Las criptomonedas se han consolidado en España y en el resto de la Unión Europea como un medio de pago sencillo, útil y ágil, convirtiéndose en una realidad de orden cotidiano en sectores relevantes del mercado y llegando a popularizarse a través de métodos de adquisición sencillos, por poco importe, para toda la población, incluso la que desconoce la tecnología blockchain que subyace en las criptomonedas.
El problema surgió cuando se popularizó la criptomoneda en 2015 sin estar contemplada ni regulada por los diferentes ordenamientos jurídicos. Para poner luz al respecto, el TJUE, en su sentencia de fecha 22 de octubre de 2015 (asunto C-264/14), procedió a analizar su naturaleza jurídica y calificó al bitcóin como “divisa virtual de flujo bidireccional” que se intercambia por divisas tradicionales en las operaciones de cambio de moneda y que “no puede calificarse de bien corporal” porque su única finalidad es la de ser “un medio de pago”. Al mismo tiempo, los propios reguladores europeos se enfrentaban al reto de dar cabida a un activo que ni siquiera sabían cómo definir, por ello se incorporó la criptomoneda, a través de la cuarta directiva (Directiva UE 2015/849, del Parlamento Europeo y del Consejo, de 20 de mayo de 2015, hoy modificada por la quinta directiva pendiente de trasposición.
En 2017, la realidad deparó un boom por las criptomonedas que todo el mundo quería tener, lo que llevó a un crecimiento desorbitado del negocio de compra, venta y tenencia, motivo que obligó a la Agencia Tributaria a fijar un criterio tributario en la declaración de la renta, incluyéndolo como ganancia patrimonial, siempre y cuando se obtenga algún beneficio por estas operaciones, que pasan a tributar en la base imponible del ahorro con un tipo del 19% al 23%. Puede resultar solo una anécdota, pero que pone de manifiesto el aumento en el número de usuarios y el creciente interés por las criptomonedas en España, que empezaron a ser vistas como una alternativa de inversión y también como un medio digital de intercambio.
Aunque es complicado saber la cantidad exacta invertida en España en criptomonedas (en el mundo ya cuenta con 32 millones de usuarios), sí que conocemos algunas cifras que demuestran ese crecimiento exponencial que está protagonizando. Por ejemplo, la del número de establecimientos que ya venden tarjetas regalo canjeables por criptomonedas, que en España ha pasado de 4.000 a principios de 2018 a más de 30.000 en la actualidad.
Lo cierto es que los bandazos en su cotización han provocado dudas sobre su comportamiento y, por ende, sobre su adecuación como alternativa de inversión. Tras el mencionado incremento exponencial que experimentaron en 2017, en plena burbuja especulativa, iniciaron una caída en picado en 2018, que se ha frenado en los últimos meses, donde ha iniciado un repunte sostenido. Así lo demuestra el comportamiento del bitcóin, referente de las divisas digitales desde su origen, que llegó a revalorizarse un 1.500%, hasta situarse por encima de los 15.000 dólares, para iniciar una caída en picado hasta el nivel de los 3.217, que supuso un punto de inflexión a partir del que ha iniciado una recuperación que le sitúa en el momento actual en el entorno de los 11.000 dólares. Tras los vaivenes de los últimos años, cabe esperar que la cotización de las criptomonedas tenderá a una cierta estabilización de cara a los próximos años.
Lo realmente verdadero es que las criptomonedas han llegado para quedarse, en un entorno regulatorio cada vez más definido, pero lejos de tener una regulación efectiva de estos activos, dado que no se puede obviar que la filosofía y propio ADN de las criptomonedas están basados en la desregulación y su no vinculación a organismos o bancos centrales, y ayudado con el empuje del desarrollo de la tecnología blockchain que las sustenta, como un elemento disruptivo en los procesos que requieren transacciones de datos y de dinero.
En este escenario, el futuro éxito de su desarrollo en España y en el resto del mundo pasará porque sean percibidas como un medio de pago más y como alternativa real para el intercambio de productos y servicios. Quizá es demasiado aventurado creer que las criptomonedas se convertirán en una alternativa que sustituya al dinero físico, al menos en el corto plazo, pero la clave está en que comercios y establecimientos de todo tipo lo vean como una alternativa segura, pero también con unos procesos ágiles. Desde 2017 se ha producido un incremento de la venta de criptomonedas en grandes superficies, estancos, quioscos o supermercados, haciéndose valer de cupones y tarjetas regalo y la instalación de cajeros de criptomonedas empieza a ser una realidad, ante el incremento en el número de transacciones que se producen en España. Pero además cada vez resulta más accesible que los clientes paguen en comercios donde no acepten estas divisas digitales, gracias a la posibilidad de recargar en euros proveniente de las ventas instantáneas de criptomonedas en las tarjetas.
Las propias fintech también están avanzando en el desarrollo de protocolos y herramientas que hagan más sencillo el manejo de estos productos, con el desarrollo de servicios y herramientas vanguardistas como las tarjetas regalo de criptomonedas. Será un camino largo, pero con paso firme y con una misión clara: facilitar el acceso al mundo de las divisas digitales, convirtiendo su compraventa en un proceso sencillo, rápido y seguro.
Ignacio Siles es Vocal de la vertical de criptomonedas y ‘blockchain’ de AEFI (Asociación Española de Fintech e Insurtech)
Fuente:
CINCO DÍAS. (2019, 25 julio). Hacia la consolidación de las criptomonedas. Recuperado 25 julio, 2019, de https://cincodias.elpais.com/cincodias/2019/07/24/mercados/1563994505_479704.html