Abril es el mes de las niñas y niños, muchos son amados por sus padres y demás familiares, sin embargo millones son maltratados y asesinados, en la región de Kiev Ucrania van más de 140 niños muertos y más de 170 heridos; en Siria un millón 106 mil murieron en combates del 2018; según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) un millón 600 mil niños murieron o desaparecieron entre 2014 y 2018; en México, según las cifras del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública 934 niñas y niños fueron víctimas de homicidio doloso y feminicidio en 2020, ocasionados tanto por el llamado crimen organizado como por violencia intrafamiliar; estas cifras evidencian lo aberrante de un segmento de la sociedad, cuya demencia no les permite visualizar que los niños y las niñas son el futuro de la humanidad.
Lo más grave es que ésta condición humana se está replicando en el contexto tecnológico, si bien lo dijo José Ortega y Gasset (1939) “sin la técnica-tecnología- el hombre no existiría ni habría existido nunca” este filósofo español define a la tecnología como “la reforma que el hombre impone a la naturaleza, en vista de la satisfacción de sus necesidades”.Esto sería su aplicación ética
La tecnología es consustancial a la especie humana, no podríamos vivir si ella, sin embargo el desarrollo ciencia-tecnología es simbiótico, amplificando recíprocamente, a una velocidad que supera las regulaciones de los diversos países, pasando de ser aliada de la humanidad, a ser instrumento de intereses mercantilistas, tanto de grandes corporaciones empresariales, como del macro crimen, que no buscan la sustentabilidad ni los derechos humanos, sino por el contrario, ven a la sociedad como una masa de consumidores, relegando la condición humana a la irrelevancia, cuando dejan de comprar, éstas dos formas de organización privadas, convergen en la formación de oligopolios trasnacionales, buscando el dominio de los mercados y el sometimiento de gobiernos, en aras de su febril búsqueda de la más alta ganancia, pero indiferentes a todo sentido social y humano.
La sociedad global está inmersa en un proceso acelerado de tecnologías y digitalización, que han impactado en todos los sectores sociales, donde la infancia no es la excepción, desde el momento en que millones de niños llegan al mundo se les inserta en los procesos digitales, desde la atención médica hasta las imágenes de sus primeros momentos.
Millones de niños crecen a la par del desarrollo de sus capacidades tecno-digitales, ofreciéndoseles un horizonte de aprendizaje en una ruta hacia un futuro mejor; pero no están exentos de riesgos ya que pueden ser víctimas de la tecno-digitalización, por los ciberdepredadores, que ven en los niños a los usuarios mas vulnerables; la seguridad en el espacio virtual no está garantizada al 100%, por ejemplo la plataforma de videojuegos Roblox que tiene mas de 60 millones de usuarios, que pueden crear su avatar en un video juego, la madre de una niña de 7 años denunció que su hija estaba viendo un videojuego donde el avatar, con la imagen de la niña, estaba siendo víctima de una violación grupal.
También hay millones de niños que no tienen el acceso al espacio digital, están marginados de todo tipo de tecnología, negándoseles mejores condiciones de aprendizaje, limitándoseles el desarrollo de sus conocimientos y aptitudes, para transformar sus entornos socio-económicos, no podrán romper los ciclos intergeneracionales de pobreza y marginación.
Las nuevas generaciones son tecnológicas, pero ¿qué es un niño tecnológico? Una niña o niño tecnológico es aquél, que utiliza las diversidad tecnológica para aprender, para ampliar su capacidad analítica, su pensamiento crítico, su sentido humano, el valor de la sustentabilidad y la trascendencia de los valores, es el niño o niña, capaces de discernir entre el bien y el mal, el que no ve a la tecnología como un fin en sí mismo, sino como lo que es, un instrumento para ampliar sus capacidades de hacer y crear, un niño tecnológico es ante todo un ser humano y el futuro de la humanidad, no puede, no debe de ser reducido, a un mero consumidor.