El gasto energético que supone millones de aparatos de aire acondicionado funcionando al mismo tiempo no ayuda contra el cambio climático. Ahora, ingenieros de la Universidad de Columbia han dado con un invento revolucionario: una pintura que refrigera los edificios.
Dicen los que saben de ritmos y acordes que 2018 va a pasar a la historia de la música sin pena ni gloria, porque no ha habido una clara canción del verano. Sin embargo, parece que este estío quedará para siempre grabado en la memoria por los sucesivos episodios de calor extremo.
En junio, Siberia alcanzó repetidamente los 40 grados centígrados a lo largo del mes de junio, ante el desconcierto de sus habitantes. Luego llegó julio, y decenas de personas fallecieron por una importante ola de calor en el este de Canadá. Ese mismo mes, las temperaturas superaron los 30 grados en localidades de Noruega y Finlandia ubicadas por encima del círculo polar ártico. Y hubo más olas de calor en Omán, en Argelia y en otros puntos de África.
Una pintura acondicionada
Ante este panorama, encontrar soluciones que refrigeren el planeta sin agravar el cambio climático se hace cada vez más urgente. No valen los aires acondicionados, que consumen grandes cantidades de energía eléctrica y suelen lanzar al aire sustancias con efecto invernadero. Dándole vueltas al asunto, ingenieros de la Universidad de Columbia (EE UU) se han puesto manos a la obra y han dado con un invento tan revolucionario como simple: una pintura que refrigera. Una “pintura acondicionada”.
Cómo han llegado a ella se explica en dos brochazos. A una pintura blanca al uso le han quitado el pigmento albo y lo han sustituido por un polímero (plástico) con estructura de esponja, que deja huecos ínfimos que se pueden rellenar con aire.
Ese aire blanquea la pintura, del mismo modo que las burbujas de aire que quedan atrapadas entre los copos de nieve hacen que veamos la nieve blanca en lugar transparente. Pero es que, además, el nuevo polímero lleno de aire refleja todas las longitudes de onda de la luz del sol, desde el ultravioleta al infrarrojo. Y lanza el exceso calor hacia fuera. Todo en uno.
El resultado es que la nueva pintura se comporta como un refrigerador espontáneo que, sin consumir energía, disipa el calor. “Los huecos de aire dispersan y reflejan la luz solar debido a la diferencia de índice refractario entre los micro y nano-huecos llenos de aire y el polímero”, explican hoy Yuan Yuang y sus colegas en la revista Science.
Fabricar esta pintura tan cool no es costoso, se puede teñir de cualquier color y resulta apta para aplicar en edificios, tejados, tanques de agua, vehículos e incluso aeronaves. “En cualquier cosa que se pueda pintar”, defienden sus creadores. A lo que se suma que la técnica que han empleado se podría aplicar a más de un polímero, incluidos bioplásticos respetuosos con el medio ambiente.
No hay duda de que invento promete. Poniéndole números a su eficacia, los investigadores han demostrado que tiene una reflectancia solar superior al 96% y una emisividad térmica del 97%. Cualquier cosa pintada con ella se mantiene más fría que su entorno.
Por más que el calor apriete. Concretamente, han demostrado que en mitad de un clima tan árido y seco como el desierto de Arizona, baja la temperatura 6ºC. Y en una selva tropical como la de Bangladesh, consigue que el mercurio descienda 3ºC.
“Estamos en un momento crítico para desarrollar soluciones sostenibles”, dice Yang. “Ese año hemos sido testigos de temperaturas altas récord en América del Norte, Europa, Asia y Australia”, subraya.
“Es esencial que encontremos soluciones a este reto climático, y nos emociona poder trabajar en una nueva tecnología que apunta en esa dirección”, admite con orgullo.
Fuente: Tecnoxplora