Mientras Europa se resiente por el frío, el Ártico ha encarado el cuarto invierno consecutivo de subida de las temperaturas. Tanto es así, que estas se han disparado por encima del punto de congelación en no pocas ocasiones en una época que debería ser la más fría del año. Las consecuencias de este calentamiento son imprevisibles en un punto del mundo, el Polo Norte, en el que el hielo se encuentra ya en mínimos históricos.
“Un invierno inusualmente cálido deshace el hielo en el Ártico”. Así titula la NASA un reciente artículo en el que advierte de la situación. El argumento más directo para explicarla no es otro que el calor, acompañado por el aire húmedo, que está penetrando en el Ártico a través del Atlántico Norte, pero también desde el Pacífico Norte. Esta última masa, procedente del Estrecho de Bering, no es habitual, como sucede con la primera.
Con esto, no extraña que el volumen de hielo en el mar del Ártico esté en niveles verdaderamente bajos para esta época del año. De hecho, el National Snow and Ice Data Center (NSIDC) cifra la extensión de hielo actual en los 13,95 millones de kilómetros cuadrados. El dato evidencia una pérdida de 160.000 kilómetros cuadrados de hielo respecto a febrero de 2017 y de 1,35 millones en su comparativa con 2010. El Polo Norte se deshace y la situación no parece algo excepcional.
“Hemos visto situaciones de calentamiento en invierno antes, pero se están volviendo más frecuentes e intensas”. Lo asegura Alek Petty, investigador del hielo en el mar en el centro Goddard Space Flight de la NASA. Cautos en cuanto a predicciones, los expertos se mantienen en estos momentos a la espera de información precisa sobre el impacto concreto de la ola de calor en el nivel de hielo que, tal y como subraya la agencia espacial estadounidense, se ha ido reduciendo desde hace décadas para alcanzar su suelo en los últimos años.
“El hielo en la región debería ser denso y fuerte, pero la información por satélite muestra que se está deshaciendo, expuesto al mar abierto”, informa este vídeo de la NASA. Además del deshielo que avanza en distintas áreas del Ártico, este invierno se ha apreciado un evento distinto y preocupante. Una apertura en la famosa cubierta de hielo ubicada al norte de Groenlandia, que está liberando calor del océano hacia la atmósfera. El fenómeno se traduce además en una vulnerabilidad aún mayor del hielo para que, en lugar de detenerse, el derretimiento aumente.
A la espera de ver cómo se cierran los registros, los expertos cuestionan si olas de calor como la de este año indican “una situación de potencial colapso”, tal y como asegura Travor Nace, geólogo y colaborador de Forbes. Este considera además que lo que, hasta ahora, muchos han podido considerar como un retorno a las condiciones normales del invierno en Europa, puede obedecer más bien a un cambio global en la redistribución del calor cuyos efectos están por determinar.
Fuente: ecoinventos