El cerebro dispone de una puerta que regula la entrada de información a la consciencia: la corteza insular anterior funciona como un «filtro» que selecciona lo que puede pasar al consciente de todo aquello que vivimos y experimentamos.
Según un nuevo estudio realizado en la Universidad de Michigan, existe un área clave en el cerebro que parece ser la puerta de entrada de la consciencia. Se trata concretamente de la corteza insular anterior, que trabaja como un «filtro» para permitir que solo la información más importante entre en la conciencia.
¿Por qué parte de las señales y la información que recibimos se integra en la experiencia consciente y otra pasa a formar parte del mundo oculto del inconsciente? De acuerdo a una nota de prensa, la respuesta estaría en la actividad de la corteza insular anterior: si la misma entra en funcionamiento, ciertas experiencias superan una especie de «barrera» que las diferencias de otras, conformando entonces la información integrada en el consciente .
Los científicos estadounidenses explicaron que el procesamiento de la información en el cerebro posee dos dimensiones: el análisis sensorial del entorno sin consciencia y el proceso que se concreta cuando un estímulo alcanza un cierto nivel de importancia e ingresa en el consciente. Por ejemplo, la anestesia interrumpe este ciclo y la persona queda en consecuencia en un estado de inconsciencia hasta tanto duren sus efectos.
Se requiere una sincronización total entre todas las partes de la corteza cerebral para generar consciencia. Es preciso que el tálamo y las regiones corticales se integren, estableciendo «puentes» o uniones sólidas para el intercambio de información. Ahora, el nuevo estudio ha descubierto el papel vital de la corteza insular anterior para concretar efectivamente este proceso.
Activar y desactivar
En los experimentos realizados por los neurocientíficos para comprobar su hipótesis, un grupo de voluntarios fue monitoreado mediante resonancia magnética funcional luego de la aplicación de un fármaco anestésico. Se les solicitó que realizaran algunas actividades motoras sencillas y produjeran imágenes mentales a partir de ciertos estímulos.
El propósito fue evaluar los cambios previos y posteriores al efecto de la anestesia, al igual que la actividad mental durante el ciclo de inconsciencia provocado por los efectos del fármaco. Vale destacar que las imágenes mentales pueden «encender» las mismas áreas cerebrales relacionadas con procesos reales. Por ejemplo, imaginarse practicando un deporte activa las áreas del movimiento de la misma forma que al realizar la actividad física.
Los investigadores comprobaron que las regiones cerebrales que se activaron en los participantes con las actividades e imágenes mentales perdían gradualmente fuerza con los efectos de la anestesia, hasta quedar finalmente «dormidas». Al regresar la consciencia luego de la influencia de la anestesia, los patrones de actividad cerebral volvían a ser normales. En ese ciclo, la corteza insular anterior posee un rol clave.
La barrera para la información consciente
Los especialistas verificaron que esta región del cerebro es la que pone en marcha la red de uniones que permite integrar armónicamente la actividad de todas las áreas corticales, haciendo posible que una determinada cantidad de información se integre en el consciente. También comprobaron que cuando se pierde el conocimiento la corteza insular anterior se desactiva, y por lo tanto los intercambios en las redes y conexiones cerebrales que apoyan la consciencia se interrumpen.
Por último, los investigadores resaltaron que el grado de estímulo de la corteza insular anterior determina si una información pasa o no al consciente: mientras más alto es el nivel de estímulo generado por la experiencia, más posibilidades existen para que la misma se integre a la consciencia.
Fuente: tendencias21.levante-emv.com