Uno de los eventos más disruptivos en la configuración de las sociedades modernas fue el auge del comercio en el siglo XI, gracias a las innovaciones que favorecieron el aumento de la producción. Todo esto conllevó un fuerte crecimiento demográfico y la primera oleada de un nuevo bienestar.
Las ciudades surgieron principalmente en aquellos lugares donde confluían mayores cantidades de personas, y solían ser localidades cercanas a los puertos. Gracias a ese repunte, la población empezó a migrar del campo a las ciudades, por lo que también en esta época se vio su surgimiento y en algunos casos, su renacer. Los primeros comerciantes y artesanos empezaron a agruparse, con los pocos que ya había en los núcleos urbanos.
Este comercio pre-moderno giraba en torno al crédito, y probablemente nadie se salvó de la necesidad de ser deudor y/o acreedor. Los comerciantes de telas compraban lana a crédito, hacían que los tejedores la convirtieran en tela a crédito y luego la vendían a crédito en las ferias internacionales y en los centros de comercio urbanos. Todos eran acreedores y deudores.
Este uso extensivo del crédito fue por la falta de metálico. El dinero fiduciario aún no existía, y el dinero mercancía nunca circuló en cantidades suficientes o apropiadas para satisfacer las necesidades del comercio. El dinero era peligroso y engorroso de transportar y la gente casi no tenía dónde guardarlo. Los bancos existían sólo en unos pocos centros de comercio importantes.
Aquellos que no contaban con la reputación suficiente quedaban fuera de ese circuito y, por ende, muchos de ellos no podían emprender y terminaban excluidos, abocados en la mayoría de los casos a la pobreza. Esto evidencia que el problema del acceso a servicios financieros para los sectores más desfavorecidos de la población es ancestral.
La necesaria inclusión financiera
No es hasta finales del siglo XVIII que empiezan a surgir entidades financieras de naturaleza social para fomentar el acceso a personas de bajos recursos así como a pequeños y medianos empresarios, tanto en el ahorro como en el crédito, bajo la forma de cooperativas, cajas de ahorro y uniones de crédito entre otras.
Sin embargo, a pesar de los logros y éxitos individuales de algunas entidades, no se puede decir que el impacto global fuera muy relevante, dado que el grueso de la población pobre seguía estando alejado de estos servicios.
No ha sido sino hasta comienzos de la década del 2000 cuando el tema del acceso financiero empieza a tener una mayor importancia como objetivo común en las agendas de los países. El Grupo de los Veinte (G20), fue el principal espacio donde se situó en primera línea la necesidad de impulsar la inclusión financiera. Esto hizo que la adopción de políticas de fomento se extendiera a la mayoría de los países en desarrollo donde las necesidades eran aún más acuciantes.
Alba Luz Bravo, emprendedora de Bancamía, con su asesora. – FMBBVA
A pesar de esos pasos para lograr una mayor participación de la población en el sector financiero formal, los niveles de inclusión en cualquiera de sus dimensiones siguen siendo bajos. Gran parte de la población sigue acudiendo al sector financiero informal para llevar a cabo sus transacciones, en especial las de crédito.
Nacimiento de las microfinanzas
El sector financiero tradicional se enfrentaba a múltiples obstáculos para atender esta demanda y en muchos casos estos segmentos, estas personas de bajos recursos, se autoexcluían. Todos estos factores condicionaron el desarrollo del mercado financiero de atención a estas personas y aquellas instituciones que lo hacían se enfrentaban a dificultades para operar.
Las microfinanzas surgen para superar las barreras que impiden la atención a estos segmentos, poniendo a su disposición la oferta de toda una gama de servicios financieros, haciendo uso de innovadoras tecnologías de crédito y de prestación del resto de servicios, así como la utilización de novedosos canales y modelos de distribución. Todas estas innovaciones resolvían las limitaciones que las tecnologías bancarias tradicionales tenían para atenderlos de forma rentable y sostenible, desde el punto de vista financiero.
Las mujeres, las más afectadas
Hace 15 años operaban en el mundo alrededor de 3.552 instituciones de microcrédito que atendían a unos 155 millones de personas, de las cuales aproximadamente 106 millones se encontraban entre las más pobres cuando obtuvieron su primer préstamo. De estos clientes más pobres el 83% eran mujeres.
Del total de personas atendidas, en torno al 90% se encontraban en Asia. En América Latina operaban alrededor de 565 instituciones que atendían apenas a un poco más de 8 millones de personas.
