¿Cuándo van a ir los espectadores al cine y a ver qué? ¿Cómo conseguir que aquellos que no frecuentan la gran pantalla cambien de hábitos? ¿Cómo mejorar la atención al cliente? Éstas son algunas de las preguntas que se hace la industria del cine y a las que la inteligencia artificial cada vez dan más y mejores respuestas.
Expertos en la materia y profesionales de la industria del cine se dieron cita en CinemaCon, la convención del sector cinematográfico más importante del mundo, que se celebra en Las Vegas, para hablar sobre cómo la tecnología y el análisis de datos está moldeando el séptimo arte en todas sus facetas.
Uno de los cambios más notables en el sector ha sido la venta de entradas. Alejandro Ramírez Magaña, director general de Cinépolis, resaltó que cada vez más personas las adquieren a través de la web y las aplicaciones móviles: «Quieren asegurarse de que tienen un sitio en la sala antes de hacer el viaje». En ese mismo sentido, Paul Heth, presidente de Karo Cinemas, destacó el perfil digital de sus clientes: «Alrededor del 40% de nuestra venta de entradas se produce a través de una aplicación, un porcentaje que está entre los más altos del mundo en este sector». Heth explicó que el uso de tecnología les ha permitido ahorrar costes al eliminar las taquillas en las salas pero han invertido ese dinero en innovación, atención al cliente y limpieza de los locales, algo que los espectadores valoran.
Respecto al uso de datos, se ha producido un gran cambio en la manera de abordarlo. «Antes se empleaban a modo de autopsia, para entender qué había pasado. Ahora se emplean para predecir lo que viene. Con esa información tratamos de ayudar a los estudios y exhibidores a comprender a los espectadores y conectar con ellos con películas que quieran ver», afirmó Will Palmer, director ejecutivo de Movio, compañía líder en análisis de datos de márketing.
«Se aplica un enfoque más cognitivo en su tratamiento», apuntó Yves Bergquist, cofundador y director ejecutivo de Corto, empresa experta en inteligencia artificial. Uno de los estudios que haciendo para televisión, por ejemplo, se centra en el contenido: analizan qué temas atraen a qué tipo de espectadores y de qué manera. Gracias a esos datos, pueden predecir la subida y bajada de la audiencia en función de cómo se comporte uno de los personajes principales.
En la música también son capaces de hacer predicciones sobre el éxito de una canción basándose en una representación matemática de cómo de interesante va a ser pues, según explicó, en todo lo que tiene esa cualidad hay el mismo ratio de tradicional y nuevo. Una fórmula que, en su opinión, debe aplicarse en el cine. Para ello, hace falta saber cuánto hay que innovar, sorprender a las audiencias que quieren ser sorprendidas, hacerlo en la cantidad justa y en el momento oportuno.
«Los estudios invierten en esta tecnología para encontrar soluciones para la industria. Se trabaja mucho en entender a la audiencia, usando neurociencia, estudiando los guiones». Y, por supuesto, las redes sociales. Se recaban datos de los «me gusta» de Facebook, las menciones de Twitter, se tienen en cuenta la predicción del tiempo para el fin de semana y el calendario de eventos deportivos… Y con toda esa información se intenta saber la probabilidad de que los espectadores vayan a las salas, la consiguiente recaudación en taquilla y qué temas interesan a qué audiencias para crear contenido específico para ellas.
Respecto al futuro este panel de expertos vaticinó más avances en la personalización, tanto en la experiencia cinematográfica, en la que resaltaron la importancia del factor humano precisamente por el giro que se está produciendo hacia la tecnología, como en la posibilidad de establecer un canal directo con esas personas que no van al cine. El uso de inteligencia artificial ofrecerá a los exhibidores una manera más adecuada de dirigirse a ellos.
La elasticidad en los precios es algo que también asoma en el horizonte: «¿Cuánto está dispuesta a pagar una persona por ver una película un día determinado? Si se baja el precio a gente concreta en días concretos, eso no tiene por qué implicar una reducción de los ingresos en taquilla», afirmó Will Palmer.
