Un estudio realizado por la microbióloga y doctora en Ciencias Biológicas, Lorena Cappellari, permitió determinar que rizobacterias promotoras del crecimiento vegetal (PGPR) pueden ser utilizadas para mejorar la producción de plantas aromáticas. Además podrían utilizarse para la generación de bioinoculantes.
Según Cappellari, la agricultura en la actualidad depende, en gran medida, del empleo de productos químicos sintéticos como fertilizantes, pesticidas y herbicidas para lograr altos rendimientos, sin tener en cuenta los efectos nefastos de los mismos sobre el medio ambiente.
La investigadora, del Departamento de Biología Molecular de la Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad Nacional de Río Cuarto (Argentina), indicó que hay alternativas más amigables con el medio ambiente y que se pueden aplicar para mejorar la producción y crecimiento de las plantas aromáticas. “La utilización de microorganismos para incrementar la disponibilidad y toma de nutrientes por parte de los cultivos y controlar organismos fitopatógenos e insectos herbívoros, es una alternativa biotecnológica que resulta interesante”, expresó.
Para tales fines, realizó un estudio en el cual determinó el efecto de rizobacterias promotoras del crecimiento vegetal sobre la producción vegetal y de metabolitos secundarios en plantas aromáticas, en especial en Mentha piperita.
Una vez aplicadas esas bacterias para fomentar el crecimiento, la investigadora indicó que analizaron el comportamiento de los vegetales. “Nosotros observamos un aumento en la producción vegetal y también en la producción de metabolitos secundarios. En el caso particular de los aceites esenciales, observamos que plantas co-inoculadas con dos rizobacterias tuvieron un contenido de aceites esenciales siete veces mayor en comparación a plantas no inoculadas”, detalló Cappellari.
También señaló que “dentro de los metabolitos secundarios estudiamos el aumento en la producción de monoterpenos, que son los constituyentes principales de los aceites esenciales, los cuales tienen mucha aplicación industrial”, y agregó: “entre esos compuestos se encuentra el mentol, que es muy utilizado”. “Notamos, además, un incremento en la emisión de monoterpenos al medio ambiente, lo que es algo muy bueno desde el punto de vista biotecnológico, porque permitiría proteger a los cultivos de los ataques de patógenos y de insectos herbívoros, ya que muchos monoterpenos tienen propiedades antimicrobianas y repelentes”.
Cappellari dijo que para llevar a cabo este estudio “trabajamos con bacterias de referencia, es decir, que ya se conocían, pero también con cepas nativas que fueron aisladas de la rizósfera de la planta en estudio”.
Las plantas aromáticas son especies vegetales cuya importancia radica en poseer un aroma y/o sabor que la hace útil. Esta propiedad está dada por componentes o fracciones volátiles que químicamente se denominan esencias o aceites esenciales. Los principios activos especificados anteriormente se pueden encontrar en: hojas, tallos, bulbos, rizomas, raíces, flores, semillas y frutos.
Este trabajo de investigación, que brinda aportes para mejorar la producción de las plantas aromáticas, adquiere especial relevancia si consideramos que la provincia de Córdoba es una de las principales productoras de hierbas aromáticas del país. Según la información aportada por el Ministerio de Agricultura, Ganadería y Alimentos, la principal región productora en la provincia está en Traslasierra, en los departamentos San Javier y San Alberto.
La investigadora dijo que se realizan varios estudios para fomentar el incremento de la producción, pero remarcó que la gran mayoría están vinculados a los cultivos de mayor impacto económico como la soja, el maíz, el trigo y el maní, y son muy pocos los que se abocan a generar mejoras en la producción de plantas aromáticas.
A partir de este aporte, se podrían realizar las pruebas a campo y a posteriori generar bioinoculantes y biorepelentes para que los productores de plantas aromáticas puedan mejorar su producción y utilizar productos amigables con el medio ambiente.
Este trabajo fue realizado en el marco de la tesis de Doctorado en Ciencias Biológicas con una beca del Conicet y dirigido por la doctora Erika Banchio y el doctor Walter Giordano, docentes de la UNRC.
Fuente: Argentina Investiga