Howard Phillips Lovecraf (Howard Phollips, 2013, pág. 7) escribió en 1926 en su cuento titulado “la llamada de Cthulhu”: “vivimos en una isla de plácida ignorancia, rodeados por los negros mares de lo infinito… Las ciencias, siguen sus caminos propios…pero algún día la unión de esos disociados conocimientos nos abrirá a la realidad…”
Ausente de un sentido social, los grandes corporativos trasnacionales, que todo reducen a la lógica de venta y acumulación de capital, por su exigencia de alta rentabilidad, detentan la propiedad intelectual de Inteligencia Artificial (IA), la cual representa una arma más poderosa, que la bomba atómica, como lo refiriera Eliezer Yudkowsky del Machine Intelligence Research Institute (Xavier , 2023), en virtud de que es un instrumento estratégico que ha venido penetrando en toda actividad humana, al grado que ha transformado la vida familiar, productiva, y de esparcimiento, como las acciones de gobiernos.
Derivado del acelerado posicionamiento del Chat GPT3, que OpenAI lanzara el pasado noviembre, se plantean diversos riesgos, de forma tal que el 22 de marzo el Future of Life Institute (, Future of Life Institute, 2023) publicó una carta abierta haciendo un llamado para que se suspendan al menos 6 meses el entrenamiento de los sistemas de IA más potentes que el ChatGPT4, dado que los sistemas de IA con la inteligencia humana competitiva, (o sea de mercado) pueden plantear riesgos profundos para la sociedad y la humanidad; la firmaron mil 800 expertos y empresarios como Elon Musk y Eliezer Yudkowsky
El Center for AI Safety, publicó el 29 de mayo de este año la llamada “Declaración sobre riesgo de la IA”: Mitigar el riesgo de la extinción debido a la IA debería ser una prioridad global, junto con otros riesgos a escala social, como las pandemias y la guerra nuclear (Dan , 2023) la han firmado numerosos científicos y personajes como Sam Altman y Bill Gates.
Si bien es cierto que desde inicios de este milenio el avance de la IA, ha sido exponencial, también es cierto que el avance de la conciencia informática, ha sido prácticamente nulo, sobre todo ante el escalamiento de los ciberataques, la vulnerabilidad es manifiesta, como un síndrome social, pero sin conciencia de ello.
Tal parece que el proceso histórico marca etapas paradigmáticas, del homo sapiens al tecnohumanismo, que concibe a los humanos como la cúspide de la creación, pero ya no será relevante en el futuro, frente al desarrollo de los algoritmos no conscientes y más sofisticados (Harari, Homo Deus: Breve historia del mañana, 2017).
Desde la perspectiva de la Singularidad tecnológica, la cual sugiere que la IA excederá la capacidad intelectual de los humanos (Gabriela , 2014), y del pancomputacionismo, según el cual la realidad material en su conjunto, desde los genes hasta el cerebro, es un ordenador procesando información (Campos & Puelles, 2019, págs. 113-114), por lo que, según Robert Jastrow (ob cit), las máquinas actuales son inteligentes, pero comparadas con las del futuro apenas balbucean, ante sus ultrasapientes capacidades, los humanos pareceremos insectos.
El pantcomputacionismo plantea dos vertientes: por un lado el pantcumputacionismo biológico, desde la teoría de Jean Baptiste Say (Osorio, 2023), el entorno biológico modifica a los organismos, que tienen que transformarse, por sus nuevas necesidades de sobrevivencia, por lo que el desarrollo de la IA registra una dinámica parecida, por lo que las especies menos dotadas tenderán a desaparecer.
Por otro lado está el pantcomputacionismo social, donde se plantea que la sociedad actual está inmersa en la era de la hiperconectividad y del dataísmo, cuya complejidad es aplastante, donde la generación e intercambio de información se incrementa de tal forma que supera la capacidad humana para su procesamiento, lo que hará necesario que un soberano electrónico nos asista, creando un gobierno corporativo global, superior a la especie humana.
Las versiones catastróficas, distópicas y de armonía social, suelen generarse y cruzarse, pero el centro de todo, es que si el ser humano ha sobrevivido, es por la evolución de su capacidad cognitiva y su solidaridad humana, que por difícil que sea, solo a través de ellas le permitirán superar el planteamiento de extinción ante la Inteligencia Artificial.