El mundo de la inversión de impacto social está de moda, y el crecimiento demostrado en apenas una década en nuestro país indica que no es pasajera. Algo similar se podría decir de blockchain, una tecnología relativamente reciente pero que por sus características intrínsecas está permitiendo la aparición de numerosos proyectos sociales que apuestan por crear ecosistemas de impacto positivo. Así que por las características de uno y otro no sería extraño que pudieran converger en un mismo camino en un futuro no muy lejano en beneficio de ambos. De hecho, ya está sucediendo.
Según datos de Foro Impacto, la asociación que agrupa más de 60 entidades españolas del sector, se destinaron el año pasado cerca de 90 millones de euros a la inversión de impacto social en España el año pasado. Una cantidad significativa pero todavía testimonial si lo comparamos con los datos recogidos en el último informe de Global Impact Investing Network, que eleva esta cifra en más de 500.000 millones de dólares a nivel mundial, con crecimientos por encima del 100% anual.
Las empresas que operan bajo estos nuevos modelos -económicos, sociales y/o medioambientales- se denominan empresas sociales, y están diseñadas para ser rentables pero también para generar impactos positivos con su actividad. Una original aproximación que, en el caso de las personas con menos recursos, resuelve fallos sistémicos del mercado y nos aleja de la visión tradicional de pensar que estas personas son un problema irresoluble. Economía del propósito, de triple balance o economía circular son algunos conceptos donde estas empresas sociales se sienten identificadas.
Uno de los máximos artífices de la consolidación y desarrollo del ecosistema de Impacto en España es Agustín Vitórica, fundador de GAWA Capital, la firma líder en inversión de impacto en España y responsable del asesoramiento de diversos fondos de inversión de impacto que suman más de 70 millones. Estos fondos han realizado más de 20 inversiones en empresas sociales con el propósito de mejorar la vida de personas de bajos ingresos en países en vías de desarrollo.
La inversión proviene de diversos inversores privados e institucionales, como el Fondo para la Promoción al Desarrollo de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID). Vitórica, que trabajó durante casi 10 años gestionando una family office, es un referente ineludible en el mundo de la inversión de Impacto. “En los primeros siete años de trabajo estaba convencido que había un espacio insalvable entre las inversiones con fin de lucro que realizaba la familia y las actividades filantrópicas”, asegura. “En aquel momento no existían alternativas que permitieran combinar ambos fines. Sin embargo, la concesión del Premio Nobel de la Paz a Muhammad Yunus en 2006 me hizo ver que era posible la creación de nuevos modelos de negocio diseñados para incluir a los más desfavorecidos de forma sostenible y rentable. Por ello, decidí dejar mi trabajo de forma voluntaria para crear GAWA Capital”.
Además de GAWA Capital existen otros actores destacados en el ecosistema nacional como La Bolsa Social, la primera plataforma de crowdfunding social que cuenta con la aprobación de la CNMV o Creas que acaba de cerrar su fondo Creas Impacto con 16 millones. Ship2B, otro de los referentes en el sector y principal aceleradora de empresas sociales, cuenta, además, con una potente red de grandes empresas en las que se apoya para acelerar el crecimiento de las empresas sociales que selecciona.
Y es aquí donde entra blockchain y las empresas sociales, nativas de la tecnología. Recientemente se ha hecho pública la inclusión de EthicHub en el LAB de Inversión y aceleración del programa Tech4Social de Ship2B, una colaboración que puede abrir las puertas a otras muchas en el futuro. La propuesta de EthicHub ha sido reconocida por el ecosistema Blockchain y Fintech en España. En 2017 ganaron el premio Blockchain4Humanity al mejor proyecto Blockchain en la categoría de inclusión financiera y en 2018 el Spanish Fintech Award a la mejor startup de impacto social. Más recientemente, en la Bienal Iberoamericana de Diseño fueron la propuesta más galardonada sumando a sus vitrinas el Premio Diseño para el Desarrollo / Cooperación Española, el Premio Diseño y Emprendimiento y una mención especial en la categoría de Diseño de servicios. Y ahora también el mundo del impacto social ha reconocido su propuesta de financiación colaborativa enfocada en agricultores desbancarizados. Estos pequeños productores, “a pesar de tener una actividad muy rentable, se ven obligados a financiarse a tipos que superan el 100% anual. Y aun así son capaces de pagarlos porque son personas trabajadoras”. Quien así se expresa es Jori Armbruster, CEO de EthicHub.
