Una buena parte de la energía que se requiere para las próximas misiones espaciales, entre ellas las que llevarán nuevamente al ser humano a la Luna, podría provenir del sol: nuevos paneles solares desplegables, más eficientes y económicos, proveerán energía a instalaciones y naves espaciales.
Una nueva tecnología desarrollada en el Laboratorio Nacional de Sandia, en Estados Unidos, ha logrado optimizar las características de los paneles solares para que puedan ser empleados con eficacia en el espacio. Los paneles solares desplegables ya se están poniendo a prueba en un pequeño satélite que fue lanzado recientemente, impulsado por la innovadora tecnología de energía solar.
Según una nota de prensa, a futuro se prevé su uso en la superficie de la Luna, por ejemplo como estaciones de carga para alimentar a rovers, paquetes de baterías y otros equipos eléctricos utilizados por naves espaciales y astronautas. El nuevo enfoque se basa en microcélulas solares: gracias a su pequeño tamaño, escaso peso y carácter flexible, permiten desarrollar paneles más económicos y eficientes para su utilización en el espacio.
En la Tierra y en el espacio
La energía solar ha sido utilizada de diversas formas desde mucho antes de la invención de los paneles solares, sobre la mitad de la década de 1950. Por ejemplo, los romanos la empleaban en sus casas de baños colocando ventanas masivas que permitían dirigir la luz del sol y calentar el agua. En el mismo sentido, investigadores y científicos utilizaron la luz solar para impulsar barcos de vapor en los siglos XVIII y XIX. Ahora, podría convertirse en la mejor alternativa energética en misiones espaciales a la Luna y otros destinos.
El nuevo enfoque busca reducir el costo de crear tecnología solar y aumentar su eficiencia, para que pueda ser viable y sustentable en el espacio, en el marco de misiones que insumen grandes presupuestos y deben intentar lograr el mayor grado posible de independencia de los recursos terrestres. Las células interconectadas en los paneles están confeccionadas con silicio: se pueden combinar e integrar en cualquier forma o tamaño.
Gracias a estas características, se requiere una menor cantidad de material para confeccionar dispositivos de captación de energía solar adecuadamente controlados y altamente eficientes. Como lógica consecuencia, se consigue reducir el impacto económico de las instalaciones, una de las cuestiones que dificulta una mayor popularización de esta alternativa de energía limpia en la Tierra.
La nueva tecnología ya se está probando para alimentar a un satélite actualmente en órbita, y si los resultados son los esperados podría transformarse en una solución concreta para la implementación rentable y a gran escala de sistemas de energía en futuras misiones espaciales. Por ejemplo, el programa Artemisa liderado por la NASA podría hacer regresar a la humanidad a la Luna en 2024.
Un gran satélite captando energía del sol
Según un artículo publicado en The New Times, existen otros proyectos que apuntan a aprovechar las ventajas de la energía solar en el espacio. El Instituto de Tecnología de California (CalTech) anunció recientemente que realizará un primer lanzamiento de prueba a fines de 2022 ó 2023, para probar su enfoque de energía fotovoltaica en el espacio.
En tanto, nuevas instalaciones de energía solar orientadas a su empleo en misiones espaciales se completarán a fines de este año en la ciudad de Chongqing, en el suroeste de China, iniciando las pruebas en 2022. A partir de este desarrollo, la primera estación de prueba de energía solar espacial de China se lanzaría en 2030.
La tecnología china también está pensada para aprovechar en la Tierra la energía del sol captada en el espacio. Incluirá un satélite orbitando a una altitud de casi 36.000 kilómetros, dedicado a recolectar la energía solar y derivarla luego a la Tierra a través de microondas, para su reconversión en electricidad.
Fuente: tendencias21.levante-emv.com