Las personas con amputación experimentan a menudo la sensación del llamado “miembro fantasma”, en la que sienten que la parte faltante del cuerpo sigue ahí. Esa ilusión sensorial está más próxima a ser aprovechada para beneficio del paciente, y la presencia ilusoria volverse real, gracias a un equipo de ingenieros que ha creado una piel electrónica. Cuando se la sitúa sobre las manos protésicas, esta dermis electrónica (e-dermis) transmite una sensación real de tacto a través de las puntas de los dedos.
Este avance tecnológico es obra del equipo internacional de Luke Osborn y Nitish Thakor, de la Universidad Johns Hopkins en Estados Unidos.
Hecha de tela y goma entrelazadas con sensores que imitan las terminaciones nerviosas, la e-dermis recrea el sentido del tacto así como el dolor, mediante la detección de estímulos y la transmisión de impulsos a los nervios periféricos. Sentir dolor, aunque nos resulta desagradable, es útil como aviso de que algo va mal. Tal como argumenta Osborn, este es también un componente esencial y protector del sentido del tacto que falta en las prótesis que están actualmente disponibles para las personas con extremidades amputadas.
Lo logrado hasta ahora en esta línea de investigación y desarrollo muestra que es posible restaurar una serie de sensaciones naturales basadas en el tacto para las personas con amputación que utilizan extremidades protésicas. La capacidad de percibir dolor a través de una prótesis es útil para el usuario ya que puede alertarle de un posible daño en la prótesis.
La piel humana contiene una compleja red de receptores que transmiten una amplia gama de sensaciones al cerebro. Esta red sirvió como plantilla biológica para el equipo de investigación.
La e-dermis transmite información al cerebro de la persona con amputación de extremidad superior mediante la estimulación de los nervios periféricos en el brazo, haciendo que el miembro fantasma pase a ser real. La e-dermis hace esto mediante la estimulación eléctrica de los nervios del individuo de una forma no invasiva, a través de la piel.
Fuente: noticiasdelaciencia.com