Ahora que nos enfrentamos a unas nuevas elecciones en España y que se acercan las de Estados Unidos volveremos a oír el caso de Cambridge Analytica y cómo usaron el big data para manipular una parte decisiva del voto.
Para los que escuchan big data y no acaban de entender qué es, lo intentaré explicar rápidamente. Gran parte de los sistemas informáticos actuales actúan con grandes cantidades de información que se van acumulando sobre nosotros y nuestras vidas. Con esa información se van tomando decisiones: qué anuncio en una página web te puede interesar más, qué show proponerte en Netflix o qué capacidad tienes de pagar un préstamo.
Pero la estructura de esos datos es la que crea un marco sobre el que operar, y pongo un ejemplo: si para saber tu capacidad de pago tienen en cuenta únicamente si alguna vez no pagaste algo, van a pasar por alto a todos los que tuvieron un aprieto alguna vez pero luego han tenido unos trabajos muy bien remunerados. Cualquier banco estaría mucho más contento metiendo la variable de qué trabajos has tenido recientemente y cómo te has comportado con otros préstamos cuando tenías liquidez.
Como podréis imaginar, el género es uno de los campos más habituales a la hora de caracterizar a un individuo.
Pero, ahora que ser mujer es algo mucho más complicado que unos genitales, como ya debatía en el artículo Por qué soy un hombre, me parece interesante tener en cuenta variables más específicas a la hora de analizar la discriminación de la mujer.
¿Provoca rechazo o da menos seguridad una gestualidad relacionada con lo culturalmente femenino?
En los sistemas informáticos se incluye únicamente hombre/mujer y en algún caso muy poco habitual una tercera posibilidad. Esto implica que todos los análisis de discriminación se hacen con la única información de si se es hombre o mujer, pasando por alto otras muchas variables que intersectan en la discriminación que se puede recibir. Existen personas catalogadas como hombres que tienen mucha pluma, mujeres trans que a la vista de mucha gente no pasan por su género y que reciben maltratos por ello, mujeres con unas capacidades consideradas mucho más masculinas que femeninas e infinidad de casos que rompen el binarismo cultural hombre/mujer.
Eso sin entrar en las personas agénero, de género neutro, no binario, fluido y cualquier otro.
¿No sería interesante empezar a analizar más a fondo cómo se descompone esa discriminación para tener datos más reveladores?
Pensando en las características asociadas con la mujer que son causa de discriminación podríamos analizar muchas variables que servirían para entender mejor el problema:
¿Es la capacidad de tener hijos?
¿Está mal visto ser emocional, especialmente en entorno laboral?
¿Provoca rechazo o da menos seguridad una gestualidad relacionada con lo culturalmente femenino?
¿Una persona sexualizada pierde convicción desde un punto de vista intelectual?
Si pudiéramos clasificar a las personas según su control de las emociones, su feminidad percibida y otras muchas variables aparte del género como pueden ser la raza o la clase social, podríamos tener una visión más detallada de cómo nos tratamos y las causas.
Usando únicamente la etiqueta del género es muy probable que sigamos discriminando actitudes asociadas con la mujer y aunque los números mejoren sea en parte porque las mujeres no tengan más remedio que copiar al hombre en lo que culturalmente se ve como positivo.
Si se eliminaran esas etiquetas pasarían desapercibidas múltiples discriminaciones o incluso violencias y asesinatos machistas.
Si no entendemos cómo funciona (actualmente) la mente humana con los diferentes estímulos que recibe, difícilmente podremos entender el problema para empezar a vislumbrar un futuro en el que las etiquetas hombre/mujer no sean necesarias.
Por ahora, si se eliminaran esas etiquetas pasarían desapercibidas múltiples discriminaciones o incluso violencias y asesinatos machistas, pero si lo lleváramos más lejos abriríamos la puerta a entender mejor la raíz del problema.
Eso sí, ¿estamos dispuestos a que nos clasifiquen con tanta precisión? Me temo que casos como Cambridge Analytica ya han demostrado que nos tienen analizados con infinito detalle en cuanto a cómo pensamos; espero que se use toda esa información para algo más creativo y no para manipular nuestros actos de una manera tan directa.
Fuente:
Jorge Gonzalo, J. G. (2019, 2 octubre). El ‘big data’ y la discriminación de la mujer. Recuperado 4 octubre, 2019, de https://www.huffingtonpost.es/entry/el-big-data-y-la-discriminacion-de-la-mujer_es_5d93e5ffe4b0019647b07659