Un reciente estudio ha revelado que algunas las células de nuestro sistema inmune son capaces de recordar las infecciones durante años para volver a combatirlas en caso de que el organismo caiga enfermo de nuevo.
Agarrados de la mano de nuestra madre y tratando de mantener la calma después de ver el tamaño de la aguja: seguro que todos recordamos alguna de nuestras primeras vacunas. Por suerte, el calendario vacunal básico solo abarca hasta los 14 años, así que la mayoría únicamente tiene que pasar el mal trago del pinchazo durante la infancia.
Ahora bien, si nos ponemos estas vacunas siendo niños, ¿cómo es capaz el organismo de luchar contra esta infección en la edad adulta? O, en otras palabras, ¿cómo recuerdan las células inmunes una infección o una vacuna para que sean capaces de actuar sobre ella décadas después? Un reciente estudio ha dado con la respuesta: una pequeña porción de las mismas células inmunes que combaten las primeras infecciones puede mantenerse con vida durante años, desarrollando características únicas que las mantienen alerta por si el mismo microbio vuelve a atacar más tarde.
Células listas para el combate
Además, la investigación llevada a cabo por la Universidad de Berkeley en colaboración con científicos de la Universidad de Emory destaca que, si bien al examinar la superficie y los genes de las células puede parecer que nunca se han enfrentado a un virus, al estudiar detenidamente su ADN se detectar una huella, llamada metilación, que las diferencia del resto y las identifica como células efectoras.
Para el científico Marc Hellerstein, esto se puede entender a través de una metáfora de combate. “Estas células son como soldados veteranos, acampados en la sangre y en el tejido desde donde luchan sus batallas, y esperan (por ejemplo) que la fiebre amarilla aparezca”, ha señalado Hellerstein. “Se encuentran descansando tranquilamente y llevan los trajes como los nuevos reclutas, pero poseen una amplia experiencia, y están preparadas para saltar a la acción y listas para expandirse y atacar de forma agresiva si los invasores regresan”, ha añadido el investigador.
Una piscina de memoria
Antes de la publicación de este estudio, los científicos no estaban seguros de cómo las células podían recordar una infección durante treinta años. Para resolver este misterio, el equipo de expertos rastreó un tipo específico de células inmunes del cuerpo humano en las semanas, los meses y los años posteriores a las vacunas diseñadas para proteger el organismo a largo plazo.
Los investigadores observaron que, tras la vacuna, estas células se expandían rápidamente. Sin embargo, luego evolucionaban y creaban una “piscina de memoria” de células que viven diez veces más tiempo que las comunes. Con los años, esta “piscina” se encoge y crea un pequeño número de células con memoria a largo plazo, que están preparadas para proteger el cuerpo humano.
Ciencia en TecnoXplora | @TecnoXplora | Madrid | Actualizado el 26/12/2017