPI), las Instituciones de Educación Superior Públicas (IESP) los Consejos Estatales de Ciencia y Tecnología (CECyT), entre otros organismos, están desarticulados, lo que hace necesario la formación de Redes Locales Impulsoras del Desarrollo Tecnológico y la Innovación articulando a las estructuras empresariales de las entidades federativas.
La trayectoria de Jalisco, Guanajuato y Querétaro, se asemejan mas a enclaves trasnacionales que a desarrollos tecnológicos regionales. Se requiere de políticas públicas en los tres ordenes de gobierno, orientadas a desarrollar las capacidades tecnológicas endógenas, que den pauta a la formación de Ecosistemas Tecnológicos y de Innovación, para asistir a las estructuras productivas locales, transformandolas en starups de alta productividad.
El propósito es generar oportunidades económicas basadas en la ciencia y la tecnología, participando en las cadenas internacionales de investigación y desarrollo tecnológico. Crear una cultura empresarial que demande tecnología, no solo maquinaria, sino prototipos tecnológicos e innovación, para una mayor eficiencia en sus procesos productivos y de mercado, incluyendo la inserción de capital humano, con capacidades de aprendizaje resiliente para adaptarse a la nueva dinámica de las empresas innovadoras.
Existe infraestructura tecnológica en entidades como Nuevo León, Guanajuato, Jalisco, Querétaro, Estado de México y otras entidades, pero el quid de la cuestion, es aprovechar y replicar con una fuerte base de colaboración de actores locales, incluyedo una masa crítica de capital humano de alto desempeño, las IES públicas ya lo estan haciendo, pero lo pueden intensificar, solo tienen que dejar de priviligiar la investigacion básica o de frontera, para desarrollar la investigacion aplicada y la asistencia tecnológica a la estructura productiva de sus entornos.
De lo que estamos hablando es, precisamente de una Federalización pospandémica del Desarrollo Tecnológico del país.