El 60% de los casos detectados en las primeras fases se puede curar. Grail ha recaudado casi 1.000 millones de euros para encontrarlos en análisis de sangre rutinarios en personas que ni siquiera presentan síntomas. El proyecto se debate entre defensores y críticos con el precio y el enfoque
“Ayúdenos a erradicar el cáncer”, dicen una serie de pósteres que cuelgan de las paredes del Centro de Cáncer Gibbs, un hospital regional de Carolina del Sur (EEUU). Los voluntarios que aceptan donar sangre reciben una tarjeta de regalo valorada en unos 25 euros. Pero lo más importante es que su donación ayudará a “determinar si un nuevo análisis de sangre es capaz de acelerar la detección del cáncer”.
Los carteles han sido financiados por Grail Inc., una empresa de Silicon Valley (EEUU) que el año pasado empezó un poryecto para demostrar que la “cura” para la mayoría de los cánceres no reside en un nuevo medicamento sino en pruebas que detecten los tumores en una etapa temprana cuando todavía pueden ser tratados fácilmente. Para ello, Grail pretence emplear la secuenciación de ADN de “alta intensidad” para sondear muestras de sangre en busca material genético liberado por tumores ocultos.
Grail ha recaudado casi 1.000 millones de euros, una cifra que la sitúa entre las tres empresas de biotecnología privadas mejor financiadas, según EvaluatePharma. Grail necesitará todo ese dinero (y más) para ganar una carrera tecnológica tan significativa y costosa como la de los vehículos sin conductor y las nuevas formas de inteligencia artificial. Entre los inversores la empresa están el gigante de la secuenciación genética Illumina, Johnson & Johnson y el fundador de Amazon, Jeff Bezos.
Harán falta estudios a gran escala y muy costosos para descubrir las huellas dactilares del cáncer y, después, demostrar que una prueba de “cribado” es realmente eficaz. El año pasado, Grail empezó a recaudar muestras de sangre de 7.000 pacientes con cáncer del Centro Gibbs y otros hospitales comunitarios, y en abril dijo que intentará desarrollar una prueba que compita o reemplace a las mamografías, una radiografía del pecho recomendada anualmente para las mujeres a partir de los 45 años de edad. Para ello, Grial está buscando a 120.000 mujeres para que proporcionen muestras de sangre mientras se someten a mamografías en centros como la Clínica Mayo (EEUU). Según las estadísticas, unas 650 de esas mujeres desarrollarán cáncer de mama en el plazo de un año después de ingresar en el estudio. Entonces, Grial analizará la sangre donada para determinar si una prueba de ADN pudo haber “predicho” correctamente su cáncer a partir de una extracción de sangre rutinaria.
El estudio involucra a tanta gente que las tarjetas regalo para los donantes costarán a Grial unos 2,7 millones de euros. El director de negocios de Grail, Ken Drazan, quien ha liderado la recaudación de fondos para la compañía señala: “Los hospitales quieren asegurarse de que tenemos financiación. No quieren correr el riesgo de que no podamos seguir adelante”.
Una única prueba vale para cualquier cáncer
Grail está dirigida por Jeff Huber, un antiguo ejecutivo de software de Google cuya esposa, Laura, murió de cáncer colorrectal poco antes de que Huber se uniera a la compañía como CEO. La muerte de Laura, una de aproximadamente ocho millones de muertes de cáncer que se produjeron ese año en todo el mundo, se convertiría en el faro moral a Grail, y la factura de su seguro médico de 1,8 millones de euros explica el argumento económico.
Huber cree que la prueba en la que trabaja Grail podría haber salvado la vida de su esposa, junto a una cirugía asequible. “Las cosas no suceden por un motivo”, dijo Huber al público de la ceremonia de graduación de la Universidad de Illinois (EEUU) en mayo. “Pero a menudo suceden porque nadie ha encontrado una manera mejor”, añadió.
Otras empresas de biotecnología, como Guardant Health y Personal Genome Diagnostics, ya venden pruebas de ADN para personas que luchan contra cáncer o que se están recuperando e intentan detectar una recaída. Pero el objetivo de Grail se dirige a personas asintomáticas, un reto más difícil porque un cáncer pequeño resulta difícil de detectar y podría existir poco margen para resultados equivocados o falsos positivos que podrían sembrar el pánico entre los pacientes.
Para el director de Guardant Health, Helmy Eltoukhy, cuya empresa rival ha recaudado casi 550 millones de euros y vende análisis de sangre a personas con cáncer para ayudarles a escoger el medicamento correcto, la apuesta de Grail es como intentar “coronar la cima del Everest sin pasar por el campamento base”. Pero coincide en que cribar a millones de personas en revisiones rutinarias ofrecería un verdadero Santo Grial, y afirma que Guardant también va en esa dirección. En su opinión se trata de “la mayor oportunidad de diagnóstico de la historia reciente”.
