A lo largo de la historia se ha gestado un gigante más grande que los índices económicos, más fuerte que una docena de portaviones y miles de marines de los Estados Unidos de Norte América, algo que todo el mundo conoce y nadie denuncia como a los yihadistas o revoluciones llenas de masacre en África; este gran mal que ha subsistido a través de los años, a través de los gobiernos, monarquías, dictaduras, o cualquier sistema de gobierno conocido por el hombre moderno.
Este monstruo al que muchos llaman fenómeno se denomina ¡CORRUPCIÓN!. Entendiéndolo en su sentido abstracto como aquel acto en el que un extraño seduce con acciones o palabras la voluntad de una persona.
Llevado tal concepto a la actualidad y realidad social y política, se traduce como el pago de dádivas en dinero o especie a funcionarios públicos capaces de cambiar el rumbo de una política de gobierno.
En Latinoamérica este gigante ha sido un mal que ha crecido desde los mínimos círculos de gobierno, hasta los más altos jefes de gobiernos en nuestros países; consumiendo nuestros recursos y riquezas, naturales y las no renovables. Por muy aterrador que suene todo esto, la solución surgió en el 2009 con la aparición del Bitcoin, pero no fue sino hasta algunos años atrás que nos dimos cuenta del enorme potencial de tecnología utilizada para el Bitcoin; ¡El Blockchain era la respuesta!.
La tecnología blockchain garantiza el uso transparente de la información, de las transacciones financieras y desde luego, de las políticas de gobierno que deseen usarla. Dinamarca por ejemplo, según Transparencia Internacional es el país más corrupto del total de 180 países sondeados. Los principales de Latinoamérica son Venezuela y Nicaragua.
Con el uso adecuado de la tecnología blockchain en los gobiernos podrían solucionar 2 problemas históricos, el gasto público y la corrupción.
El apunte tecnológico de un gobierno democrático que quiera realmente ser transparente y evitar escándalos como los de ODEBRECH necesariamente incluye el blockchain. Y ello es así, debido a que esta tecnología le permite ejecutar smart contracts en áreas vitales como las licitaciones de bienes y servicios, ahorrando mucho material que aún se revisa de manera manual y genera atrasos que se traducen en pérdidas de recursos humanos y financieros.
Un ejemplo básico del posible uso del blockchain son los procesos de licitaciones, que no se limitaría al mero trámite administrativo sino a la verificación de cumplimientos de requisitos legales y financieros que evitarían fraudes al fisco. Esto se reflejará en la red blockchain evitando la manipulación del proceso para beneficios personales atraídos por la corrupción.
El ecosistema blockchain ha sido iniciativa para el gobierno de Argentina, quien ha apostado mucho por el uso de esta tecnología la cual esperamos que se implemente y sirva de ejemplo en la lucha contra la corrupción. La tecnología blockchain garantiza transparencia, seguridad, automatización y evolución, lo que se traduce en eficiencia.
La complejidad de los algoritmos requieren revertir más de la mitad los ordenadores en la red que resguarda y verifica la información para poderla cambiar. Ello significa, que si un vídeo se hace viral, tendríamos que bloquear el uso del Internet a nivel global, modificar el vídeo y volverlo a subir para probar la manipulación de Internet, algo que no es viable; este tipo de seguridad e irreversibilidad genera el Blockchain que siendo utilizado en políticas de estado garantiza una mejor gobernabilidad.
Fuente: Criptotendencia