Una investigación desarrollada en la Universidad de Pensilvania ha descubierto que al imaginar el futuro el cerebro asume dos funciones simultáneas y paralelas: una dibuja cómo será, la otra valora si el pronóstico es positivo o negativo. Se vale de la así llamada red neuronal por defecto (RND), responsable de gran parte de la actividad desarrollada mientras la mente está en aparente reposo, para preguntarnos si queremos que suceda o no lo que estamos pensando.
Prácticamente a diario pensamos en el futuro y en decisiones que deberemos tomar. Lo hacemos generalmente cuando no estamos concentrados en actividades concretas del día a día, en esos momentos en los cuales la frenética dinámica de la cotidianeidad se desacelera y nos brinda un descanso.
Ahora, los científicos han descubierto cómo se desarrolla ese proceso a través del cual imaginamos el futuro y valoramos distintas opciones.
Según explica el neurocientífico Joseph Kable, autor principal del nuevo estudio, el cerebro se «divide» en dos áreas de trabajo cuando nos dedicamos a pensar en el futuro. Aunque actúan en simultáneo, cada una de ellas desarrolla funciones diferentes.
Por un lado, un sector se dedica a la tarea constructiva: diseña el futuro, lo imagina y lo construye en función de nuestros deseos. Al mismo tiempo, en otra región se ejecuta la función evaluativa, mediante la cual el cerebro analiza si el futuro ideado será positivo o negativo.
El cerebro no descansa
De acuerdo a una nota de prensa, estos procesos se llevan a cabo en la denominada red neuronal por defecto (RND). Dicha red se pone en marcha cuando no estamos realizando actividades específicas o concretas, en esos instantes de supuesta quietud mental el cerebro en realidad no descansa.
Quizás no haya estímulos externos que lo motiven, pero el cerebro igualmente no deja de trabajar: se cree que entre el 60% y el 80% de la totalidad de la energía que utiliza el cerebro, se emplea en circuitos no relacionados con estímulos o acontecimientos externos.
En otras palabras, el cerebro tiene una «vida propia» que le permite ir más allá de lo cotidiano y evidente, como en este caso imaginar el futuro. Y no siempre se dedica a cuestiones demasiado profundas o existenciales: la red neuronal por defecto puede activarse cuando necesitamos, por ejemplo, decidir dónde iremos de vacaciones el próximo verano o cuándo y cómo abonaremos alguna factura pendiente.
Construcción y evaluación del futuro
En el marco de la investigación, que fue publicada en la revista Journal of Neuroscience, los investigadores diseñaron un experimento que les permitió comprobar que las funciones antes mencionadas, la «constructiva» y la «evaluativa», tienen lugar en dos regiones diferentes del cerebro.
En principio, vale aclarar que la red neuronal por defecto se manifiesta principalmente en diferentes sectores de la corteza cerebral y en el hipocampo. Pero a través de la información obtenida mediante imágenes cerebrales de distintos voluntarios, los especialistas verificaron la ubicación de dos subredes.
Cuando las personas pensaban en los aspectos de construcción y diseño de su futuro se activaba una subred ventral, que aparentemente estaría especializada en la función constructiva. Por otro lado, cuando intentaban definir si el futuro deseado sería positivo o negativo se encendía una subred dorsal, encargada de la función evaluativa.
Por último, los científicos ya se han planteado un nuevo desafío: determinar mediante la observación de esta red cerebral si también influye en las decisiones que se toman en el presente, más allá de la construcción y evaluación de un futuro posible. Además, podría ser útil para desentrañar los misterios inherentes a los procesos que regulan la imaginación en el cerebro.
Referencia
The ventral and dorsal default mode networks are dissociably modulated by the vividness and valence of imagined events. Sangil Lee, Trishala Parthasarathi and Joseph W. Kable. Journal of Neuroscience (2021).DOI:https://doi.org/10.1523/JNEUROSCI.1273-20.2021