Se les conoce como trabajadoras y dedicadas, amigas de las flores y productoras del néctar que endulza nuestros cafés cada mañana. Sobra decir sobre cómo las abejas ayudan al medio ambiente y mejoran nuestras vidas. En diciembre de 2017, la Asamblea General de las Naciones Unidas declaró el 20 de mayo Día Mundial de las Abejas para llamar la atención sobre la importancia de preservar las abejas y otros polinizadores. La fecha coincide con el nacimiento de Anton Janša, un apicultor esloveno del siglo XVIII, pionero de la apicultura moderna. Mayo es también una época en la que las flores comienzan a brotar en el hemisferio norte, mientras que la cosecha de miel se lleva a cabo en el otoño del hemisferio sur.
Mamá Colmena
Victoria Namalikye es conocida en su comunidad como ‘Mamá Colmena’. “Soy famosa entre las abejas. Ellas me conocen”, dice con una gran sonrisa y manifiesto orgullo.
Victoria es apicultora en Uganda y madre de siete hijos. Con las ganancias de sus ventas de miel paga la escuela y los uniformes de sus hijos, a la vez que invierte firmemente en una vida mejor para la próxima generación. “La apicultura me ha permitido educar a mis hijos”, dice.
En las montañas del este de Uganda, y en muchos otros lugares, las abejas juegan un papel importante en la naturaleza y en la vida humana, pues contribuyen a la seguridad alimentaria y la nutrición, la agricultura sostenible, la conservación de la biodiversidad y la protección del medio ambiente. Además, la apicultura y la producción de miel y productos derivados proporcionan medios de vida, en especial en los países en desarrollo, empoderando especialmente a las mujeres y los jóvenes.
En familia
Menligiev, de Uzbekistán, se dedica a la apicultura desde 2014. Desde entonces ha logrado aumentar sus colmenas de cuatro a 18 y ahora posee tres hectáreas de tierra hortícola. Aunque algunos países de Europa y América del Norte han registrado disminuciones, el número de colmenas gestionadas del hemisferio occidental ha aumentado en los últimos cincuenta años.
Para Menligiev, lo mejor de la apicultura es que puede trabajar con su familia. Su esposa, Menligieva Mehriban, dice que le gusta observar cómo las abejas trabajan y viven como una familia. “No son muy diferentes a nosotros en ese aspecto”, asegura.
A sus hijos, Sevinchay y Kuwanishbek, les encanta la miel fresca de la granja. Además de la miel, las abejas permiten la producción de jalea real, polen y otros alimentos nutritivos, así como subproductos como la cera de abeja y el propóleo, utilizados en las industrias cosmética y sanitaria.
Ayudantes invisibles
Los beneficios de la apicultura no son solo económicos y no se limitan a los apicultores. Las abejas polinizan los vegetales en parcelas cercanas a sus colmenas, lo que contribuye a mejorar la biodiversidad. Los polinizadores como pájaros, mariposas y murciélagos transportan el polen de flor en flor para fertilizar las plantas. Este proceso permite la germinación de semillas y el crecimiento de frutos, fundamental para una dieta saludable.
Según la FAO, el 75 por ciento de los cultivos alimentarios a nivel global dependen, al menos en parte, de la polinización por insectos y otros animales. Por ello, se considera a las abejas ‘ayudantes invisibles’ de los agricultores de todo el mundo. Los productos agrícolas que requieren polinización, como el café, el chocolate, las almendras y el cacao, son también una importante fuente de empleo e ingresos para los agricultores, en especial para las fincas pequeñas y familiares. Un tercio de los alimentos producidos en el mundo, lo que equivale a uno de cada tres bocados, depende de la polinización.
Dulce éxito
Al igual que muchas personas en su comunidad, la guatemalteca Manuela Choc López, de 21 años, solía depender de la producción de café para ganarse la vida. Sin embargo, una reciente epidemia de roya los llevó a desarrollar la apicultura para diversificar sus ingresos y fortalecer su seguridad alimentaria. Además, las abejas también ayudaron a mejorar las cosechas de café.
