Hasta 250.000 ejemplares alterados para que su progenie no sobreviva son liberados cada día en la localidad brasileña de Piracicaba
A las 07:00 de la mañana de un día de verano en Piracicaba, una ciudad del estado brasileño de Sao Paulo, Cecilia Kosmann estaba sentada en la parte de atrás de una furgoneta, rodeada de envases de plástico de comida para llevar. Pero en lugar de comida, los botes estaban llenos de mosquitos macho de Aedes aegyptimodificados genéticamente (MG). Cada dos minutos, agitaba un envase dentro de un embudo de plástico para liberar a los mosquitos al aire libre del exterior.
Para cuando la furgoneta terminó su ruta diaria por dos barrios, había puesto en libertad a unos 250.000 ejemplares.
Estos mosquitos pasarán la vida compitiendo entre sí, copulando y, dado su alto número, avasallando a la población de machos silvestres que buscan sus propias hembras. Debido a un cambio genético de su ADN, sólo vivirán cuatro días y sus crías jamás superarán la fase larvaria.
Los insectos fueron desarrollados por Oxitec, una empresa británica que los llama “Aedes amigables” y los produce en unas instalaciones ubicadas a una hora en coche de Piracicaba. Aunque los insectos aún no están disponibles comercialmente, el programa piloto de Piracicaba se ha convertido en prueba para comprobar si los insectos modificados genéticamente podrían frenar la transmisión de enfermedades.En caso afirmativo, también será necesario analizar si el coste de la medida puede ser asumido por las ciudades.
El proyecto arrancó en abril de 2014, un año después de una epidemia de denguebque provocó más de 1,5 millones de casos en Brasil. Hasta ahora, funciona: después de 10 meses de pruebas en dos pequeños barrios, el número de casos de dengue entre los 5.600 habitantes cayó en un año de 133 casos a tan sólo uno. El alcalde de la ciudad, Gabriel Ferrato, está buscando financiación estatal para ampliar el programa. Ferrato asegura que “si tuviese los recursos necesarios ahora mismo, adoptaría el método en toda Piracicaba”.
El dinero no resulta fácil de conseguir ahora mismo en Brasil, que está pasando por una importante crisis económica y política. Su moneda se ha desplomado, y un escándalo de corrupción del dinero petrolífero ha llegado hasta el despacho de la presidenta. Ahora también es el epicentro de la epidemia del Zika, y los políticos se echan las culpas de ello. Se especula que otros países podrían boicotear los Juegos Olímpicos de verano en Río. El ministro de Sanidad de Brasil, afirmó en enero: “Estamos perdiendo la batalla contra los mosquitos horriblemente”.
Pero el problema también está convirtiendo al país en un invernadero de nuevas tecnologías. Además de los mosquitos MG, se están realizando experimentos con mosquitos infectados con una bacteria, Wolbachia, que parece impedir la transmisión de enfermedades. Un proyecto en esta línea ha recibido 40 millones de dólares (unos 36 millones de euros) de la Fundación de Bill y Melinda Gates, y se espera que en los próximos cuatro meses se despliegue ampliamente por Brasil. Un enfoque aún más futurista, que emplearía la edición genética para erradicar los mosquitos, no estará disponible para su aplicación hasta dentro de varios años.
El pasado mes de agosto, Oxitec, que también ha organizado lanzamientos en Panamá y las Islas Caimán, fue adquirida por 160 millones de dólares (unos 143 millones de euros) por el conglomerado estadounidense Intrexon. El gigante posee un catálogo de organismos transgénicos, incluidos el salmón y los manzanos. Ahora que Brasil está combatiendo el Zika además del dengue (ambos virus son propagados por mosquitosAedes aegypt, al igual que el virus de la chikunguña) el interés por la tecnología se ha disparado. El director de la operación brasileña de Oxitec, Glen Slade, afirma: “El momento de crisis pasará, pero estamos seguros de que nuestra tecnología ha llegado para quedarse”.
Los insectos MG son criados cerca, en la ciudad de Campinas, en unas instalaciones que pueden producir dos millones de mosquitos a la semana. En una habitación completamente blanca, los mosquitos son emparejados y las larvas resultantes son separadas por sexos. Los trabajadores abordan los mosquitos extraviados con un sistema de control de insectos por descarga eléctrica en forma de raqueta de tenis(similares a las que se venden en las tiendas pero que se han agotado en un Brasil obsesionado con los mosquitos).
La instalación de Oxitec en Campinas, al sudeste de Brasil, cría mosquitos MG para combatir la fiebre del dengue. Un trabajador ataja los insectos extraviados con una raqueta de tenis ‘electrificada’.