En la Facultad de Química de la Universidad Autónoma de Querétaro se experimenta con formas de producir biocombustibles sólidos a partir de la gran cantidad de residuos (cáscaras y semillas) que se generan para poder llevar a la población por ejemplo una botella de jugo de frutas.
La idea del grupo de Procesos Sustentables de Producción de Bioenergéticos, a cargo de Claudia Gutiérrez Antonio es combatir el problema de contaminación creado por los residuos agroindustirales, dándoles un valor agregado al transformarlos en otros productos.
Para proyectos como este se parte de la biomasa residual tanto del proceso agrícola como lo que queda después del cultivo de alguna especie, y que de no utilizarse generan un problema de contaminación, y si bien es cierto que algunas partes que quedan en los campos pueden utilizarse como leña para producir energía, también es cierto que se buscan las condiciones óptimas para que generen la mayor cantidad de energía posible.
Es así como se decidió elaborar pellets (aglomerado) de residuos de arroz, en palabras de Inés Ríos Badrán, estudiante de maestría de la UAQ:
“La cascarilla de arroz es un residuo agroindustrial que no tiene ningún uso, solamente es quemada y se deja en los campos para que sirva de abono o para los procesos de secamiento del arroz. Entonces tenemos un gran potencial, ya que la cascarilla no la consumen ni humanos ni animales y, además, si se tira al agua flota porque tiene un alto contenido de silicio (Si)”
Tomando en cuenta que la mayor parte de los países de América Latina son productores de este cereal, se genera una buena oportunidad para utilizarla como materia prima para producir biocombustible.
Tanto las comunidades que utilizan estufas de leña como las ladrilleras que en sus procesos suelen utilizar la quema de llantas, podrían beneficiarse de estos pellets que se elaborarían a partir de la cascarilla del arroz, que deberá procesarse hasta tener no más de 10% de humedad para obtener un óptimo poder calorífico.
Además también la paja de frijol se utiliza como materia prima para producir pellets, entre esos residuos son el tallo, la hoja y la vaina, actualmente se utilizan como abono, pero no son especialmente nutritivos para el suelo, además de que no se utilizan para otra cosa de manera óptima, pues aunque en algunos lugares es parte del forraje, tampoco tiene buena cantidad de proteína, entonces lo que se busca es aumentar la densidad energética de estos residuos para obtener también su máximo poder calorífico.
Con la colaboración de la Universidad de Cardiff en Reino Unido, se va a analizar cómo se queman estos pellets para saber qué gases además del CO2 se desprenden de la combustión, y también qué provecho puede sacarse de las cenizas que poseen un alto contenido de silicio y por último, se estudiará la viabilidad de utilizar estos residuos en centrales carboeléctricas.
Definitivamente hay muchos recursos que no se habían volteado a ver con anterioridad para la producción de combustibles o energía que son mas limpios y más sustentables, y gracias a las iniciativas de nuestros científicos mexicanos, podríamos perfilar al país como un puntero en innovación en este sentido.
Fuente: Xataka