El desarrollo de la Universidad Autónoma de Nuevo León es de precio accesible, eficiente y sustentable.
Tallos de maíz triturados, aserrín y fibra de coco son algunos residuos generados por el sector agrícola que hoy en día son útiles para generar biomateriales, mismos que pueden ser utilizados en la industria de la construcción o paquetería. Todo ello a partir de una combinación de distintos desechos de materia prima con micelio -que es la raíz de los hongos-, elemento que se aplica en una estructura en la que se alimenta de diferentes materiales para que con el paso del tiempo se genere un polímero natural sólido similar al plástico
El producto obtenido de esta formulación adquiere sus propiedades mecánicas según los elementos con los que se alimente al micelio, por ejemplo si se le da sorgo y pasto, el material se forma resistente y soporta mucha carga, pero si come fibra de coco y aserrín no se quema, en cambio si el alimento es pulpa de cartón, pasto bermuda y poco aserrín, éste absorbe la humedad del ambiente, es decir, el material se acopla a las necesidades de producción. “Lo que nosotros hacemos es replicar un proceso que se encuentra en la naturaleza y sintetizarlo para la industria”, aseguró Mauricio Franco estudiante de la facultad de Ingeniería de Ingeniería Mecánica y Eléctrica en la Universidad Autónoma de Nuevo León.
Algunos productos que se pueden crear con estos biomateriales son: paneles de insolación, -que es lo más rentable, ya que son láminas-, mesas, tablas de madera similares a la tablaroca con propiedades aislantes térmicas, así como también moldes para empaques de productos electrónicos o artículos de uso efímero, como si fuese unicel. No obstante, también se pueden generar estructuras más complejas como bicicletas, no totalmente hechas de micelio, pero creadas en gran parte de este material, detalló el estudiante de la UANL.
Además el investigador enfatizó en que la rentabilidad de generación de estos productos es alta, ya que para crear la línea de producción se usan residuos del campo provenientes de empresas agrícolas que nadie ocupa, por lo tanto, se pueden fabricar estos materiales con centavos, ya que sólo se gasta en la incubación, es decir en el proceso de desarrollo del hongo. Producir estos productos implica una tasa interna de retorno del 192 por ciento, por lo cual es eficiente, sustentable y fomenta una cultura ecológica.
Actualmente estos materiales se fabrican a escala menor en el laboratorio de la facultad de biología de la UANL, sin embargo, se está buscando la manera de rentar espacios más grandes y maquinaria para una producción mayor, comentó el estudiante.
El doctor Efrén Robledo Leal investigador en el área de micología de la facultad de biología de la UANL es quien innovó el material, ya que trabajó dos años en la investigación y aplicación del micelio de hongo; posteriormente Dominik Reyes Nieto, egresada de la Facultad de Ciencias biológicas y los alumnos Mauricio Franco Herrada y Carlos Muñoz Bernal ambos de la facultad de Ingeniería Mecánica y Eléctrica, se unieron al proyecto para ampliar la investigación, seguir innovando y generando la aplicación industrial de los biomateriales