Para Armbruster, Blockchain nos sitúa en un nuevo paradigma tecnológico donde podemos crear ecosistemas donde todos los actores involucrados ganen con la relación. “En nuestra plataforma, cualquier persona puede dejar ahora 100, 200 o 1.000 euros y recibir un 10% de rentabilidad por su dinero, pero a cambio estamos logrando dar una nueva herramienta de financiación a estos pequeños agricultores a tipos mucho más bajos y accesibles”. Una forma eficaz de romper el círculo de la pobreza de los millones de agricultores desbancarizados que habitan el planeta. “Y lograr atraer dinero privado que aunque no necesariamente quiera ir destinado a acciones altruistas y sólo pretenda obtener un lícito rendimiento, lo podemos destinar a la economía real y productiva”.
Como EthicHub, existen otras muchas propuestas blockchain que abordan estas cuestiones de impacto desde distintas ópticas pero siempre con el uso de esta tecnología como elemento diferenciador, que permite optimizar procedimientos y eliminar intermediarios innecesarios. El referente de las iniciativas de impacto, nativas de la cadena de bloques es Blockchain4Humanity, que selecciona y galardona esos proyectos que buscan generar un impacto positivo con su actividad. Esta iniciativa es muy reciente. Cobró forma en la edición de 2017 de la BitConf celebrada en Colombia.
En la última edición que tuvo lugar en Chile, fueron premiados, entre otros, la compañía argentina DIDI, que pretende generar una identidad digital para favorecer la inclusión financiera y social de las personas más desfavorecidas y Helperbit, una plataforma creada para canalizar donaciones transparentes a ONG´s o recaudar fondos para destinarlos a paliar desastres naturales puntuales. En la categoría de Dreamers destaca Crypto Development Fund, una plataforma de inversión global que aspira a financiar startups nativas de la tecnología que tengan como finalidad generar impactos positivos.
Objetivos de Desarrollo Sostenible- Agenda 2030
La gran importancia de la inversión de impacto es que permitirá movilizar la inversión privada necesaria para cumplir los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas. Para lograrlo, es necesario movilizar 2,5 billones de dólares al año de inversión privada porque la inversión pública no llega a un tercio del total necesario. Para atraer capital privado, las administraciones públicas están utilizando la financiación combinada (blending). Estos proyectos de blending permiten al capital proveniente de fuentes públicas absorber mayor riesgo y obtener menor rentabilidad en favor del capital privado. Así se trata de favorecer que muchos inversores privados que han permanecido alejados del sector de impacto social puedan entrar en estas propuestas con menor riesgo y mayor rentabilidad.
Además, el capital público también se utiliza como Asistencia Técnica para fortalecer las empresas sociales en las que se invierten los fondos de blending. GAWA Capital acaba de lanzar su fondo Huruma como primer proyecto de esta categoría en España. “Queríamos mostrar que en España es posible la colaboración entre entidades públicas como AECID o COFIDES con inversores privados para crear un gran fondo de impacto social a nivel europeo que permita llegar a miles de pequeños productores agrarios en países en vías de desarrollo” señala Agustín Vitórica. El fondo Huruma ha movilizado 30 millones de inversión de las entidades públicas que han atraído fondos con las facilidades de blending de la Unión Europea. La inversión pública prevé movilizar entre 70 y 90 millones de euros de inversores privados, convirtiéndose en el mayor fondo de impacto social español y uno de los principales fondos de Europa.
El primer contacto entre estos dos mundos que comparten una misma finalidad ya se ha materializado, rompiéndose las barreras tecnológicas o de desconocimiento. Las empresas sociales, nativas de blockchain, pueden optar a una nueva financiación distinta a la inversión especulativa que todavía está asociada con el mundo de las criptomonedas. Por otro lado, el mundo de la inversión de impacto, tiene a su disposición nuevas propuestas tecnológicas que, blockchain mediante, puedan generar el impacto buscado siendo también rentables. Una nueva situación donde todos los intervinientes ganan con la relación.
Fuente: Retina El Pais