El pasado viernes “El Independiente de Hidalgo” me hizo entrega de un reconocimiento como columnista. El reconocimiento es para los que me hacen el favor de leerme, sin ustedes no habría razón de escribir a todos gracias, de verdad muchas gracias.
En medio del dolor, la grandeza de los mexicanos, los desastres naturales nos dan la oportunidad de descubrir de qué estamos hechos, como lo expresara Sun Tzu en su estrategia suprema “aplicar con sabiduría el conocimiento de la naturaleza humana en momentos de confrontación”, las guerras y los desastres climatológicos nos enfrentan a situaciones extremas, pero también de nobleza y bajeza.
Lo bueno, la solidaridad, la valentía, la generosidad y el amor con el que miles de mexicanas y mexicanos, de buen corazón, incluyendo a militares, han apoyado a los damnificados, desde el rescate, hasta darles cobijo y alimento, sin mediar discriminación alguna.
Lo malo, son todos aquellos seres de conciencia descompuesta, que convergen en la depredación, me refiero por un lado, a los políticos y funcionarios, que obsesivamente quieren quedar como benefactores aprovechándose de las circunstancias, del dolor y la generosidad de los buenos mexicanos; por la otra parte, están los delincuentes de oficio, protegidos por la impunidad hija predilecta de la corrupción, que sin importarles el dolor humano asaltan y violentan a los que ayudan de buena voluntad arriesgando sus vidas.
Lo feo, es ver la indolencia oficial ante la desigualdad y el dolor que genera la pobreza, la cual se incrementa y agudiza con los efectos de los sismos y los huracanes, porque es la población en situación de pobreza la más afectada.
Imagínese usted, que 56 por ciento de los 2 mil 462 municipios, donde viven más de 30 millones de habitantes con los más bajos ingresos por el enorme subempleo de 8 por ciento y por la informalidad que a nivel nacional llega a 57 por ciento, pero en estados como Oaxaca registra 80 por ciento.
Son mil 380 municipios con alta vulnerabilidad y elevado riesgo de registrar los efectos más intensos de los desastres ocasionados por eventos climáticos, a nivel nacional solo 5 por ciento de los hogares cuenta con seguro ante desastres naturales, en igual situación están las Mipymes donde solo 5 por ciento cuenta con algún tipo de aseguramiento, según la Asociación Mexicana de Instituciones de Seguros (AMIS).
Las autoridades son indiferentes a informes como el del Banco Mundial, que tiene caracterizado a México como el país número 23 con mayor riesgo catastrófico, ante fenómenos de la naturaleza.
Para Oxfam, la desigualdad estructural de México deriva en alta vulnerabilidad ante los riesgos de los impactos de los fenómenos climatológicos, y en voz de su coordinadora del Programa de acción humanitaria Alejandra d´Hyver expresa que “no es casualidad que los desastres afecten siempre a las mismas personas, son quienes tienen los ingresos más bajos por su condición de baja educación y de subempleo o empleo informal, además de padecer exclusión o discriminación por razones de género, etnicidad, color de piel, capacidad física o edad, así como tener acceso limitado a recursos, influencia, información y toma de decisiones para superar su vulnerabilidad, para enfrentar los riesgos que representan los desastres climatológicos”.
Yuval Noah Harari, en su libro Homo Deus, menciona que la humanidad ha padecido tres grandes calamidades: el hambre, las enfermedades y la violencia (de género, de Estado, del crimen organizado, las guerras), a las cuales hay que agregar dos más, los desastres naturales y el rezago científico y tecnológico, esta última representa el rezago en la educación y la cultura, el conocimiento es vital para reducir la vulnerabilidad ante los desastres provocados por los fenómenos climáticos.
La diferencia de los impactos por desastres naturales obedece al desarrollo y aplicación de tecnologías, por ejemplo la empresa Fujitsu presentó en 2015 en el evento Fujitso Worl Tour varias innovaciones tecnológicas relacionadas con previsión de desastres naturales, como un sistema tecnológico-matemático de información para prevenir inundaciones, ya que permite la estimación del nivel de riesgo proporcionando datos del comportamiento del fenómeno.
Ya en la planeación de las ciudades inteligentes se contempla la aplicación de tecnologías como la llamada Greenage para la gestión ambiental, mediante la aplicación de sensores se capta, analiza y visualiza la información en 3D, con una visión unificada para monitorizar la calidad del aire, detectar contaminantes y simular patrones de comportamiento.
Vivimos la era de la conectividad tecnológica virtual, de los satélites y de los observatorios tecnológicos, para procesar grandes volúmenes de información, como también de la automatización inteligente.
Se avecinan huracanes y sismos de mayor magnitud, por lo que es impostergable que se impulse el desarrollo científico, tecnológico y de innovación, para hacerles frente con menor vulnerabilidad, la aportación de las universidades y de los centros de investigación, no solo son víveres, lo más importante es desarrollar las tecnologías apropiadas para reducir la vulnerabilidad de los más pobres. ¿Acaso el talento no es lo más valioso de las universidades?, y usted ¿qué opina?