En un abrir y cerrar de ojos, las armas químicas más tóxicas pueden causar efectos mortíferos en las personas expuestas a ellas, siendo capaces de provocar en un solo ataque la muerte de cientos o miles de personas. Aunque la persona lleve máscara antigás, puede resultar envenenada si una sustancia tóxica toca su piel.
Unos científicos han desarrollado una forma de adherir a telas un recubrimiento ligero que es capaz de neutralizar ciertas sustancias tóxicas capaces de actuar a través del contacto con la piel. La técnica, que puede salvar vidas, podría acabar siendo usada para la protección de soldados y personal de emergencias.
Desde su primer uso durante la Primera Guerra Mundial, se han desarrollado docenas de armas químicas con un potencial devastador. Por ejemplo, en el caso de la acción cutánea, una sola gota de gas nervioso sarín sobre la piel es algo letal.
Recientemente, la comunidad científica ha empezado a explorar el uso de polvos de materiales sólidos muy porosos (parecidos a esponjas) conocidos como armazones organometálicos, o MOFs, por sus siglas en inglés, para degradar y destruir estos compuestos dañinos. La gama más prometedora se basa en el circonio.
Gracias a su estructura minúscula y porosa, que posee una enorme área de superficie, los MOFs pueden absorber enormes cantidades de gases y otras sustancias. El circonio dentro de ellos les ayuda a neutralizar los materiales tóxicos. Pero fabricar MOFs puede ser muy laborioso y requerir altas temperaturas y largos períodos de reacción. Además, la mayoría de polvos de MOFs son inestables, e incorporarlos a la ropa ha resultado ser muy complicado.
El nuevo recubrimiento para tejidos textiles podría neutralizar armas químicas y ayudar a salvar incontables vidas.
Teniendo en mente estas limitaciones, el equipo de Dennis Lee y Gregory N. Parsons, ambos de la Universidad del Estado de Carolina del Norte en Estados Unidos, se propuso probar si podrían hacer “crecer” MOFs sobre telas a temperatura ambiente, creando potencialmente un escudo de bajo peso que pueda ser usado en uniformes y otra ropa protectora.
Aprovechando avances clave logrados en trabajos previos, los investigadores expusieron polipropileno (una tela no tejida usada habitualmente en bolsas reutilizables para la compra y en cierta ropa) a una mezcla que consistía en un MOF basado en circonio, un disolvente y dos agentes aglutinantes. Para asegurarse de que el recubrimiento se extendiese de forma uniforme a lo largo de la tela, la trataron con capas delgadas de aluminio, titanio u óxido de zinc. Ensayaron esta combinación con una sustancia relativamente inofensiva que tiene una reactividad similar a la del sarín, el somán y otros agentes químicos nerviosos, y hallaron que las telas tratadas con MOF desactivaban esa sustancia en menos de 5 minutos, lo que sugiere que este proceso es un medio viable de crear ropa protectora mejorada.
Fuente: Noticias de la Ciencia