El tránsito de los homínidos al homo sapiens y de éste al homo videns, es un largo proceso histórico de transformaciones, donde el conocimiento se erige como el factor transformador, cuyo escalamiento va de la capacidad de fabricar y usar instrumentos, a la transformación del entorno físico mediante el trabajo, generando sus satisfactores dotándolos de valor de uso, el cambio incremental y disruptivo, convergen hoy en el binomio tecnología-ciencia.
La historia de las civilizaciones (Quintanilla, M,A, 2017, p:25-29) es la de sus tecnologías y técnicas (habilidad para manejar sus instrumentos) que se aplicaban en sus actividades para sobrevivir, incluyendo la guerra y la organización-control de la sociedad. La génesis de la actual era tecnológica se localiza en los siglos XVIII Y XIX con las revoluciones industriales, que han dado paso a una nueva era tecnológica basada en la digitalización-nube-big data.
La generación del conocimiento científico-tecnológico fue un factor decisivo en la transformación económica y por ende social, así como del crecimiento económico y del desarrollo en algunos países, pero también trajo consigo la desigualdad y el rezago en grandes masas de la población; la desigualdad, la marginalidad y la pobreza de ese entonces, se han reproducido.
Nuevas prácticas productivas y sociales a la luz de los desarrollos científico-tecnológicos, han sido contundentes por la ruta marcada por la Investigación, el Desarrollo Tecnológico y la innovación (I+D+i) sin faltar la apropiación del conocimiento generado y generador de valor, o sea la Propiedad Intelectual.
Arribamos al siglo XXI con un incremento sustancial de dispositivos electrónicos (Arreola G, A, 2019) donde los procesos productivos fueron incluyendo la digitalización, que se aceleró con la pandemia del covid.
Ha sido descomunal el incremento de la información, según Data Never Sleeps, en el 2021 se generaron 5.2 billones de bytes, incremento que no muestra signos de desaceleración sino por el contrario; en la economía digital-nube-big data se considera la inserción de todos los agentes económicos, políticos y sociales, a través sus equipos de cómputo, generando y consumiendo cada vez más información, los gigas (10 a la 9) se han convertido en la unidad de consumo de conección a internet, no tardará que de los gigas pasemos al tera (10 a la 12) y al petabyte (10 a la 15) en un tiempo no muy lejano.
El internet-nube también está escalando a nivel satelital, dados los satélites de órbita geosincrónica, dando respuesta a los problemas de ancho de banda. Estamos pasando de las prácticas tradicionales de las TICs, que se basaban en poseer, a la de consumir.
A la par de la construcción de una sociedad de macrodatos-nube se ha generado la cibercriminalidad, por lo que tanto individuos (Arreola, G,A ob.cit) como organizaciones públicas y privadas, necesitan de normas, leyes y reglamentos sobre ciberseguridad, protegiendo la información a nivel local como global.
Los ciberataques son a través de virus informáticos que se autoreplican, además de gusanos, troyanos, botnets, programas espía, el ransomware, los rootkits, así como aquellos nuevos productos informáticos malignos que los cibercriminales puedan crear.
El Foro Económico de Davos publicó en este enero su informe Global Cybersecurity Outlook 2022 planteando pasar de la ciberseguridad a la ciber-resiliencia, que implica no solo la formación de capital humano especializado, sino también desarrollar y aplicar nuevas tecnologías, asegurando la protección de la información.
En la medida en la que todo individuo, familia, organización pública y privada, se digitaliza, participa interactivamente en la dimensión virtual del ciberespacio, que se intensificará cada vez más con otros espacios como el metaverso.
Multiplicándose también los ciberdelitos, como el robo de identidad, el espionaje industrial, los cibersecuestros, la pornografía infantil, el ciberbullyng, fraudes electrónicos y financieros; todo aquél que navegue en el ciberespacio es objeto probable, de un ciberdelito, propiciado por los programas informáticos que se infliltran o implantan en sus equipos de cómputo fijos o móviles.
El internet, abrió la posibilidad de que los cibercriminales tengan acceso a la población global. La información es un bien cada vez más valioso, protegerla de los ataques cibernéticos es tarea de todos, por lo que es imprescindible hacer de la ciberseguridad una cultura educativa y social.
La Ciberdelincuencia en Carrera sin fin En una Economía de Nube-Big Data