Ser capaz de trabajar en equipo es una de las cualidades omnipresentes en las ofertas de empleo y los currículos de los candidatos. Y es cierto que, en un entorno en el que los filósofos trabajan en Google y los lingüistas en Amazon, formar equipos multidisciplinares y diversos es necesario para conseguir resultados óptimos desde todas las perspectivas.
Es lógico que las empresas busquen a candidatos a los que se les dé bien trabajar vinculados a otros, ya que esta habilidad tiene otras implícitas, como tener empatía y ser asertivo o ser capaz de anteponer el bien de la tarea al interés personal. Son cualidades deseables para diseñar grupos de trabajo de alto rendimiento que sean muy productivos. Pero, ¿a qué precio?
Esta es la pregunta que se hizo Chidiebere Ogbonnaya, profesor titular de comportamiento organizacional y gestión de recursos humanos de la Universidad de Sussex (Inglaterra), que ha llevado a cabo una investigación sobre los efectos que el trabajo en equipo tiene en los empleados que conforman los grupos. “Si bien puede generar ideas innovadoras y un rendimiento sólido, también puede ser estresante”, explica Ogbonnaya.
El estudio, publicado este año en la revista científica Human Resource Management Journal, señala que el estrés generado por esta forma de trabajar conlleva que haya más conflictos, hace que los empleados puedan volverse demasiado dependientes del respaldo del grupo y que tanto el mérito como el descrédito de los resultados de cada uno se diluyan. Esto sucede incluso en los grupos que funcionan aparentemente bien.
Los resultados de su investigación, en la que contó con datos de alrededor de cinco mil gerentesy empleados, muestran que el trabajo en equipo parece afectar al desempeño de la organización y al bienestar de los empleados de manera diferente: aumenta la productividad de la empresa a expensas de aumentar también el estrés y la ansiedad percibida por los trabajadores. Pero, ¿qué es exactamente lo que causa este malestar? Ogbonnaya lo tiene claro: “El estrés proviene de la presión que los jefes ejercen sobre los empleados”.
Las expectativas en estos casos son altas: es necesario reunirse regularmente, intercambiar ideas nuevas y administrar tareas y plazos ajustados. Y cumplir con todo esto no depende solo del empleado, también de otras personas que tienen sus propios intereses y limitaciones. Aunque es necesaria cierta presión para lograr que los trabajadores rindan al máximo, presionar demasiado puede causar problemas como bajo rendimiento, baja productividad y alta rotación.
Esta situación corre el riesgo de retroalimentarse. Cuando se genera un ambiente de estrés entre distintas personas es más fácil que se perpetúe que si se trabaja de forma individual. Observar a alguien que está estresado tiene un efecto inmediato en nuestro sistema nervioso.
Una investigación llevada a cabo de forma conjunta por varias universidades alemanas descubrió que el 26% de las personas muestran niveles altos de cortisol con solo observar a alguien tenso. De hecho, el estrés puede olerse. Quienes lo sufren sudan hormonas características que son captadas por los demás, según un estudio del Monell Chemical Senses Center de Filadelfia. La negatividad y el estrés pueden, literalmente, flotar en el aire.
La investigación de Ogbonnaya es la más reciente pero no la única que ha encontrado evidencias del lado oscuro del trabajo en equipo. Aunque centrándose en otros aspectos, ya en 2012, las investigadoras de la Universidad de Pensilvania (EE UU) Jennifer Mueller y Julia Minson analizaron la capacidad de los miembros de un equipo de asimilar opiniones de los demás.
Como se describe en su estudio, hay razones para esperar que el acto de asociarse haga que las personas sean más o menos receptivas a tener en cuenta la información externa en sus decisiones. “Los individuos podrían infravalorar la contribución de sus compañeros porque están demasiado apegados a sus propios puntos de vista”, escribieron Mueller y Minson. “Debido a que la colaboración requiere que las personas cedan en sus opiniones para llegar a un consenso, la satisfacción de los miembros del grupo puede reducirse”, añaden las investigadoras.
Talleres, colaboración, comunicación e integración
Lo que se puede hacer
“Es importante que los gerentes y los empleados comprendan el lado oscuro potencial que conlleva tener que trabajar en estrecha colaboración con los demás”, asegura Ogbonnaya. Para lograr mejores resultados, los jefes deberían considerar el estrés que conlleva el trabajo en equipo. Más concretamente, el investigador recomienda aclarar qué tareas tienen prioridades más altas y dar confianza para revisar demandas conflictivas, limitaciones de tiempo, plazos estrictos o cualquier otro problema que pueda surgir, “para que los empleados tengan una mejor comprensión de sus roles o de lo que se espera de ellos. De lo contrario, la presión laboral aumentaría a niveles poco saludables y el bienestar se deterioraría”.
Mueller y Minson hasta la fecha también han encontrado que un sentido mayor de compromiso con la organización puede ayudar a detener el malestar provocado por el estrés. Si los empleados se sienten orgullosos de trabajar para la compañía, o si comparten muchos de los valores, se sienten menos estresados por el trabajo en equipo que otros que no están tan comprometidos.
Fuente:
M. Victoria S. Nadal, M. V. (2019b, 5 diciembre). Por qué no siempre es aconsejable trabajar en equipo. Recuperado 5 diciembre, 2019, de https://retina.elpais.com/retina/2019/11/28/talento/1574943402_436874.html