Estamos viviendo una crisis de magnitud global, se ha convertido en un punto de inflexión, si bien la superaremos, la dinámica de las diversas sociedades que habitan el planeta cambiará, la llamada nueva normalidad ya no será el regreso a lo anterior. ¿Acaso esta crisis será el inicio de una nueva era?
La edad media que se pensaba eterna, caracterizada por las guerras de las monarquías, cuyo objetivo era dominar el mundo, repartiéndoselo entre los más fuertes, militar y económicamente. Esas pretensiones no han cambiado, solo que ahora además de gobernantes, líderes políticos y militares, el crimen organizado y las grandes empresas trasnacionales, también han entrado al juego del poder hegemónico, donde el binomio ciencia-tecnología y el conocimiento como mercancía, constituyen los elementos estratégicos, para dominar territorios, explotar recursos naturales y poblaciones.
Según el Fondo Monetario Internacional, a consecuencia de la pandemia, a los mil 300 millones de pobres, que ya existen en el mundo, se sumarán 90 millones más a esa lamentable cifra, que carecerán de agua potable, alimentos suficientes y de acceso a sistemas de salud y educación.
En el caso de México, la crisis es tridimensional, la sanitaria, la económica y la político-electoral, sobrevivirán los más fuertes biológicamente, los mejor atendidos por el sistema de salud, pero los más flagelados por el freno económico, verán profundizar su pobreza, que derivará en conflictos socio-políticos, sea quien sea, que esté gobernando; sin lugar a dudas que la criminalidad se incrementará, arrebatando, a sangre y fuego, bienes y vidas de la sociedad en general, pero principalmente de los más vulnerables.
En esta crisis tridimensional, hay un antes y un después, lo económico arrastra una crisis estructural, principalmente por la entrega a las trasnacionales las actividades más dinámicas, como la industria automotriz, la investigación-producción de fármacos, la producción-distribución de alimentos industrializados y el sector financiero.
Recurrir al financiamiento como estrategia de reactivación, no haría más que aumentar la deuda de por sí ya impagable.
Al desmantelamiento del sistema de salud, agréguele usted la insuficiencia de investigación y desarrollo tecnológico, dado que las universidades públicas no privilegian a la investigación, ni a la producción de conocimiento codificado, o sea el patentamiento; las estructuras institucionales son lentas en los procesos de registro, pero sí dan facilidades a las patentes de extranjeros. ¿acaso el hecho de que el 95% de las patentes que registra el Instituto Mexicano de Propiedad Industrial no es un indicador?
Claro, también hay que decirlo, la demanda de conocimiento y de desarrollos tecnológicos, por parte de las empresas mexicanas, sobre todo de las mipymes, hacia las universidades públicas, es casi inexistente. ¿por qué? ¿acaso no saben que para incrementar su productividad y ser competitivos se requiere de nuevas tecnologías? ¿o, acaso no le tienen confianza a las Instituciones de Educación Superior Públicas?
Por el proceso de privatización al que los regímenes anteriores sometieron al sector salud, la pandemia vino agudizar la debilidad estructural, agréguele usted las fallas estratégicas con que se pretendió controlarla la pandemia, más la ausencia crónica de una infraestructura propia de los mexicanos en materia de investigación y producción de vacunas y medicamentos, al igual que muchos países, México no encontró otra salida que sujetarse a las condiciones abusivas de las trasnacionales farmacéuticas, con el agravante de que las negociaciones fueron en octubre, cuando debían de haberse realizado al inicio de la pandemia, como lo hicieron otras naciones, ahí está el ejemplo de Israel, claro, también hay que mencionarlo, Israel tiene una población de 9 millones de habitantes y una extensión territorial de un poco más de 22 mil km2 , cuando México tiene 128 millones de habitantes y 1.973 millones de km2
Fallas si las hay, pero los partidos políticos han enrarecido el ambiente social, dado que proliferan información sesgada propiciando distorsiones cognitivas de un modo nocivo, cargadas de odio; más que campañas de ideas y planes, son las descalificaciones las que predominan; los mexicanos solo vemos pleitos verbales, sin horizontes que disminuyan la desigualdad social e impulsen un crecimiento incluyente, teniendo al conocimiento, la ciencia y la tecnología como eje articulador de todos los procesos económicos, políticos y sociales.