Los envases comestibles son una gran alternativa al plástico que se desperdicia inútilmente con muchos de los productos que consumimos en el día a día.
Los envases alimentarios son uno de los grandes problemas a los que se enfrenta la sociedad en la lucha por hacer el consumo más sostenible y ecológico. Básicamente, el mal aprovechamiento actual de los envases no degradables, y sobre todo el abuso innecesario que se hace de ellos, generan toneladas y toneladas de residuos que podrían evitarse. Pero, por suerte, cada vez existen más propuestas alternativas, no sólo degradables, sino comestibles.
Es el caso, por ejemplo, de un envoltorio comestible diseñado en Navarra por Proinec, que permite, además de ahorrar en costes ambientables, una mejor conservación de frutas, tanto en su estado natural como en piezas peladas. Para la fabricación de este envase comestible se emplean polisacáridos y proteínas.
Otro gran ejemplo es Do Eat, una startup que desarrolló envoltorios comestibles para hamburguesas o bocadillos, las típicas bolsas para galletas… Gracias al almidón de patata y al agua presente en ellos se pueden comer como una parte más del alimento, y no sólo por no tirarlos, sino por su aporte alimenticio.
En cuanto al agua, tiene ya tiempo el proyecto [Ooho!(http://www.skippingrockslab.com), un recipiente de agua que, inspirada en la yema de huevo, permite transportarla gracias a una membrana gelatinosa formada a partir de algas pardas y cloruro de calcio. No se puede considerar botella pues, aunque el agua se transporta, la forma de uso de Ooho es simplemente una especie de gota grande plastificada que se muerde y rompe en la boca.
En ese sentido también apuntan los creadores de Tomorrow Machine, que con gelatina de algas marinas y agua producen envases para bebidas de corta duración que se perforan con una pajita clásica. La conclusión es que la comida puede pasar a ser parte del propio diseño, sin que el envoltorio y sus características sean un elemento tan determinante en la experiencia.
Conociendo la existencia de estos productos, la gran pregunta es el porqué de su no expansión. La respuesta parece clara: los costes de producción se dispararían al requerirse el desarrollo de nuevos equipos de producción para desechar los tradicionales. Asimismo, existe toda una industria que basa su negocio en los envases y en la materia prima. Más que abrazar directamente este modelo, que sería el ideal, probablemente la solución pase por regular la cantidad de plástico usado según peso de los contenidos, pues es ahí donde más daño se genera. En el camino, poco a poco, ir virando en el modelo.
Fuente: Telefonica