Según la Organización Mundial de la Salud, cada año nacen el mundo unos 15 millones de niños prematuros (antes de que se cumplan las 37 semanas de gestación).
Alrededor de un millón mueren debido a complicaciones y se sabe que los que sobreviven presentan un riesgo alto de trastornos neuropsicológicos, especialmente los relacionados con el aprendizaje, la concentración o la gestión de las emociones.
Ahora, una investigación de la Universidad de Ginebra y de los Hospitales Universitarios de la ciudad suiza, ha descubierto que la música puede ayudar a reducir este riesgo.
En un artículo publicado en PNAS, estos investigadores señalan que una música especialmente compuesta para estos bebés desarrolla mejor las redes neuronales relacionadas con funciones sensoriales y cognitivas, después de que la hayan escuchado.
Petra Hüppi, una de las autoras de esta investigación, explica en un comunicado que cuando nacen estos bebés, su cerebro está todavía inmaduro. “El desarrollo cerebral se produce en condiciones diferentes a las del vientre materno, lo que unido a un entorno sensorial perturbador, provoca que las redes neuronales no se desarrollen con normalidad.”
Fragilidad
Para afrontar este problema, los investigadores señalan que los déficits neuronales de los prematuros se deben a situaciones inesperadas y estresantes que deben soportar estos bebés, así como a una falta de estimulación adecuada a su fragilidad.
La música se presenta como una buena alternativa para esta carencia, ya que puede provocar en los prematuros un estímulo agradable y estructurante, sobre todo porque el sistema auditivo se desarrolla antes.
Los investigadores se apoyaron en el compositor Andreas Vollenweider, que ya había desarrollado proyectos musicales con poblaciones frágiles, para proponerle la creación de una melodía que tuviera relación con estos bebés.
Se trataba de crear una música para despertarse, otra para dormir y otra para el tiempo en el que estaban despiertos.
También fue importante seleccionar el instrumento musical y el compositor probó con una serie de ellos en presencia de una enfermera especializada que observaba las reacciones de los bebés.
Finalmente optó por una flauta de La India llamada encantadora de serpientes (punji). Cuando la probaron, descubrieron que los prematuros se calmaban casi inmediatamente y que esa música llamaba su atención.
Vollenweider compuso entonces tres piezas de ocho minutos cada una que combinaban la flauta punji, arpa y campanas.
El experimento
Para probar su eficacia, las canciones fueron testadas en dos grupos diferentes de prematuros, cuyos cerebros eran analizados con imágenes de resonancia magnética funcional, que muestran las zonas cerebrales activas en cada momento.
De los prematuros, uno escuchó las piezas musicales y el otro grupo de no. Un tercer grupo, formado por bebés nacidos a su tiempo, permitía comprobar si los prematuros que escuchaban música podían alcanzar un desarrollo cerebral equivalente.
Si no escuchaban música, los prematuros mostraban una conectividad cerebral funcional más limitada que los bebés que habían nacido a su tiempo, lo que confirmó el efecto negativo de nacer antes de tiempo.
La red neuronal más afectada por esta situación es la llamada saliencia, que permite seleccionar entre diferentes estímulos sensoriales y establecer conexiones con otras neuronas para dar adecuada respuesta al estímulo.
Esta red, que sale perjudicada cuando se produce un nacimiento prematuro, es esencial para el aprendizaje y la ejecución de tareas cognitivas, de las relaciones sociales y la gestión de las emociones.
Reequilibrio neuronal
Cuando un prematuro está en cuidados intensivos, está sometido a una serie de estímulos que no tienen relación con su estado: puertas que se abren y cierran, alarmas que se activan, etc.
Estos bebés están en clara situación de desventaja respecto a los que todavía están en el útero, ya que deben procesar estímulos para los que no están preparados y no pueden relacionar el significado de cada estímulo en un contexto preciso.
Lo que comprobó esta investigación es que los prematuros que escucharon la música especialmente creada para ellos mejoraron significativamente sus conexiones cerebrales: las de saliencia, las de la corteza auditiva y las de la corteza frontal, aproximándose al dinamismo que mostraban los bebés nacidos a su tiempo.
Los niños prematuros que participaron en este experimento tienen hoy seis años, momento en el que los trastornos cognitivos pueden detectarse. Los investigadores se proponen ahora comprobar si los primeros resultados son consistentes con los datos que puedan obtener en la actualidad.
Fuente: tendencias21.net