Por: Roberto Morales Estrella
La economía como conjunto de hechos factuales orientados a la generación de bienes satisfactores, es consustancial a los seres humanos, es sobrevivencia; a lo largo de la historia es la búsqueda de mejores niveles de bienestar de todos los que integran una sociedad; economía se refiere a la salud material del individuo en sociedad con equidad y sustentabilidad.
En la era tribal, la conquista, el sometimiento, la esclavitud del trabajo, alcanzó su madurez terrorífica en la época medieval, donde las monarquías afianzaron su poder mediante el colonialismo, proceso histórico de acumulación originaria de capital.
La economía como ciencia surge a partir de 1776 con la “Investigación sobre la Naturaleza y Causa de la Riqueza de las Naciones” de Adam Smith, en los inicios de revolución tecnológica, estableciendo que el motor del crecimiento residía en la división del trabajo, la acumulación del capital y el progreso tecnológico, siendo la libertad de mercado el instrumento fundamental.
La economía colonial empoderó a los grandes terratenientes, en la era industrial, la libertad de mercado a las empresas manufactureras, y hoy a las financieras y a las tecnológicas, mientras que más del 60% de la población mundial sigue en condiciones infrahumanas.
A pesar de que la economía como disciplina científica es una manera de pensar, analizar y tomar sentido de la realidad, en aras del bienestar general, hoy la teoría económica ha adquirido un grado tan elevado de irrealidad, de forma tal que no da respuesta a las necesidades de la humanidad, pero profundiza la desigualdad y la precarización del empleo, derivando en más pobreza.
Desde la perspectiva de la geoeconomía, la pandemia ha venido acelerar, la disputa en entorno a los recursos naturales, dominio de los mercados y la carrera armamentista-científico tecnológica, con el objetivo de lograr la hegemonía mundial.
Biden busca reactivar su economía con inversión sin precedentes, de corte monetarista, con políticas públicas activas, atendiendo rezagos en salud, clima, pobreza y educación; escalando las tensiones en contra de Rusia, acciones desestabilizadoras, que no tendrán un efecto considerable en Rusia, pero si empujan a una inexorable polarización de bloques, motivada por la descarnada ambición de ocupar espacios de influencia, en la economía global postpandémica que se está gestando.
El riesgo de más violencia es evidente, cuando la humanidad requiere de unidad para superar los efectos y consecuencias de la pandemia y los efectos del cambio climático.
Europa visualiza superar la pandemia a través de la sostenibilidad ambiental y la digitalización de su economía, colocando como elemento estratégico al uso del BigData a través de la tecnología 5G, impulsando el desarrollo de nuevos servicios y soluciones en movilidad, salud e industrialización, buscando más eficiencia desde el punto de vista medioambiental.
Rusia y China están construyendo una convergencia, para crear un nuevo sistema económico global, Putin declaró en enero, en el Foro Mundial de Davos que estimular a la economía a través de la deuda es obsoleto, sobre todo porque los costos de educación y salud se han incrementado con la pandemia, lo que es imperativo es la fiscalización de los paraísos fiscales y la urgencia de elevar los impuestos a los multimillonarios.
El lado oscuro de la globalización, son los paraísos fiscales (Islas Vírgenes, Andorra, e Islas Caimán) como las jurisdicciones secretas, donde se localizan más de 8.7 trillones de dólares, provenientes de operaciones ilegales.
El punto de inflexión es tanto el ciber-yuan, cuyos flujos estarán fuera del Sistema Swift de los EU, que controla las transacciones financieras de más de 21 mil bancos del mundo, en su lugar ya está operando el China International Payments System, al cual ya se sumaron bancos rusos afectados por las sanciones norteamericanas a Rusia.
El neoliberalismo será superado por un nuevo modelo económico global, donde la tecnología, en toda su multidimensionalidad, está presente y en constante escalamiento, por la otra parte los nuevos sistemas financieros, donde las criptomonedas están ganando terreno.
La economía como la conocimos ya empezó a dejar de ser lo que fue, la disyuntiva es, favorecerá a la sociedad disminuyendo la desigualdad y desterrando la pobreza, o se incrementará la precarización hasta la hambruna. La moneda del cambio está en el aire.
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