La desigualdad se extiende por occidente. El pasado 28 de marzo, la ministra de Economía y Empresa, Nadia Calviño admitió que esta “ha aumentado de forma sustancial” en los últimos 10 años. “No hemos conseguido reducirla como deberíamos a pesar del intenso crecimiento desde 2014”. ¿Qué puede hacer la tecnología para ayudar en esta tarea?
Una propuesta es la de Beth Noveck, quien fuera directora de tecnología en la administración de Obama y actualmente dirige el Governance Lab (Govlab). Ella pretende hacer con las instituciones políticas lo que la madre naturaleza hizo con las plantas. “La estructura de la vegetación que nos rodea está diseñada para que los recursos necesarios para su desarrollo se distribuyan equitativamente”, aseguró la pasada semana en el evento Tecnología y Sociedad, organizado por EL PAÍS RETINA. “Tenemos que repensar nuestras instituciones para crear igualdad, no desigualdad”, sentencia. La norteamericana reflexiona sobre el potencial de la tecnología para curar las paradojas de la modernidad. En su opinión, el avance tecnológico nos ha traído mejoras en la esperanza de vida, la alfabetización, la movilidad… “Hemos logrado progresos tremendamente optimistas en estos retos”.
Al mismo tiempo, otras cosas parecen ir en la dirección contraria. “Algo va muy mal y está generando una gran incertidumbre”, señala. Algo que parecen compartir muchos españoles. El informePercepción social de la innovación en la sociedad española, elaborado por Sigma Dos, sostiene que el 56,5% piensa que la innovación es una herramienta de desigualdad”. Y es la opinión que comparte con Mitchell Baker, presidenta y cofundadora de Mozilla. Baker detecta tres fases en la evolución de internet, que es la causante de esta incertidumbre a la que aludía Noveck. “Alrededor de 1993, poca gente sabía lo que era internet”, explicó a la audiencia en el mismo evento. “En esta época era importante comportarte bien, dado que internet estaba controlada por gente que quería colaborar, participar y ser buenos”. Todo esto cambió cuando la red se hizo universal. “Cuanta más gente, más objetivos diversos”, sentenció.
Así, las herramientas open source que marcaron el principio de internet fueron tomados por gente que las usaron para crear sus propias iniciativas privadas. Y con los años “nacieron los walled gardens”, que limitaron aún más internet y no ayudaron a reducir las brechas. “En Facebook, por ejemplo, puedes poner todo lo que quieras, pero no puedes ver algo fuera del ecosistema a meno que seas miembro. Esto ayuda a crear monopolios y lo que es más importante, también crea el poder del dato”.
Entidades públicas
La iniciativa privada ha llevado internet hacia un lugar determinado. “Nuestras entidades públicas y privadas no están a la altura de estos retos”, asegura Beth Noveck. Y las consecuencias de estas carencias no se han hecho esperar: “Esta desconfianza está llevando en muchos lugares a la elección de demagogos populistas”.
Los efectos prácticos de esta evolución se ven cuando hablamos de las regiones más pobres. A ello se añaden las preocupaciones que acompañan al calentamiento global, el aumento de la inmigración, la incertidumbre sobre el impacto que la tecnología va a tener en el futuro del trabajo…
Las soluciones para evitar que internet sea ingobernable… o nos gobierne
Tanto Noveck como Baker ven en la tecnología una potencial solución a esta maraña de problemas, una herramienta para remendar las ajadas democracias modernas. “Puede ayudarnos y no sólo mejorando los votos en nuestros sistemas”, explica Noveck. “Podemos hacer algo mejor que elecciones y referéndums. Necesitamos crear modos en los que podamos resolver problemas públicos de forma efectiva, centrándonos en la inteligencia colectiva”.
Su propuesta es implementar la participación ciudadana en todos los procesos de decisión política, desde la identificación de los problemas que exigen solución hasta la evaluación de las políticas diseñadas para hacerles frente. Estos nuevos métodos ya se están poniendo en práctica: en Taiwan han implementado una plataforma open source que permite a los ciudadanos dialogar sobre los problemas que detectan en su entorno, la plataforma muestra después cómo se distribuye el debate, dónde hay consenso y dónde hay desacuerdo sobre materias como Uber, la telemedicina, la venta de alcohol online…
“Tenemos que repensar nuestras instituciones para crear igualdad, no desigualdad”
Beth Noveck
Sin embargo, el camino no está exento de complicaciones. “Todo esto es muy nuevo y no tenemos mucha experiencia sobre cómo hacerlo”, admite. Es necesario conseguir que la gente se movilice y que tenga acceso a las plataformas para hacer efectiva su participación y que las instituciones tengan herramientas para utilizar el feedback de los ciudadanos. “Tenemos que ser cuidadosos con el diseño del proceso y las plataformas. Cada objetivo implica un proceso distinto. No vale uno para todo”, advierte.
“Intentamos hacer que internet sea accesible y abierto a todo el mundo”, completa por su parte Mitchell Baker. “Internet es una infraestructura esencial en el mundo. El problema es que cambia constantemente, evoluciona. No en vano es una tecnología joven”.
Fuente: Retina el Pais