La información, demencialmente abundante, rebaza nuestra capacidad de captación, pero sobre todo de análisis y de reflexión, fundamentalmente la información falsa, que se emite y repite sin la menor revisión, pero la más dañina es la mal intencionada, que ha tomado una postura eminentemente antigobiernista, ésta información proviene de quienes perdieron sus privilegios y anhelan imponer nuevamente el modelo piramidal y depredador, eliminando las políticas con sentido social, regresando a la política de privatización, no importando que la pobreza se agudice y la población no tenga servicio médico gratuito de calidad.
La primera vertiente de esta crisis es el desmantelamiento de los sistemas sociales de salud, por la privatización a que se sometió, deteriorando a instituciones públicas como el IMSS y el ISSSTE entre otros, encareciéndose sus servicios, con una economía informal creciente, y los salarios más bajos de Latinoamérica, sin prestaciones sociales, pero sí una continua pérdida del poder adquisitivo, incrementándose la pobreza y la vulnerabilidad, de más de 55 millones de mexicanos.
Los gobiernos neoliberales no exigieron impuestos suficientes a las empresas, principalmente a las grandes y a las trasnacionales, pero si autorizaron condonaciones fiscales que alcanzaron 4 billones de pesos más la evasión fiscal.
La segunda vertiente es la beligerante postura de las organizaciones empresariales y algunos gobernadores, que presionan para que se lleve a cabo una Convención Nacional Hacendaria, para revisar el pacto fiscal, que de no llevarse a cabo, gobiernos como el de Jalisco se saldrían del pacto vigente, ¿con qué consecuencias? No solo en lo fiscal, sino en lo político y lo social, ¿acaso esto ayudaría a una reactivación económica? Lo dudo.
Las experiencias respecto a la descentralización fiscal, tanto en México como en otros países, ha demostrado que antes, que impulsar una mejoría de las mayorías vulnerables, como las que orbitan en la economía informal y las micro y pequeñas organizaciones económicas y de subsistencia, profundizan la heterogeneidad entre las regiones y con ello las desigualdades sociales.
Esta medida limitaría aún más el crecimiento de una economía que durante tres décadas se vio sometida al bajo crecimiento y a la desigualdad, proceso que desembocó en el desplome del PIB en 2019, por la depredación de las capacidades productivas, de los pequeños productores manufactureros y del campo, favoreciendo la competitividad de las grandes empresas nacionales y extranjeras, que dominan los mercados regionales y nacionales, por ejemplo el agua embotellada, la distribución de alimentos, los alimentos industrializados, las finanzas, la industria automotriz, fármacos-medicamentos y de productos antes identificadores de nuestra nacionalidad, hoy en manos extranjeras como el tequila entre otros. La OCDE muestra que entre 1997-2012 el índice de concentración de mercados se elevó 6%, con ello las utilidades de los grandes corporativos.
La tercera vertiente es la grave situación del campo, dado que, tal parece que la ley para el fomento y protección del maíz nativo, favorece más a las trasnacionales como Syngenta-Bayer y Coterva (Dow, DuPont-PHI) que junto a otras trasnacionales, controlan el 70% del mercado global de semillas y de patentes, agrupadas en la Asociación Mexicana de Semilleros (AMSAC) integrante del Consejo Nacional Agropecuario y del Consejo Coordinador Empresarial, que pide apoyo al Presidente López Obrador para las pymes, ¿usted le cree? Yo no.
La citada ley no prevé la protección del maíz nativo contra la invasión transgénica, hoy el reconocimiento del maíz nativo corresponde a la Comisión Nacional para el Conocimiento y uso de la Biodiversidad (CONABIO) y no a los pueblos y comunidades, como debiera de ser, que pugnan por la formación de bancos comunitarios de semillas.
La reactivación económica se va a dar, la disyuntiva es a quien favorecerá: a las grandes trasnacionales que permanentemente están investigando y son dueñas de las patentes o a los pequeños productores manufactureros y del campo, sobre todo a los jornaleros agrícolas, que son los pobres de los pobres, todos ellos olvidados de los procesos de investigación y desarrollo tecnológico.
Por ello es urgente cambiar este paradigma de rezago tecnológico, que de no hacerlo se profundizará la pobreza con toda su patología social. La respuesta está en el poder del conocimiento que nace de la reflexión colectiva sobre la realidad y busca transformarla para bien de todos.