Los científicos ya decodificaron el genoma del ajolote, el anfibio mexicano que parece estar sonriendo, y descubrieron que tiene 32 mil millones pares de bases de ADN –diez veces más que el genoma humano–. Eso lo convierte en el genoma más grande que ha sido secuenciado en la historia.
El ajolote, que está en peligro extinción en su hábitat, ha sido criado en laboratorios y ha sido estudiado desde hace 150 años. Tiene una capacidad impresionante de regenerar extremidades amputadas, incluyendo huesos, músculo y nervios; de curar heridas sin quedar con cicatrices, y hasta de regenerar órganos internos dañados.
El ajolote puede curar una espina dorsal deshecha y lograr que funcione como lo hacía antes del daño. Esa habilidad, que no existe a ese nivel en ningún otro animal, hace que sus genes sean de particular interés.
Ahora los investigadores, con una técnica de secuenciación genética que les permite hacer el análisis y con otra que “lo revisa”, han obtenido herramientas para estudiar y posiblemente manipular los genes del ajolote.
“Las técnicas utilizadas aquí son de punta”, dijo Ryan Kerney, biólogo de Gettysburg College y quien ha publicado varios estudios sobre genes anfibios pero que no estuvo involucrado en esta investigación. “Los datos que resultaron son increíblemente exhaustivos en comparación a otros genomas, sin mencionar uno tan grande como este”.
Es la primera vez que se secuencia un genoma de este tipo de salamandra. La razón por la que no se había hecho es que tiene muchas partes repetidas, de acuerdo con Elly M. Tananka, científica sénior del Instituto de Investigación de Patología Molecular en Viena y autora sénior del nuevo estudio. Este requirió un inmenso esfuerzo computacional, con técnicas desarrolladas específicamente para el análisis.
“Queremos entender los cambios inmensos en el ARN y las proteínas que producen las células para cambiar de una adulta a una madre”, dijo Tanaka. “¿Cómo provoca una herida un cambio tan grande? No podemos entender eso sin saber qué partes distintas del genoma son utilizadas para alterar cómo se comportan las células”.
Los investigadores sí identificaron algunos de los genes que son parte del proceso regenerativo y algunos que únicamente existen en el ajolote, pero todavía hay mucho trabajo por hacer.
“La aventura apenas comienza”, dijo Tanaka. “Completar el genoma abrirá la puerta a una cantidad inmensa de oportunidades para estudiar cómo se regeneran los organismos. Estamos tan emocionados como las personas que decodificaron por primera vez el genoma humano”.
Fuente: NYT