El argumento a favor de la detección del cáncer parece obvio: dos tercios de los cánceres detectados en fase temprana se pueden curar con una simple cirugía. De los que se detectan tarde, el 80% son mortales. Pero las pruebas de detección tienen unas notorias desventajas. Pueden producir falsas alarmas o hacer que los pacientes sigan un tratamiento innecesario. “El gran problema con esta tecnología no es detectar el cáncer sino distinguir cuáles deben ser tratados”, apunta la consejera genética y profesora de la Universidad Sarah Lawrence (EEUU) Laura Hercher.
Huber asegura que las pruebas de Grail ahorrarán dinero y no sólo servirán para indicar a los médicos si existe un cáncer. Según explicó a MIT Technology Review, las pruebas de la empresa tendrán que indicar dónde se encuentra el cáncer, su nivel de agresividad y, si ya está en fase avanzada, qué tratamiento debería buscar.
Hasta hace poco, parecía poco probable que Grial cumpliera su objetivo de llevar su primera prueba al mercado en 2019. Eso cambió este mes cuando la compañía anunció que fusionará sus operaciones con las de Cirina, una start-up de cribados fundada por el analista molecular de Hong Kong (China) Dennis Loy, que es uno de los padrinos científicos de la idea de la prueba sanguínea.
Aunque en comparación con Grail, Cirina es diminuta, pues en octubre ‘sólo’ había recaudado algo más de 10 millones de euros, la start-up controla las patentes claves presentadas por Lo. Junto a sus compañeros de la Universidad de Hong Kong, Lo lleva 17 años dedicados a demostrar que un análisis de sangre permite detectar un cáncer llamado carcinoma nasofaríngeo, común entre los hombres de Hong Kong y el sur de China, que es causado por el virus de Epstein-Barr.
Un portavoz de Grail afirma que el equipo de Lo de la Universidad de Hong Kong ha presentado una descripción de su estudio en 20.000 hombres a una revista científica. El trabajo detallará que las pruebas de sangre permitieron acelerar la detección de este cáncer nasal y aumentaron la tasa de curas. Estos resultados podrían ser la primera prueba completa de que las biopsias líquidas pueden salvar vidas. Cirina tenía planes de lanzar una prueba de detección comercial en Hong Kong este año.
Secuenciación de alta intensidad
La sede de Grail, situada en Menlo Park, California (EEUU), tiene 6.500 metros cuadrados, en lo que alberga varios laboratorios y un pelotón de máquinas de secuenciación de ADN ultrarrápidas oque cupan la mitad del espacio de trabajo. Estos dispositivos, que cuestan casi un millón de euros cada uno, permiten a Grial analizar una muestra de sangre en profundidad en busca de fragmentos infinitesimales de ADN liberados por células tumorales.
Si estos fragmentos se detectan a tiempo, pueden indicar la presencia del cáncer antes de que aparezca el primer síntoma.
Los científicos saben que hay ADN flotando en la sangre desde la década de 1970. Pero hasta que no llegaron los secuenciadores rápidos de “próxima generación” este análisis no resultaba práctico. El primer éxito de la tecnología se produjo en 2011, cuando varias empresas lanzaron nuevas pruebas prenatales “no invasivas” que analizan la sangre de una mujer embarazada en busca de fragmentos de ADN de su feto. Rápidas y precisas, las pruebas se convirtieron rápidamente en una opción estándar para que los futuros padres averigüen si su hijo no nato tiene el síndrome de Down u otros errores genéticos graves.
Pero algunas pruebas empezaron a dar resultados extraños: algunas mujeres tenían cáncer y la prueba prenatal lo podía detectar. “Eso encendió la bombilla”, recuerda Huber, que en ese momento era el representante de Google en la junta directiva de Illumina. Y añade: “Veíamos la señal. ¿Qué hacía falta para entenderla bien?”
En Grail, las muestras de sangre se someten a una secuenciación de alta intensidad. Después, los datos van ordenadores que analizan y almacenan la información. La complejidad computacional de este proceso hace que Grail sea al mismo tiempo una empresa de software y de biotecnología.
Grail afirma que recoge 1.000 gigabytes de datos brutos de la sangre de cada voluntario, lo que equivale a unas 500 horas de películas. Junto a la información de los historiales médicos de la gente, los datos sanguíneos van a un “clasificador”, el software que busca e identifica patrones. Huber explica que si estas pruebas se hicieran de forma rutinaria, Grail “realizaría la primera operación de zettabyte”, es decir, se convertiría la compañía de datos más grande del mundo.
