El centro tecnológico de agroalimentación Ainia ha implicado a 78 empresas en proyectos de I+D europeos y nacionales durante 2018, de las que el 32 % se ubica en la Comunitat Valenciana.
Además, 490 empresas valencianas, la mayoría pymes y emprendedoras (“startups'”), han colaborado el año pasado con el centro tecnológico, que ha involucrado a 128 investigadores y personal técnico especializado (un 60 % de la plantilla) en el desarrollo de su I+D propia y ha contado con 2,4 millones de ayudas del IVACE.
AINIA supera los 700 asociados, lo que refuerza su liderazgo al ser uno de los centros tecnológicos referentes de la Unión Europea con mayor base social empresarial, según ha informado el propio centro.
Enmarcado en su plan estratégico de transformación digital AINIA 4.0, ha realizado “una importante apuesta” por la I+D propia con el fin de reforzar sus principales líneas tecnológicas y colocar al centro en la referencia europea en 2020.
El plan ha contado con 2,4 millones de fondos propios del IVACE, en el marco del programa ‘Promece’ de ayudas a centros tecnológicos de la Comunidad Valenciana.
Ainia quiere especializarse en seis áreas: seguridad alimentaria y fraude; salud y bienestar de las personas; consumidor y personalización de producto; industria 4.0; sostenibilidad y economía circular; y embalaje o ‘packaging’.
De todas las líneas de investigación puestas en marcha, destacan el desarrollo de sistemas de control de alimentos y materias primas más eficaces, económicos, rápidos y rigurosos, así como nuevos métodos analíticos vinculados a la evaluación de riesgos emergentes, y la incorporación de los últimos avances en sensórica y microbiología predictiva.
Una de las líneas de investigación más intensas ha sido la aplicación industrial a escala piloto de la tecnología de vapor sobrecalentado y su potencial como alternativa a los tratamientos convencionales de cocción, pre-fitura y secado.
Se ha trabajado también en el desarrollo de sistemas de monitorización para supervisar los cultivos como el viñedo o el olivar, en el seguimiento de la madurez de la fruta y en la detección de malas hierbas; en el desarrollo de herramientas de bajo coste que monitoricen y analicen las variables que influyen y determinan la calidad del producto final mediante el uso de sensores de campo, técnicas de visión avanzada para detectar patologías y con vehículos aéreos no tripulados con cámaras espectrales. EFE
Fuente: La Vanguardia