Por: Roberto Morales Estrella
Colonial Pipeline empresa trasnacional que desde 1962 opera el sistema de oleoductos más grande de los EU, transporta 3 millones diarios de productos petroleros, entre Texas y Nueva York. El 6 y 7 de mayo fue objeto de un ciberataque que la obligo a parar, al robarle los piratas informáticos, más de 100 millones de gigabytes de información (un gigabyte=10 a la 9), costándole a la empresa 5 mdd por el rescate de la información.
Gobernantes y empresarios de EU y de todo el mundo, consideran que la ciberseguridad es un problema creciente a nivel mundial. Según Cibersegurity Ventures el daño por los ciberataques se estima lleguen a 6 billones USD en este año, para 2025 aumentará a 10,5 billones USD.
Scott Schober dice en su libro “La ciberseguridad es asunto de todos”, incluyendo a nuestras mipymes, que están abandonadas del desarrollo tecnológico, haciéndolas altamente vulnerables, ya no solo por el cobro por derecho de piso que les aplican los criminales de tierra, sino por los piratas informáticos. La estructura productiva nacional, está en alto riesgo ante la pandemia cibernética.
Los ciberataques de ransomware ya son hechos cotidianos y asunto de todos, ya han sido objeto de ciberataques: hospitales, escuelas, universidades, empresas, instituciones públicas, como la lotería nacional y organismos privados, incluso los conflictos geopolíticos, geoeconómicos y geotecnológicos entre oriente y occidente, ya se ampliaron a lo que se denomina la ciberguerra fría.
Nunca los países y los habitantes de todo el planeta habían estado tan conectados como ahora, el desarrollo de la ciencia y la tecnología han llegado a un punto de inflexión, donde las tecnologías en la medida que se desarrollan se amplifican mutuamente, convergiendo en una fusión que impacta profundamente en los mundos físico, digital y biológico, transformando patrones de conducta y valores, en la sociedad global.
Los avances están basados en tecnologías como la 5G, el Internet de las Cosas (IoT), el Internet del Comportamiento (IoB) y la inteligencia Artificial, entre otras tantas, la hiperconectividad ha vulnerado a la sociedad global.
Según el informe de riesgos globales del 2021, las fallas de seguridad cibernética, está entre las principales amenazas del mundo; la cibercriminalidad no tiene fronteras, es tan compleja, dañina e incremental, que la ubica como un asunto de seguridad global. El desafío es la prevención a través de una gobernanza tecnológica.
La gobernanza tecnológica es una cuestión de seguridad nacional y global, pero también de paz, como de igualdad social sin pobreza, somos los humanos y no las máquinas, los que en última instancia debemos asumir nuestra responsabilidad histórica de rendir cuentas, el riesgo es de nivel existencial.
La primera ola de digitalización fue en la década de los 90s con los smartphones, las tabletas, un internet ampliado a la diversión y al e-comerce, con un modelo de negocio, donde el precio no estaba asociado directamente a los servicios digitales, como el correo electrónico y la mensajería entre otros, el acceso a la conectividad lo pagamos con nuestros datos y nuestra privacidad.
La segunda ola de digitalización se registra en 2010, acelerada por la pandemia, impactando en la fabricación digital, la privatización de los sistemas de salud, y el teletrabajo entre otros cambios; afectando infraestructuras que lesionan a la vida misma.
Para darle un giro humano a este modelo de mercado, es necesario crear plataformas tecnológicas basadas en la apertura, la interoperabilidad, descentralización e intercambio de datos, derivando en resultados innovadores que reduzcan la desigualdad social; el proyecto Gaia-X lanzado por Alemania es un ejemplo.
Las mentes electrónicas, o sea la Inteligencia Artificial (IA), se han venido integrando paulatinamente en nuestra vida social, económica y política, lo que hace imprescindible e impostergable, llegar a una comprensión muy clara, de la forma y profundidad de aplicarla y cuanto control estamos dispuestos a cederle.
En opinión de expertos, es fundamental que gobiernos y sociedad, diseñen y apliquen una Gobernanza Tecnológica en dos direcciones paralelas: de arriba hacia abajo y de abajo hacia arriba, que además de eliminar los ciberataques, sea una brújula ética, moral y de equidad social, al desarrollo tecnológico. La sobrevivencia de todos está en juego.
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