Comencemos por el principio. Con tanto palabro tecnológico, resulta fácil perderse. Incluso es probable que utilices una tecnología, aunque nunca la hayas llamado así. Con los tokenssuele suceder. Esta herramienta no es más que dotar de valor digital –generalmente en criptomonedas– a un producto o servicio físico. Es decir, cuando pagas con el móvil, usas tokens; y en el momento en que recibes puntos de una aerolínea, más de lo mismo. Esto son solo unos pequeños ejemplos de lo que está por venir si la economía termina de abrir nuevos mercados en torno a esta idea.
Las relaciones laborales aparentan sencillez, pero la idea sobre la que se sustenta puede extrapolarse a cualquier sector. El de la cultura y el inmobiliario, que ya han empezado con algunos proyectos, son más ejemplos de cómo adentrarse en esta nueva forma de operar en el mercado. Tal y como sostiene Núñez, en la mayoría de casos hay que recurrir a blockchain para conseguir una verdadera tokenización. “Gracias a su base criptográfica, podemos dar un derecho de uso al dueño de un activo. El bien como tal, como ocurre con bitcoin, no es tangible, pero sí las anotaciones de quien lo posee”, añade.
Si este modelo crece, como algunos expertos vaticinaron en el evento Blockchain y la economía del token, organizado por EL PAÍS Retina, pondría a los operadores de redes, como es el caso de Telefónica, ante un nuevo escenario en el que podrían habilitar nuevos negocios. En palabras de Núñez, permitirían que los activos tokenizados fluyeran de forma segura y sin comprometer el valor o el bien que representan. Vuelve al ejemplo de las criptomonedas para explicar esta oportunidad. “La red siempre tendría el control del contenido representado por el token y nadie podría falsificarlo o piratearlo, solo los que estuvieran fuera de la red. Es igual que con un bitcoin, que solo se transmiten y consumen en su red”, precisa.
Al acecho de nuevos mercados
Una de las principales dificultades con la que se ha topado la economía de tokens es la del intercambio de productos diferentes. La energía o los servicios de red son tokenizables, pero, ahora mismo, no se integran en un mismo mercado. Hasta que los proveedores de este modelo económico no aprendan a trabajar con tokens, será imposible combinar sectores heterogéneos. Por el momento, podemos comerciar petróleo por petróleo o gigas por gigas, pero no los unos con los otros. “Para la rentabilidad de una startup sería más fácil un modelo de negocio en el que se crucen distintos campos, como la energía con la comunicación”, argumenta Núñez.
Contratiempos al margen, una idea que subyace en todo este entramado de tokens es la de la descentralización.Genera una relación horizontal, trazable e inmutable en la que quienes posean un producto o servicio podrán negociar de igual a igual. A fin de cuentas, comparten un valor digital compartido entre ellos. “Pero no solo es dinero, también permite gestionar el activo”, sugiere Núñez. Sería una forma de otorgar derechos sobre algo que, con un modelo tradicional, no aportaría ningún tipo de rentabilidad. Abrir nuevas vías de negocio a partir de una especie de archivos digitales.
‘Tokenización’: mi reloj se ha transformado en una tarjeta de crédito
El responsable de blockchain de Telefónica no tiene la más mínima duda de que la innovación ha de discurrir por los cauces de los tokens. Con pequeños pasos, en su compañía ya han empezado con la técnica del ensayo-error para ver cuánto potencial puede tener esta tecnología. Es consciente de que todavía hace falta dotarla de un cuerpo entero para que cobre sentido del todo, aunque ciertos mimbres ya están presentes –como la necesidad de la cadena de bloques–. Como aviso a navegantes, deja una idea que pretende ser disruptiva: “Si puedo simplificar a los clientes que puedan hacer todo lo que permite esta herramienta, abriremos nuevos mercados”.
Fuente: El Pais