Para el directivo, el análisis de datos también permitirá que vean la luz proyectos que quizás de otra maner no lo harían ya que se sabrá de antemano que existe una audiencia para ellos. Además, en su opinión, la tecnología favorece la distribución al reducir los costes, lo que dará un gran impulso a los creadores independientes. Marine Suttle, sin embargo, expresó su temor a que ese estudio previo de los contenidos implique precisamente una disminución de la variedad, aunque reconoció que los datos, por otra parte, permitirán asegurarse de que cada película obtiene la mayor taquilla posible.
En opinión de esta experta y de Paul Heth, en los próximos años, los cines continuarán diversificando su oferta, trascendiendo las películas, ofreciendo en las salas la misma experiencia colectiva, de comunidad, para ver en pantalla grande series de televisión, eventos deportivos, etc.
Por su parte, Yves Bergquist vaticinó una gran convergencia del sector en 10 años. «Será todo entretenimiento todo el tiempo en distintas plataformas. Ahora, por ejemplo, se anuncia una película de «Los Vengadores» y durante dos años no hay contacto con los espectadores». En su opinión, eso cambiará. Se creará un ecosistema en el que los estudios invertirán en mantener un contacto constante con las audiencias y el ir a la sala de cine será el clímax de esa experiencia.
Todos estos avances, para Bergquist, sin embargo, traen consigo una parte muy negativa de la que, en su opinión, no se está hablando y debería tenerse en cuenta: la pérdida de trabajos por la automatización. Una preocupación que, sin embargo, Paul Heth no comparte: «Nosotros estamos contratando a más gente. No tengo la misma ansiedad respecto a lo que implica el uso de tecnología».
Otro punto conflictivo respecto al uso de datos es el de los límites. Para Marine Suttle es demasiado pronto aún para hablar de restricciones. En esa misma línea se manifestó Paul Herth, para quien la inteligencia artificial les ha permitido tener una relación más significativa con sus clientes. En su opinión, es una herramienta de mejora e incluso algo que puede favorecer la creatividad.
Palmer coincidió con ellos en que en estos momentos se está usando para crear una mejor experiencia para los espectadores, pues se viene de una época en la que había cierta desconexión entre el público y la industria. Ahora, gracias a la personalización, se tiene la oportunidad de conseguir que esos espectadores regresen ya que sienten que se les comprende. Pero, apuntó, eso no se debe explotar y que hay límites que no se deben cruzar en el uso de los datos.
Bergquist se mostró mucho más crítico al respecto. En su opinión, las historias no son un mero objeto ya que ayudan a entender la complejidad del mundo que nos rodea y contarlas es algo muy importante. Sin embargo, ve al sector cinematográfico como neurocientíficos que no saben nada de su campo de trabajo. «Los medios crean estados mentales. Fox, por ejemplo, ha hecho muy buen trabajo creando uno de enfado. ¿Qué pasa cuando le damos a Fox herramientas optimizadas?».
Para este experto, ya se ha llegado al punto en el que se sabe que al usar una determinada combinación de colores, una edición concreta y una música en especial, se genera una emoción determinada. «Eso es muy bueno para el negocio porque ofreces historias que tienen más fuerza. Veo una aumento en los beneficios y el poder en los medios y el entretenimiento. Pero en un determinado momento, estás contando historias que son tan poderosas e importan tanto a las personas que éstas actúan en el mundo real basándose en ellas. Parece que cada vez más vivimos en un mundo de entretenimiento creado por los medios y el gobierno. Todo lo relativo a la Casa Blanca de Trump, por ejemplo, es un reality show. Pero es un reality con realidad. Nos dejamos llevar por estas historias de una manera muy poderosa. Y cuando tienes herramientas para maximizar el impacto, es bueno para el negocio pero ¿hasta qué punto tenemos demasiado poder?».
Fuente: ABC