La respuesta tecnológica del hoy es que, estemos donde estemos en el mundo, es que de mí lo sabrán todo y recibiré la mejor atención posible. Porque quién soy como paciente, cuál es mi historial, debe ser accesible en un solo clic.
Este paradigma no es un mero brindis al sol. Es una realidad con nombres y apellidos: big data. Ingentes volúmenes de información capaces de registrar nuestra salud al minuto no solo para saber cómo estamos hoy sino para predecir la hoja de ruta que nos hará estar mejor mañana. Oportunidades de gestión sanitaria que pueden salvar cientos de millones de euros a los gobiernos. Las aplicaciones del big data en la saludtienden al infinito e invitan a imaginar un nuevo paradigma para el sector con esta tecnología como fulcro.
“Hay una explosión de datos en la salud. Y todo este caudal sobrepasa a las instituciones y profesionales del sector. Pero al mismo tiempo hay la promesa de que esta información tiene el potencial de mejorar la atención médica”, afirmaba Frans Van Houten, CEO de Philips, durante una entrevista entrevista concedida a The Wall Street Journal en el marco del Foro Económico Mundial de Davos. Una promesa que tiene cifras. Por ejemplo, los 265.000 millones de euros que se podría ahorrar el sistema de salud norteamericano implantando correctamente esta tecnología , según la consultora McKinsey. O los 25.000 petabytes de información que se manejarán en el sector en 2020, un incremento del 5000% en los últimos ocho años, según un estudio de IBM.