La emprendedora panameña Julia Margarita Sandoval, atendida por su asesora de Microserfin. – FMBBVA
Las necesidades de inclusión financieras eran enormes. Según estimaciones propias, alrededor de 3.000 millones de adultos no están incluidos en el sistema financiero formal, estando excluidos alrededor del 80% de la población adulta mundial que se encontraba en situación de pobreza o de vulnerabilidad.
Las mujeres eran las principales perjudicadas por la falta de acceso a los servicios financieros. Solo un 30% de ellas en países en desarrollo tenía cuentas bancarias, en comparación con el 42% de los hombres. La brecha era aún mayor en los segmentos de pobreza. Las mujeres que vivían en esa situación tenían un 30% menos de posibilidades que los hombres de acceder a ellas.
Solo un 17% de los adultos ahorraban a través de una institución financiera formal, evidenciando que hace 15 años las microfinanzas eran fundamentalmente monoproducto, centradas en el microcrédito. A la luz de estas cifras, no se podía hablar de una verdadera inclusión financiera, ya que esta tiene un significado más extenso y abarca una gama más amplia de productos que deben ser proporcionados de manera responsable y sostenible por las instituciones financieras formales.
Una metodología propia: las Finanzas Productivas
En este contexto, hace 15 años, BBVA, dentro de su marco de responsabilidad social corporativa, creó la Fundación Microfinanzas BBVA, con la misión de impulsar el desarrollo económico y social sostenible e inclusivo de las personas más desfavorecidas de la sociedad mediante la inclusión financiera.
Desde la Fundación hemos sido testigos de la evolución del sector en estos últimos 15 años y también nos hemos convertido en importantes actores. El mercado microfinanciero estaba formado por un 90% de instituciones que tenían ausencia o débiles estructuras de Gobierno Corporativo, la gran mayoría de ellas eran instituciones no reguladas, bajo la figura de ONG que daban pérdidas o dependían mayoritariamente de donaciones y subvenciones.
Henri Pérez es emprendedor en República Dominicana, atendido por Banco Adopem – FMBBVA
Sólo un 2% eran organizaciones maduras y reguladas, y mostraban un historial de beneficios de varios años. La mayoría tenía acceso a fondeo comercial y de mercado, otras tomaban depósitos de los clientes y disponían de una buena percepción de rating con estructuras adecuadas y comprobadas de Gobierno Corporativo.
La aproximación de la Fundación para comenzar su andadura fue aprovechar el conocimiento específico y la proximidad de campo de ONG locales especializadas y, partiendo de la experiencia de una historia de éxito de banca retail que comienza en 1857 por parte de BBVA, innovar hacia un modelo propio que resolviera las barreras para una inclusión plena de este segmento.
Se crearon instituciones reguladas en la mayoría de países donde opera (Colombia, Chile, Panamá, Perú y República Dominicana), con una participación accionarial mayoritaria para asegurar que se cumplía con la misión, haciendo así uso de las mejores prácticas para preservar altos estándares de gobernanza, reputación, sostenibilidad e innovación.
Para llevar a cabo su propósito, la Fundación utiliza un modelo de Finanzas Productivas, que implica proporcionar una gama completa de productos y servicios financieros, así como de acompañamiento a microempresarios para estimular el desarrollo de sus actividades productivas, mitigar los riesgos, y mejorar las condiciones de vida de sus familias de una manera sostenible mediante productos y servicios adecuados a sus circunstancias económicas y sociales.
Se parte del conocimiento individual del cliente, su entorno y realidad, tomando en cuenta su perfil y sus características de vulnerabilidad, para desde ahí apoyarlos en la generación de excedentes económicos sostenibles en el tiempo. Se trata de una banca relacional que apoya a los emprendedores, que incide en su bienestar y desarrollo.
La clave es reconocer su potencial tanto a través de atributos tangibles más tradicionales, como de atributos intangibles, tales como la imaginación, el compromiso, la voluntad de pago, la perseverancia, el empoderamiento, el sentido de la responsabilidad, etc, que se reconocen y se ponen en valor.
La transformación tecnológica
Para lograrlo, la innovación ha sido una palanca clave que ha permitido avanzar en una mayor escala y alcance con menores costes por operación, permitiendo alcanzar sorprendentes niveles de eficiencia.
