La acelerada revolución tecnológica con cada vez más aplicaciones en la medicina, permiten visualizar que en un futuro no tan lejano la humanidad pueda detectar y tratar a las enfermedades en forma cada vez más temprana, al grado de que las detengamos en el estadío cero, es decir antes de que aparezcan.
La más clara referencia es el cáncer, más difícil de tratar cuando es detectado en estadíos avanzados, de ahí que cada vez hay más herramientas de diagnóstico para detección temprana.
Pero el reto es el estadio cero, cuando aún no hay alguna manifestación clínica. Y ello parece verse aterrizado con el desarrollo de la ciencia material, el de las nanoparticulas, esos muy pequeñísimos nanorobots que podrán viajar al interior de nuestro cuerpo y buscar, encontrar y tratar enfermedades. Será una herramienta de detección temprana mucho más eficiente que el ojo médico y de tratamiento o abordaje previo. Será una forma de medicina predictiva, que permitirá ya no digamos ubicar el tumor antes de que nuestra mano pueda detectar la bolita en el cuerpo, sino incluso antes de que aparezca.
Otra área de tecnología aplicada a la medicina, aún prematura pero prometedora, es la idea de medicina regenerativa y restaurativa, aquella que mediante células madre, podrá ayudarnos a reestablecer nuestro kit interno de auto-reparación y batallar contra una enfermedad o restaurar nuestra salud utilizando los sistemas del propio organismo.
Pero mientras la ciencia aprende acerca de restaurar y regenerar nuestros órganos, están ocurriendo cambios interesantes que nos permiten visualizar lo valioso de la información.
John Nosta, experto en las tendencias globales de la salud digital, lo dijo claramente en el Leaders Summit de Novonordisk celebrado hace unos días en Tulum, Quintana Roo: Viene una nueva moneda para el mundo de la actualidad y para la medicina. Esa es la información. Los datos derivados del funcionamiento de nuestro cuerpo, es decir de la sociedad, ahora pueden ser almacenados, analizados y procesados de tal forma que su utilidad pueda ir generando riqueza, y por tanto la aportación de información pueda significar igualmente monetización. Y ello ya es posible gracias a la inteligencia artificial. Las empresas que la generan y utilizan crecen a ritmo acelerado.
El rumbo del Big Data -advierte John Nosta- es uno de los aspectos fundamentales del cambio en el mundo hoy en día. De hecho, concibe al BigData como la tercera ventana tecnológica en la historia de la humanidad. La primera fue el telescopio de Galileo Galilei que al igual que Copérnico fue acusado de blasfemia y perseguido por la Iglesia de la época por haber dicho que la tierra no era el centro del universo. La segunda fue el microscopio que nos mostró el mundo micro críticamente importante de conocer para la vida. Y ahora el BigData llega como tercera ventana para ayudar a ubicar las conexiones de la humanidad, es decir a analizar los datos de cada uno como individuo y determinar combinaciones y vinculaciones útiles para la ciencia, la medicina y el bienestar. Así como la teoría de los 6 niveles de separación que hay entre cada ser humano, el BigData, por el contrario, promete ayudarnos a ubicar los grados de conexión.
Pero para llegar a esto, el componente vital que está apenas cobrando vida, nos comparte Nosta, es el poder de la tecnología computacional que con su enorme potencial de conectividad, almacenamiento y generación de combinaciones, conformará algo que en esencia será más inteligente que el cerebro humano.
Y aunque todo esto deriva en profundas discusiones filosóficas, la realidad irrebatible es que está transformando ya la práctica de la medicina. Y empezando por los médicos, no es posible ignorarlo. Simplemente, la cantidad de información que nos llega hoy en día es más enorme que nuestra habilidad para manejarla. No podremos negarnos al apoyo que nos puede dar esa avanzada tecnología para digerirla y aprovecharla de mejor manera de la que nos es factible por sí mismos.
De ahí que el término de medicina colaborativa, se refiere no sólo a colaborar entre médicos y pacientes, sino también entre médicos y tecnología, o más bien, máquinas con inteligencia artificial.
Fuente: El Economista