A partir del uso de la planta Bacopa procumbens, un grupo multidisciplinario de investigadores del Instituto Politécnico Nacional (IPN), desarrolla un fitofármaco que acelera el proceso de regeneración de tejidos, como la cicatrización de heridas, quemaduras, incluso ulceras en personas con diabetes.
“Esta planta originaria de Huasca de Ocampo, Hidalgo, es utilizada por los pobladores como una infusión que aplican en heridas”, mencionó el doctor en Ciencias Biomédicas David Guillermo Pérez Ishiwara, líder del proyecto.
La investigación desarrollada por el laboratorio de Biomedicina Molecular de la Escuela Nacional de Medicina y Homeopatía del IPN en colaboración con el Centro de Investigación en Biotecnología Aplicada (CIBA) y el Centro de Investigación en Ciencia Aplicada y Tecnología Avanzada (CICATA), unidad Legaria, ha demostrado acelerar el proceso de cicatrización en al menos 72 horas, respecto al proceso normal.
“Primero se realizó un estudio etnobotánico de la planta para conocer sus propiedades y después se produjo un fitofármaco en condiciones estandarizadas que aplicamos en un modelo in vitro. Se observó un incremento en la proliferación, la adhesión y la migración de los fibroblastos, que son las principales células del tejido encargadas del proceso de cicatrización, lo cual se resume en un óptimo cierre”.
El producto es un hidrogel que en un modelo animal demostró un efecto terapéutico mucho mejor que los fármacos de patente que se encuentran en el mercado debido a que controla el proceso inflamatorio durante la lesión, promueve la migración y diferenciación de las células involucradas, y controla el proceso regenerativo sin producir fibrosis (exceso de tejido).
El doctor Pérez Ishiwara explicó que el hidrogel garantiza una calidad fisiológica y mecánica de la cicatriz muy similar a la piel normal. “Durante la fase de regeneración el producto es capaz de inducir la producción coordinada de las colágenas I y III, y cuando la concentración de estas es adecuada, a nivel genético, se abate su expresión para generar una cicatrización normal. El problema con otros fármacos es precisamente este, que inducen una sobre producción de colágena y genera fibrosis, lo que conlleva a la aparición de cicatrices estéticamente abultadas y sin un buen desempeño funcional”.
Además, el grupo de investigación busca acoplar el fármaco a nanopartículas de origen metálico para potencializarlo, de esta forma con menor cantidad del producto se obtiene mayor efectividad terapéutica.
“También hemos visto que el proceso de regeneración que produce el fitofármaco es versátil y pudiera emplearse para reparar ulceras gástricas y otras lesiones en órganos internos”.
El proyecto que lleva cinco años de desarrollo está en la fase de pruebas clínicas. “Iniciamos convenios con algunos hospitales para aplicar el producto en pacientes y validar los beneficios. En un año y medio podremos tener los estudios completos de toxicología y definir si va a ser una crema, gel o compresa, esto dependerá de la patología a tratar y se definirá a través de diversos análisis farmacológicos”.
De un remedio a un medicamento Ya sabemos cómo actúa la planta a nivel celular, molecular y la forma en la que se regenera el tejido, ahora con todas estas investigaciones más que un remedio herbolario pasa a ser un fármaco, puntualizó Pérez Ishiwara. Agregó que las grandes farmacéuticas estas mirando a la medicina tradicional porque sus beneficios se están comprobando científicamente, son económicas y no tienen efectos secundarios.