La doctora en Psicología Ana Estévez ha señalado que las personas utilizan las pantallas como «chupetes pacificadores emocionales» y ha dicho que no hay que criminalizar a los padres que fomentan el uso de los dispositivos móviles como método de distracción porque hay factores sociales que promueven ese hábito. En declaraciones a Efe sobre las ventajas e inconvenientes de los dispositivos móviles, Estévez, que también es profesora de la Universidad de Deusto, ha achacado ese comportamiento de los padres a cuestiones sociales como la falta de conciliación o a las dificultades para afrontar muchas situaciones complejas de la vida.
«El tema no es únicamente que los padres den a los niños una pantalla, sino que como sociedad utilizamos las pantallas como chupetes pacificadores emocionales. Si estamos nerviosos utilizamos la tecnología para evadirnos y los niños se ven reflejados», ha manifestado Ana Estévez.
A través de la tecnología y las pantallas, ha añadido, las personas están sobreexpuestas a muchos estímulos «muy agresivos y de mucha índole» y perciben la realidad «como si fuera una película», lo que produce habituación, falta de empatía y anestesiamiento. Asimismo, ha insistido en que la capacidad de empatía y de sentir con los iguales es «inherente» al ser humano y ha alertado del peligro de percibir la realidad de esa forma, «como un videojuego». Estévez ha indicado que el uso de la tecnología tiene una parte buena y otra en la que hay que poner atención, especialmente cuando entre los jóvenes se dan una serie de problemas relacionadas con las apuestas o el juego online.
Para Estévez, que se produzca un enganche a la tecnología está relacionado con la importancia de relación con los demás, con la autoestima, la dificultad para establecer límites o la sensación de seguridad puesto que la tecnología es un elemento «que nos da refuerzo constantemente».
La profesora de Deusto ha dicho que cada persona tiene usos diferentes de la tecnología y no hay un «término medio correcto» para su uso. «Muchas de las cosas que vivimos es unicamente a través de la tecnología. No está mal mandar mensajes o utilizarla porque tiene cosas maravillosas, pero hay que saber estar sin ella y no tener síndrome de abstinencia», ha remarcado Estévez, quien ha destacado la importancia de tener espacios donde la comunicación sea solo con las personas y donde no se interrumpa la interacción constantemente.
La tecnología y la adicción a las pantallas, ha dicho, afecta a la capacidad de las personas de percibir y concentrarse, una cuestión especialmente sensible entre niños y adolescentes, cuyo cerebro, ha indicado, termina de conformarse entre los 21 y los 24 años, una época «vulnerable» que puede verse afectada, a su juicio, por las pantallas.
En las edades tempranas y adolescentes, que se utiliza constantemente la tecnología es preocupante cuando hay una interferencia con la vida y donde se puede detectar, ha expresado Ana Estévez, es a través de síntomas como una bajada en el rendimiento escolar, cambios en las relaciones con la familia, si hay irritabilidad, aislamiento social.
Ha subrayado que los teléfonos son en realidad ordenadores «capaces de un montón de cosas» y que, al dejárselo a un niño, no se es consciente de qué puerta de acceso es a según qué cosas, a qué espacios se le deja acceder y el peligro que supone en términos, por ejemplo, de seguridad.
Con respecto a la incidencia de los dispositivos móviles en el ámbito laboral, la profesora de Deusto ha explicado que el tiempo de descanso y el de trabajo «se está entrelazando» porque ahora es muy fácil estar pendiente de lo que sucede al recibir correos y estar al tanto de lo que está sucediendo en el entorno profesional.
Para Estévez eso genera un nivel de alerta que «por supuesto» influye en la capacidad de descansar. Sobre las consecuencias a largo plazo que puede tener este abuso de la tecnología, Estévez ha dicho que es imposible saberlo pero que es «imparable».
«Lo que sí sabemos es que en este momento está afectando a cosas tan sencillas como la memoria, porque el cerebro se ha vuelto más cómodo y ya no necesita, por ejemplo, almacenar números de teléfono», ha reflexionado la profesora, quien ha añadido que también se ve alterada la capacidad de percepción y concentración porque, a su juicio,«siempre hay algo que interrumpe».
Fuente: ABC