“Antes cuando no existían las abejas, los cafetales no tenían muchas flores”, dice Manuela. “Pero hoy han ayudado bastante en la cosecha. A través de la polinización que hacen las abejitas, estamos viendo un gran resultado de nuestros cafetales y de todos los árboles que están cerca del apiario”.
Se estima que entre US$ 235 y US$ 577 mil millones de producción anual de alimentos a nivel mundial depende de la ayuda de los polinizadores.
Guardianas del ecosistema
Como hemos visto, las abejas son guardianas de la biodiversidad y de los ecosistemas. Su presencia o ausencia y cantidad pueden indicar el estado del medio ambiente, por lo que son capaces de alertar a las comunidades sobre posibles amenazas o cambios en el entorno.
Sin embargo, no todo es miel sobre hojuelas. Las poblaciones de abejas y otros polinizadores han disminuido significativamente, y algunas abejas y mariposas están bajo amenaza. Algunas de las razones son las plagas, el uso de pesticidas y prácticas agrícolas no sostenibles, la contaminación y la pérdida de hábitat, daños que en gran parte pueden atribuirse a la actividad humana. Hace poco, la Unión Europea prohibió el uso de pesticidas dañinos para las abejas como medida para proteger a las abejas y otros insectos vitales para la producción de cultivos.
Pero la supervivencia y el desarrollo de las abejas también se ven amenazados por el cambio climático. En algunos lugares, las temperaturas extremas, las inundaciones, las sequías y otros fenómenos climáticos han matado a miles de abejas. En toda Europa, las poblaciones de abejas y las reservas de miel han venido disminuyendo drásticamente desde 2015, en algunas zonas hasta en un 30 por ciento anual.
En Kosovo, los inviernos son cada vez más largos. Por ende, las abejas tienen un mes menos para recolectar polen de los pastos y bosques cercanos. “En los últimos dos años, el clima del invierno y de la primavera ha sido extraño”, reflexiona Ejup Mustafa, un apicultor de 63 años. Para ayudar a los productores y apicultores a adaptarse y ser más resilientes a los cambios en los patrones climáticos, el PNUD trabaja con las comunidades con el fin de diseñar soluciones para la agricultura sostenible.
“No somos responsables del cambio climático”, dice Sadikin, de 38 años, padre de cinco hijos y recolector de miel desde hace más de 15 años. “Todo lo que podemos hacer es cambiar la forma en que recolectamos miel”. Con una cuchilla de acero, una cubeta y mucho coraje, cada día sube a los árboles Boan, los más altos de Indonesia, en busca del dulce néctar. Sin embargo, los cambios en clima están provocando más lluvias e impidiendo el brote de las flores.
En algunas zonas, el calentamiento de la Tierra está provocando que la primavera llegue anticipadamente, mientras que el otoño tarda en llegar, y no todas las especies se están adaptando a este ritmo. Los brotes de flores se están dando en periodos en los que no solían crecer, de modo que las abejas no llegan a polinizar y ello repercute en todos los ecosistemas.
Asegurar el futuro
Sin embargo, hay mucho que podemos hacer para proteger a las abejas y otros polinizadores. Según el PNUMA, mantener sus hábitats y comprometernos con prácticas agrícolas más sostenibles, tomar en cuenta los conocimientos indígenas y locales y evitar el uso de pesticidas, son acciones clave para salvaguardar estas especies. Las plantas amigables con las abejas, como el mango, tomillo y hierba de agua, también pueden contribuir a su proliferación. Cada uno de nosotros puede elegir productos orgánicos locales cuando sea posible y ayudar a sensibilizar a las personas sobre la importancia de las abejas para nuestros ecosistemas. Estas acciones no solo ayudarán a proteger el medio ambiente y asegurar el futuro de estos insectos laboriosos, sino también garantizar la variedad de los alimentos en nuestras mesas.
Las abejas polinizan hasta 170 .000 especies de plantas.
Fuente: Programa de ls Naciones Unidas para el desarrollo