Hemos sido protagonistas y testigos de un mercado que ha evolucionado de estar centrado en el crédito y distribución monocanal, a una oferta más amplia y compleja, utilizando una variedad de canales y soluciones digitales, sin descuidar la gestión persona a persona.
Hemos aproximado la tecnología al entorno del cliente de la mano de los asesores y de las redes de entrada y salida de efectivo que desempeñan un papel crítico en la transición hacia productos financieros con un mayor componente digital.
La tecnología está transformando los segmentos en los que operamos, sus hábitos, su forma de trabajar e incluso la forma en que se comunican.
Yesela Solórzano, emprendedora de Financiera Confianza, con su asesor. Su colmado cuenta con una antena satelital instalada por la FMBBVA para mejorar la cobertura de internet en zonas remotas. – FMBBVA
De hecho, en estos últimos 15 años, más de 1.500 millones de adultos en el mundo, que antes no estaban incluidos en el sistema financiero, obtuvieron acceso, y la población no incluida se redujo cerca de un 40%. Las Fintech y el aumento de las cuentas de dinero móvil han jugado un importante papel.
Sin embargo, también se ha evidenciado que a pesar de los avances, el acceso desigual a la tecnología y las telecomunicaciones básicas e infraestructuras financieras, así como a dispositivos móviles asequibles y planes de datos, son una fuerte limitante para los segmentos más vulnerables.
Existen además algunas evidencias que apuntan a que las soluciones de crédito 100% digitales en estos segmentos desembocan en una mayor probabilidad de sobreendeudamiento por un lado, mientras que por otro, las herramientas de calificación crediticia pueden no eliminar completamente los sesgos presentes en los datos subyacentes o en la percepción de estos segmentos por parte de quienes diseñan estas herramientas, que pueden resultar en una segmentación injusta y precios inapropiados.
La experiencia nos muestra que aún es pronto para que las Fintech 100% digitales sean la mejor solución posible para que los segmentos más vulnerables tengan una inclusión plena y permanente en el sistema financiero.
Los modelos híbridos como el nuestro, que combinan las ventajas de la tecnología y la aproximación necesaria para impulsar y apalancar el desarrollo de actividades productivas, que son el centro de nuestro modelo, han demostrado en todos estos años que son los que mayor impacto tienen en las personas que atendemos. La combinación de estos modelos y la utilización de la tecnología para hacer más eficientes las operaciones, es el camino para incrementar la escala, el alcance, un mayor conocimiento de estos segmentos y el impacto en su bienestar.
Un asesor de Fondo Esperanza explica al emprendedor chileno Juan Madrid cómo usar su móvil para acceder a los servicios de la entidad. – FMBBVA
La Fundación Microfinanzas BBVA ha sido muestra de ello. En estos 15 años de actividad ha atendido a más de 6 millones de clientes, desembolsando más de 17.000 millones de dólares, permitiendo que en promedio cerca del 70% de aquellos clientes que eran pobres al inicio, salieran de esa situación al cabo de cinco años, evidenciando la valía de nuestro modelo para los segmentos que atendemos.
Esto ha sido valorado y ha tenido el reconocimiento entre otros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), quien ha afirmado por tercer año consecutivo que la FMBBVA es la segunda Fundación del mundo en contribución al desarrollo, tras la prestigiosa Gates Foundation, siendo la primera en América Latina.
El trabajo está lejos de terminar, las necesidades de inclusión son aún inmensas y el reto continúa siendo enorme. Por ello la Fundación Microfinanzas BBVA tiene la intención de aportar hasta 7.000 millones de euros en financiación a 4,5 millones de emprendedores de bajos ingresos, la mayoría mujeres, utilizando principalmente soluciones digitales, proporcionando además programas de desarrollo de competencias financieras y digitales, acceso a internet y servicios transaccionales, a 2025. Todo ello impactará a más de 14 millones de personas de los sectores vulnerables.
Cifras que se convertirán en realidades que traerán consigo que la FMBBVA continúe siendo un actor principal en la innovación y transformación del sector de las microfinanzas en los años venideros.
Fuente:
E. (2022a, junio 15). 15 años de microfinanzas: una fórmula de éxito para la inclusión en América Latina. BBVA NOTICIAS. Recuperado 15 de junio de 2022, de https://www.bbva.com/es/sostenibilidad/15-anos-de-la-fundacion-microfinanzas-bbva-una-formula-de-exito-para-la-inclusion-en-america-latina/