Pero primero tendrá que descubrir qué patrones son los que marcan un cáncer oculto. Según los científicos de Grail, los datos de ADN están llenos de pistas, pero aún hay que saber cuáles representan las características más importantes. Podrían ser mutaciones del ADN, el tamaño de los fragmentos, las modificaciones químicas encontradas en las cadenas genéticas o una combinación de varios factores.
La directora de desarrollo clínico de Grial, Anne-Renee Hartman, detalla: “No hemos definido una única estrategia a perseguir. El trabajo que se ha hecho y publicado es sobre personas que tienen cáncer. Tenemos que emplear todas las estrategias”.
A por todas
Algunos observadores son escépticos con el que Silicon Valley aborda la biología. “La idea de medir todo lo habido y por haber con big data ignora la naturaleza de la biología compleja”, advierte un médico que prefiere mantener el anonimato porque trabaja para un rival de Grail. El profesional añade: “En la biología, ni siquiera sabemos qué es lo que se supone que debemos estar midiendo”.
El problema es que las señales cancerígenas no siempre están presentes. El científico de cáncer del Hospital Memorial Sloan Kettering de Nueva York (EEUU) Luis Díaz cree que entre un 35% y un 40% de los tipos de cáncer no libera suficiente cantidad de ADN en sus fases tempranas y que por lo tanto no ofrecen ninguna pista. En otros casos, la cantidad de ADN podría estar en el límite de lo detectable. “Es el problema de la señal débil, por eso los estudios son tan grandes”, explica Eltoukhy.
Huber también señala que la secuenciación de alta intensidad de Grail aún es demasiado cara como para llegar a la consulta de los médicos. Para encontrar raras copias mutadas de un gen expulsado por una célula cancerosa dentro de un océano de copias normales, cada una es secuenciada 75.000 veces. Ahora mismo, por el mismo que cuesta someter una sola muestra de sangre a la prueba de Grail es posible comprar un coche de segunda mano.
Y, además, las pruebas deben ser extremadamente precisas. Aproximadamente uno de cada 200 estadounidenses será diagnosticado cáncer a lo largo de 2017. Si millones de personas sanas fueran examinadas, incluso una baja tasa de falsos positivos podría provocar una epidemia de ansiedad y falsas alarmas de cáncer.
Pero hasta el detector más preciso podría provocar problemas sociales. ¿Qué pasa si acaba siendo caro y sólo está al alcance de los ricos? ¿Qué pasa con las personas que no tienen acceso a cuidados de cáncer? Además, en el mundo real detectar el cáncer en fase temprana puede tener unos beneficios dudosos. Las ventajas de la prueba de detección recomendada para el cáncer de próstata, en uso desde 1990, sigue siendo ampliamente debatidas. Nadie está seguro de si la búsqueda de estos cánceres en realidad salva vidas o si supone un desperdicio de recursos y daña a los hombres que reciben tratamientos para tumores que en realidad no les iban a perjudicar.
Hercher sentencia: “Si [Grial informara de] cada cáncer, iríamos a la quiebra. Eso está tan claro como la luz del día. No podemos engordar infinitamente los costes de la atención médica más cara del mundo”.
Huber dice que el objetivo de Grail no ha cambiado: una prueba de detección masiva que resulte asequible. Para tener el impacto positivo sobre las muertes por cáncer que Grial busca, el responsable añade, “tiene que ocurrir a escala de población, y para ello tiene que ser asequible para el sistema [sanitario] “.
Grail ya está reuniendo a aseguradores, economistas y reguladores para discutir cómo la sociedad podría pagar estas pruebas e incorporarlas en programas de medicina preventiva. Huber no quiso dar precio para la tecnología, pero lo que sí dijo fue: “No vamos a ofrecer una prueba de 150 euros desde el primer día”. Es más probable que al principio su precio ronde los 1.000 euros. Si es así, administrársela a cada estadounidense solo una vez costaría unos 225.000 millones de euros, sin contar el coste del seguimiento.
¿Quién querrá pagar la prueba? Huber dice que el caro tratamiento de su esposa con medicamentos que no consiguieron salvarla demuestra por qué se pagará. El responsable concluye: “Es un gasto enorme por parte del sistema [sanitario] a pesar de que las posibilidades de un resultado positivo son sumamente bajas. Fuese cual fuese el precio que se quisiera elegir para una prueba de Grial, si hubiera detectado su cáncer en estadio dos, podría haberse curado con un instrumento burdo, una cirugía que habría costado entre 9.000 y 18.000 euros. Creemos que hay mucho espacio dentro del sistema para que esto funcione”.
Fuente: MIT