La violencia cabalga por toda la nación, mientras que la seguridad pública presenta fracasos de estrategia y de política, la actitud paternalista del Presidente Peña Nieto, solo evidencia su falta de atención y de visión, no asume su responsabilidad, pero llama la atención a los gobernadores que no han cumplido con su parte, según lo expreso en la 52 reunión ordinaria de la CONAGO, donde les solicita redoblar esfuerzos; destacando para sí la captura de capos, mientras que la criminalidad y la violencia se incrementan.
El empoderamiento de la criminalidad en el país denota un vacío de poder, que es llenado por intereses y fuerzas ajenas al interés público y en contra de la sociedad, la precariedad de la mayoría de la población, denota una demanda no escuchada y la indiferencia lastima a las bases sociales, levantando enconos.
La teoría económica neoliberal, sí, esa que predomina en las naciones desarrolladas y somete a las economías emergentes, como la nuestra, dice que si no hay ingreso no hay consumo, y no hay ingreso porque no hay empleo; pero el Presidente Peña Nieto habla de 2 millones 700 mil empleos formales, mientras que la informalidad laboral representa el 57% que son más de 28 millones de personas, y en entidades como Oaxaca llega al 87%, situación que aniquila los preceptos de la teoría económica neoliberal. Porque aunque la población no tenga ingresos, si consume.
A la informalidad hay que sumarle la precariedad salarial y la eliminación de los derechos laborales, porque la tasa de condiciones críticas de ocupación según INEGI es del 13.1% lo que significa el impacto negativo a casi 7 millones de trabajadores. O sea que aún con ocupaciones llamadas formales no se cumple lo establecido por la Ley Federal del Trabajo, en materia de trabajo decente y salario digno.
Por lo que el vacío de poder es tanto en la falta de una seguridad pública eficaz, como por la precarización de la sociedad, la cual, por un lado está indefensa físicamente y por el otro, económicamente vulnerable, pues una gran mayoría, se sitúa por debajo de la línea de la pobreza.
Una maestra le reclamó a un alumno de secundaria, el porqué no había entregado la tarea, a lo cual él contestó, porque tenía que trabajar y llevarle dinero a su mamá que estaba enferma, ¿y de que trabajaste?, le pregunto la maestra, en avisar a los huachicoleros cuando se acerquen los policías o los militares, por ese trabajo le dan 5 mil pesos a la semana.
La pobreza es la explicación del apoyo de algunos sectores sociales a la criminalidad, si bien la respuesta que dan los habitantes del Palmarito, no es la apropiada, si es una realidad “si el gobierno roba porque no podemos comprar gasolina a los chupaductos”. Los malos ejemplos se replican peligrosamente.
Éste es el gran riesgo nacional, la criminalidad ha crecido bajo la siniestra sombra de la corrupción y ante la creciente precariedad de las mayorías; me pregunto ¿cual va a ser la respuesta de las autoridades? ¿la que ha sido hasta ahora? ¿seguirle restando importancia a la creciente pobreza y continuar con la impunidad y la corrupción? O ¿el endurecimiento de las intervenciones policiacas y militares?
Tal parece que la disyuntiva es represión o cambio de modelo económico y social, impulsando una nueva política laboral y de salarios, con una mayor inversión en Investigación y Desarrollo, mayor presupuesto a la educación tanto a la básica como a la superior y de posgrado, rediseñar el estimulo fiscal a la Investigación y desarrollo de tecnología, porque el que se aprobó el 28 de febrero de este 2017, lleva dedicatoria de favorecer a las grandes empresas y no a las mipymes.
Nuestra economía necesita de la amplia y profunda transferencia de tecnologías y de conocimientos entre nuestras universidades y centros de investigación hacia la estructura productiva de las más de 5 millones de mipymes, que generan más del 70% del empleo. Pero ni el tiempo y sobre todo ni la voluntad política la tiene el presente régimen de Peña Nieto.
La batalla de Puebla del 2017 librada entre los huachicoleros y policías y 1000 militares, puso en evidencia la debilidad de la seguridad pública nacional, con el riesgo de sumar a la sociedad al lado de las organizaciones criminales, no es ni el primero, ni el último enfrentamiento entre las fuerzas del orden y la criminalidad, esto se registra diariamente a nivel nacional, como en Tamaulipas, Sinaloa, y Guerrero por solo hablar de algunos estados. La debilidad de la gobernanza puede convertirse en el pasto para el fuego de la anarquía. ¿no lo cree usted?