El presupuesto federal para 2017 es la expresión refinada de una austeridad antidemocrática, que derivará en la postración económica y social de los mexicanos.
A pesar de que México es uno de los tres países, junto a Venezuela y Honduras, en donde más ha crecido la pobreza, según el “Panorama Social de América Latina 2015” estudio realizado por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), donde se observa que México registra una tasa de crecimiento de la pobreza del 2.9%, superior a la tasa de crecimiento promedio del PIB de 2.4% entre 2012 y 2014.
Cabe señalar que después de la caída de menos 6% en el 2009, el PIB creció en 5.3%, en el 2010, según datos del Banco de México; pero a partir de ese año la desaceleración de la economía y por ende del crecimiento del PIB son evidentes, lo que muestra que las reformas estructurales no han podido reactivar a la economía, tratando de encontrar explicaciones en la situación de la economía global, pero ¿acaso el diseño de las reformas no debieran de tomar en cuenta esas variables?
No obstante esta tendencia de agudización de la pobreza, de la mayoría de los mexicanos, se nos pretende hacer creer que el presupuesto federal para 2017 es responsable y de aliento a la economía. Eso es mala leche.
Veamos dos productos, el petróleo, que fuera el icono de nuestro desarrollo y de solvencia de las finanzas públicas, hoy se ve seriamente golpeado en el presupuesto del 2017, al reducirse el 20.7% de su presupuesto, equivalente a más de 102 mil millones de pesos, lo que implica que de 29 pozos que se exploraron en 2016 se pase a cero y de 228 proyectos de desarrollo de pozos se pasará a 156.
Los recursos destinados a descubrir yacimientos nuevos, registra una caída del 48.6%; por su parte la producción pasará de 2.2 millones de barriles diarios en 2016 a 1.9 millones de barriles diarios en 2017.
Se despedirán a 8 mil 997 personas en 2017, como parte del recorte a presupuesto de gastos personales. Ha pero eso sí, el salario del director de PEMEX José Antonio González Anaya, pasará de 3 millones 186 mil pesos en 2016, a 3 millones 252 mil pesos en 2017, un incremento de 66 mil pesos, ¿por qué el incremento cuando hay ajustes?
Se habla de un descubrimiento de seis campos petroleros, ha trascendido que el descubrimiento no es tan reciente, aunque no se ha verificado su tamaño, ya se está analizando a que trasnacional se le otorgará la concesión de su explotación; lo que está pasando con PEMEX ¿acaso no es mala leche?.
Por si fuera poco, el presidente del Frente Nacional de productores y consumidores de leche Álvaro González, denunció que Liconsa firmó en diciembre pasado, cinco contratos para importar 24 mil toneladas de leche en polvo, a un precio de 2 mil 470 dólares por tonelada, cuando el promedio internacional era de mil 880 dólares, según datos del Departamento de Agricultura de los EU.
Por su parte, el titular de Liconsa negó que haya realizado importaciones de leche en polvo con un sobreprecio del 31%; según Liconsa es más barato importarla en polvo, que comprarla en el país, pues le resulta a 3.20 pesos por litro, en caso de que la compre al productor nacional sería a 6.20 pesos por litro.
Algo esta pasando en ese sector, dado que, si le sale mas barato importarla, ¿por qué se incrementó el precio al consumidor a 5 pesos?. Liconsa reconoce que la producción interna ha venido creciendo en 2.4% pero se tiene que seguir importando. Según la FAO México registra un consumo per cápita de lácteos de 110 litros, cuando debe ser de 150. De ser cierto que las importaciones son con sobre precio, sería también un acto de mala leche ¿no lo cree usted?
La inversión en I+D es la columna vertebral del crecimiento y del desarrollo, México solo invierte el 0.4% de su PIB, por lo que se encuentra en el lugar 34 de 44 naciones, lo que explica su rezago tecnológico y económico.