Aunque tu nombre y apellidos, correo electrónico u otros datos personales estén ocultos, en muchas ocasiones es posible identificar a las personas a través de otros conjuntos de información que pueden parecer anónimos. Quizá te pueda parecer una tarea muy complicada o imposible, pero así lo han demostrado distintos estudios científicos.
Uno de ellos lo llevó a cabo la Escuela de Computación y Sistemas de Información de la Universidad de Melbourne, que consiguió identificar a los pacientes a partir de un registro de datos en los que habían sido eliminados los nombres y otras características distintivas. El gobierno australiano publicó en agosto de 2016 un listado de facturación médica, recetas y cirugías de 2,9 millones de personas. El equipo de investigadores de la universidad fue capaz de volver a identificar a las personas y conocer su historial médico sin su consentimiento. “Descubrimos que los pacientes pueden volver a identificarse, sin descifrado, a través de un proceso que consiste en vincular las partes no encriptadas del registro con información conocida sobre el individuo, como procedimientos médicos y el año de nacimiento”, explica en un comunicado Chris Culnane, líder de la investigación.
Otro estudio mostró que los registros anónimos de los taxis de Nueva York podían ser utilizados para obtener información personal tanto de los conductores (ingresos anuales, por ejemplo) como de los clientes (trayectos, propinas, importe de la carrera, hábitos semanales, etc.). Los investigadores compararon estos registros con la información publicada en la prensa para identificar las carreras de los personajes famosos, y pudieron observar, por ejemplo, que Bradley Cooper y Jessica Alba daban malas propinas.
El año pasado, un periodista y un científico de datos compraron datos de navegación anónimos de tres millones de usuarios alemanes y consiguieron identificar a las personas. Entre la información que pudieron obtener se encontraba el medicamento que tomaba un parlamentario alemán o las preferencias pornográficas de un juez.
Otro ejemplo lo conocíamos el pasado mes de enero, cuando el GPS de la app de fitness Strava descubría a localización de las bases secretas del ejército estadounidense en lugares como Afganistán, Irak o Siria. Por otro lado, la semana pasada un equipo de investigadores de University College de Londres fue capaz de demostrar que es posible identificar a un usuario de Twitter mediante los metadatos asociados a sus publicaciones. Y estos días también hemos conocido la noticia de que ha sido posible averiguar los domicilios de soldados y espías a través de los datos de la app fitness Polar.
“Una vez que nuestros datos salen a la luz, tienden a almacenarse para siempre”, afirma en The Guardian Arvind Narayanan, profesor de informática en Princeton. “Hay empresas que se especializan en combinar datos sobre nosotros de diferentes fuentes para crear expedientes virtuales y aplicar la minería de datos para influenciarnos de varias formas”.
La mala noticia es que es muy complicado reducir tu huella de datos digitales. No es suficiente con no tener perfil en las redes sociales o utilizar poco Internet, sino que también deberías deshacerte de tu teléfono móvil, olvidarte del correo electrónico y pagar siempre en efectivo. “Si quieres ser un miembro activo de la sociedad, no tienes la capacidad de restringir la cantidad de datos que te quitan a un nivel significativo”, afirma Chris Vickery, investigador de seguridad.
Fuente: Tecnoxplora